Con este artículo terminamos esta serie sobre el Estado Ciudadano, habiendo desarrollado las instituciones que, a nuestro juicio, lo comprenden. En primer lugar, en forma predominante, a la sociedad en su esencia social y política, que debe nutrir con sus valores y principios al régimen Político (constitución), para que el Sistema Político lo inviabilice y el Gobierno que dirija en función de lo que quiera la Sociedad. Un orden ciudadano.

Lo que queremos con esta especie de conclusión es evidenciar la importancia de ese orden ciudadano. Refrescando en principio el concepto de orden social como los límites de conducción que los seres humanos deben cumplir para vivir en paz con los demás integrantes de la sociedad. El hombre en su sentido gregario necesita vivir con otros y establecer normas de obligatorio cumplimento, para la paz de esa convivencia.

En este marco de planteamientos y reflexiones ubicamos al orden social como un elemento de la vida humana, espontánea, natural y cambiante. Es el poder político como un proceso de ordenamiento de la realidad social.

Ahora, ese orden puede ser un orden delincuencial donde las personas cometen todo tipo de fechorías y no pasa nada. Puede ser también un orden religioso en armonía con Dios y sus preceptos o espiritual donde sus miembros atiendan a su ser interior y en función de ello conviven; pero el orden al cual hacemos referencia a través de estos artículos es un orden ciudadano.

En cuyo marco sea la sociedad la que nutra al resto de instituciones, que pueda intervenir en la creación de leyes, en el diseño de políticas públicas, donde su voz cuente…

Este es un planteamiento dedicado a mí país, Venezuela, pero puede ser aplicado a cualquier otro. Debido a que el desinterés y la apatía con la democracia es casi a nivel mundial, por su incapacidad de brindar satisfacción a la ciudadanía.

Pensado en Venezuela considerando nuestra realidad social y política, donde el orden históricamente ha sido producto de los caprichos de los gobernantes, no de las necesidades de la ciudadanía. En tiempos de la colonia lo establecía el caudillo de turno. Ese caudillo que comenzó asaltando haciendas y repartiéndose el botín, pasó a la política para asaltar las oficinas públicas y repartirse, literalmente, el botín.

Los gobernantes no fomentan las redes ciudadanas, capital social, porque en la atomización logran mayores beneficios, en ejercicio de un liderazgo personalista. Por ello, recobrar el concepto de orden social en su esencia política y sensibilidad humana es parte de lo que nos proponemos.

Esta realidad ha tenido como consecuencia, según mi criterio, que la ciudadanía se ha quedado relegada, apartada ocupándose de su superación personal, sin sentido de país. Lo cual es muy grave.  En efecto, la cultura individualista está presente y es el caldo de cultivo de la viveza criolla.

Porque la gente sí sabe lo que quiere y cómo lo quiere, lo que necesita es apoyo, formación, educación… Herramientas que debe suministrar el Estado. La sociedad tiene su mayoría de edad, para decidir sobre su destino y asumir el reto de participar en colectivo, para el logro de objetivos comunes. La fuerza para que la ley se cumpla está en la sociedad, si la ley contiene: lo que la sociedad necesita, la cumple.

El individualismo del venezolano les restó legitimidad a las instituciones democráticas porque la gente no ve su superación personal en el Estado.

En efecto, la democracia es un concepto arraigado en nuestra cultura política, pero una Sociedad donde cada quien esté pendiente de lo suyo, no crece, ni se desarrolla, menos progresa. Por ello, hemos planteado la necesidad de que se organice con sentido de pertenencia, con lo que es de todos, para que tenga capacidad de expresarse y canalizar sus necesidades sentidas, para el bien colectivo, para el bien común.

Lo que necesita la sociedad venezolana es involucrarse en la hechura de su propio orden social, invertir la pirámide: de abajo hacia arriba, menos cúpulas más sociedad, más intervención en cómo conducirse, y cumplirlo. En efecto, la gente en lo individual es egoísta mientras que en grupo es colectivista. Por ello, cuando las decisiones se toman en grupos cerrados atienden a intereses particulares, pero si se toman en asambleas o consultas abiertas, atienden al interés común. Además de espacios para la organización, para la deliberación, para ser oídos con respeto por sus planteamientos y por su tiempo.

En este marco dejo la reflexión en cuanto a si vale la pena generar un cambio en el sistema político venezolano hacia un orden ciudadano, tal como lo visualizamos aquí. Se trata entonces de reordenar nuestra realidad social y política, para que el país pueda crecer con equidad.

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@carlotasalazar


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