La palabra ideología es de uso reciente en la historia, creo que se usó por primera vez en el siglo XVIII. En la práctica, se usó para identificar creencias que en las masas sustituyen a las creencias religiosas. Así es como se pasó del fanatismo identitario religioso al fanatismo identitario ideológico.

En la historia eurocéntrica, las diversas divisiones del cristianismo, la llamada Reforma, crea una dinámica de intereses económicos, políticos y geopolíticos que terminó en la aberración fanática de las guerras religiosas. Por dos siglos, los europeos se mataron entre ellos, llamándose todos cristianos, usando la religión como máscara para esconder deseos terrenales de poder, riqueza, preeminencia, y de hegemonías militares, políticas y económicas.

Con la Revolución francesa de 1789 la ideología pasa a ser laica, pero mantiene el fanatismo de la división entre partidarios del viejo sistema y los reformadores, popularizado como el antagonismo entre liberales y conservadores. Esto cambia con la aparición del marxismo, herederos del fanatismo «jacobino» y de la violencia revolucionaria de Robespierre y Saint Just, y de la llamada época del terror cuando se gobernaba con la guillotina.

En 1917 esta tradición y este modelo, al llegar los bolcheviques al poder, se continúa y se reproduce a escala mundial y se asume la ideología izquierda/derecha como proyección de la Asamblea Nacional francesa de 1792-1793 −la que condena a la guillotina al rey Luis XVI−, por el simple hecho de que los que votaron por la muerte del rey se sentaban en el lado izquierdo del hemiciclo, el grupo jacobino, y los que no estuvieron de acuerdo, los girondinos, que también formaron parte de la revolución de 1789, estaban a la derecha.

De esta tonta y causal causa, con el marxismo se generaliza la sacralización de ser de izquierda y se demoniza ser de derecha. Seguimos en el fanatismo, no ya solo religioso sino ideológico, como si la verdad política y la razón histórica solo le pertenece a quienes se arropan bajo las palabras mágicas: izquierda-progresista vs. derecha-reaccionaria. Con ello se cae en el juego perverso del nominalismo, no somos nuestros actos y valores, sino cómo nos definen quienes se asumen como poseedores de la verdad única y absoluta, como si de Dios hablaran. Esto es simple y pura idolatría, como si el bien y el mal no anidaran en cada ser humano como posibilidad cierta.

Cristianismo vs Islamismo, Occidente vs Oriente, Democracia vs Autocracias, Derechas vs Izquierdas, etc., son «construcciones» ideológicas para incautos, asentadas sobre la peor tradición humana: el fanatismo religioso y político cuyo símbolo bíblico es el asesinato de Abel por su hermano Caín.

Si la humanidad quiere sobrevivir en paz, además de la dignidad personal y la libertad, debe potenciar la característica más importante de la condición humana: nuestra capacidad cooperativa. Nadie logra nada solo ni por sí mismo. La inteligencia es social, la acción tiene que ser racional y solidaria, la economía tiene que estar al servicio del bienestar de todos y la política es para entenderse y convivir en una sociedad democrática con Estado de Derecho y derechos humanos.


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