La trans-onto-complejidad no solo está preocupada por la aparición de una hipotética tercera guerra mundial o la contaminación y agotamiento de los recursos naturales. Ella tiene como finalidad que cada absoluto desde la escuela, consolide su pensar para asegurar su propia existencia como ser único e irrepetible, así como la existencia de sus semejantes. Que cada absoluto encuentre en su entorno de debilidades para hacer de estas sus fortalezas. Que cada absoluto emprenda desde sus aprendizajes, la consolidación de estos y el inicio de otros para avanzar en el ser creativo. Que cada absoluto perciba y desarrolle sus intereses vocacionales de bienestar colectivo para integrarse a la justicia social. Que cada absoluto asimile, comprenda y aprehenda las distintas vías que pueda brindarle esa sociedad para regenerar su pensar, una vez que se haya identificado en su cognición los elementos fácticos que obstruyen sus condiciones axiológicas, biológicas, complejas, desconocidas o emocionales.

La regeneración del pensar y las texturas del pensamiento – Javier Vivas Santana

Cuando hablamos de absoluto no nos referimos a una simple palabra, ¡no! Lo hacemos para romper con el concepto de individuo que solo asume sus espacios propios y externos por partes, excluyendo precisamente al resto de los seres humanos, y por el contrario, implicamos en esa filosófica denominación el rescate de un ser humano que comprenda que no puede estar autoaislado en su concepción de vida, como si esta fuese una franquicia personal que no lo afectará en sus actos, y menos que en cualquier momento de la historia, por efectos de las alteraciones biológicas y naturales nunca tendrá responsabilidades directas en el devenir.

El llamado coronavirus denominado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) Covid-19 (1) ha concentrado a la mayoría del mundo biológico y científico de casi todas las naciones del planeta, sobre el cómo enfrentar a través de una vacuna o medicamento para que tal enfermedad sea cuando menos detenida o reducida su propagación, justo cuando esta se intensifica en Europa y Estados Unidos, después de su aparición en China, país que ha anunciado el fin de lo que llamaron «cuarentena» en la ciudad de Wuhan, donde apareció oficialmente el virus y se extendió posteriormente al resto del planeta en forma de pandemia.

Lo irónico es que mientras esos investigadores y científicos, es decir, el auténtico conocimiento por la vida se une en escala mundial con el solo propósito de detener el coronavirus haciendo valer en el conjunto biológico y complejo sus preeminencias, morales, éticas y profesionales sin importar las orientaciones ideológicas del gobierno que los rige o controla; los mal llamados «líderes del mundo», desde el que tiene el más obsceno poder hasta los más limosneros del pensamiento político, han generado todo un debate sobre qué país, entre China y Estados Unidos, sería el responsable de que haya aparecido tal enfermedad en el contexto de la historia mundial.

Así, cuando vemos que Trump denomina al covid-19 como «virus chino» o a defensores del madurismo en Venezuela hablando bazofia teórica sobre una supuesta «teoría de la conspiración» -que ignoran en máximo contenido­- de Estados Unidos contra China en el origen de esta enfermedad, estamos en presencia de los más bajos instintos pensativos de esos «seres» ante lo que reconocen en el concepto de «humanidad», porque lo que existe en cada metamensaje es la predisposición de originar una guerra de micrófonos, y cuya finalidad se materialice en lo que sin duda está en vías de convertirse en la I Guerra Mundial bio-política-tecnológica de la historia.

¿Y por qué decimos lo anterior? Porque el problema de fondo para esos «políticos», a pesar de la tragedia que sacude a miles y miles de seres humanos, e impacta psicológicamente a millones de personas por todo lo que se ha dicho sobre el coronavirus, es ver cuál de las potencias mundiales encuentra primero la «cura» de la enfermedad.

O sea, si aparece una vacuna o medicamento contra el covid-19 que genere la ciencia, vista como un absoluto, no será un triunfo de esos investigadores y científicos, sino que será un triunfo del «país» que logre primero en concretarlo, y suponemos que ante esta forma de pensar, el resto de las naciones quedarían derrotadas en el contexto biológico, y por ende, en lo político y tecnológico. Por supuesto, no faltará la parafernalia de otorgar el premio «nobel» de la Ciencia a quienes descubran el ansiado antídoto, y con ello, se cerrará el show de la farándula de reconocimientos internacionales.

Obviamente, al estar la economía altamente vinculada con lo que ocurre en el plano del coronavirus, cada sistema movido por una lógica del capital, distinguida por Estados Unidos y la Unión Europea, o los llamados paises Brics (Brasil, Rusia, India, China y socios), sin olvidar a  Australia -recién azotada por terribles incendios que cifras conservadoras señalan más de 1.000 millones de especies animales que murieron en esa tragedia- y las consecuentes conformaciones en las desigualdades sociales del resto de los países en Asia, América Latina, África y lo que llaman «Medio Oriente», siempre será para estos individuos -nunca serán absolutos- la que sigue teniendo prioridad en sus espacios de acciones «políticas», razón por la cual no deben sorprendernos declaraciones como la del vicegobernador de Texas, cuando dice que los mayores de 70 años están «dispuestos a morir» (2) por la economía de Estados Unidos.

Por ello, son hipócritas las declaraciones de muchos políticos del mundo hablando del protagonismo de la OMS y sus acciones en pro de preservar la vida humana, cuando desde 2018 esta organización señalaba no solo los ocho virus más peligrosos en el plano de los aspectos biológicos y sanitarios del planeta, sino que llegaron a hablar de una hipotética Enfermedad X sobre la cual afirmaron: «Representa la consciencia de que un agente patógeno actualmente desconocido podría causar una epidemia internacional grave» (3).

Es decir, es con la aparición del coronavirus que la OMS considera importante lo que antes era una especie charlatana de fake news o narradora de historias de ficción. Incluso, hay países como Venezuela que, durante el madurismo, hasta dejaron de entregar las cifras epidemiológicas de cualquier tipo a los entes encargados de la salud en el ámbito internacional como la Organización Panamericana de la Salud o la propia OMS, hasta el punto de ocultar cifras básicas como la mortalidad infantil o las vacunaciones esenciales en enfermedades contra la tuberculosis, el sarampión o la malaria, aún así, los voceros de tal régimen se llenan la boca de mentiras asegurando que la nación tiene «el mejor sistema de salud del mundo».

Es precisamente el doble discurso en materia de salud y la naturaleza lo que está implícito en la mayoría de los gobernantes del planeta. En los países desarrollados, incluyendo Estados Unidos y China, y en el contexto del concierto mundial de naciones petroleras aún no hemos escuchado en sus más altos voceros decir, después de que pase esta crisis, cómo será una posible disminución en las emisiones de dióxido de carbono, o las acciones -en quienes las poseen- sobre las plantas nucleares, o responder por qué Japón ha reactivado el consumo de ballenas, o más allá, saber si aún estas «personalidades» siguen pensando que el tema del «cambio climático» es otra fantasía de «desequilibrados investigadores». Al contrario, si hemos visto la preocupación por nuevas acciones y medidas que garanticen la realización de los juegos olímpicos, o las principales copas mundiales del atletismo, y eliminatorias para el Mundial de Fútbol o campeonatos de tal deporte, y las ansiadas grandes ligas.

Sobre la educación ni hablar, tal vez por ello, es que Vivas (2017) también señala:  «La trans-onto-complejidad aunque algunos pudieran ver en ella espacios dogmáticos que también (des)fundamenten su argumentación epistemológica. y pudieran cercenar aún más, la estrecha puerta de lo que conocemos por transcomplejidad, a partir de allí sus vitrales son la expresión más hermosa de los pensamientos, porque su estética no es una condición para la ambigüedad epistemológica, ni científica del quehacer sociopolítico avezado sobre condiciones sumidas del pensar y menos educativas a contracorriente de las tecnologías y el excesivo pragmatismo; sino que representa la ruptura del presente pensar con el pensar del porvenir, del ser actual sobre el ser en su devenir»  (p.132). (4)

En síntesis, el coronavirus se ha convertido en la nueva arma de las potencias mundiales y sus panegíricos en el orbe para desatar la I Guerra Mundial bio-política-tecnológica, y cuyo vencedor estaría en quien logre encontrar el antídoto para la fatal enfermedad sobre la que tanto alertaron diversos científicos. La pregunta de esta guerra que buscan originar los destructores del planeta sería sí precisamente habrá un ganador para una segunda guerra de estas dimensiones, sí el mundo continúa por el actual camino de «desarrollo» o toda la humanidad será arrasada, y por ende, los triunfadores de esta «primera guerra» también terminarán derrotados al final de la historia. La mentira es efímera, la verdad es realidad.

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(1) https://www.bbc.com/mundo/noticias-51912089

(2) https://www.clarin.com/mundo/coronavirus-unidos-vicegobernador-texas-asegura-abuelos-dispuestos-morir-danar-economia_0_bHcpw74kG.html

(3) https://www.bbc.com/mundo/noticias-43395202

(4) Vivas, J. (2017) La regeneración del pensar y las texturas del pensamiento generadas por la epistemología de la trans-onto-complejidad. Versión electrónica en formato PDF. Madrid. Apeiron


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