Los Rastrojos, organización narcoparamilitar que creó el colombiano Wilber “Jabón” Varela, debe su nombre al lugarteniente de este, Diego Rastrojo. Fue uno de los dos ejércitos del Cartel del Norte del Valle junto con los Machos, fundado por el también narcotraficante Diego León Montoya Sánchez. Sin embargo, la rivalidad entre ambos capos hizo que esos grupos entraran pronto en guerra.

En una acción como de película, alias Jabón fue asesinado en enero de 2008 en un hotel de Mérida, Venezuela. El gobierno de Hugo Chávez le había procurado lo que sería un “refugio seguro” al jefe de la droga que operaba en el suroeste de su país para librarlo de la persecución de rivales y de las autoridades colombianas.

La justicia estadounidense sabe que Jabón operaba en Colombia desde 2004, desde donde pagaba a altos oficiales del Ejército “bolivariano” para que ayudaran a su organización en la exportación de cocaína desde Venezuela. Además, estos debían colaborar en el blanqueo de capitales y hasta en el asesinato de rivales e informantes.

Es probable que Hugo “el Pollo” Carvajal, ex jefe de inteligencia de Chávez que conoce de primera mano esa historia, termine pronto de negociar con Estados Unidos para contar algunos secretos de su jefe y otros que hace rato han puesto a temblar a los herederos de este.

En Venezuela, a diferencia de otras naciones americanas con carteles civiles y paramilitares, el narcotráfico lo controlan la Guardia Nacional y la Fuerza Armada Nacional, ha dicho Mildred Camero, que dirigió la Comisión Nacional contra el Uso Ilícito de las Drogas, Conacuid, hasta que Chávez la despidió en 2005, cuando también le dio 24 horas a la DEA para salir del país.

Esa situación explica el enorme poder e impunidad que exhiben los narcos venezolanos, que permiten el tránsito anual por territorio nacional de entre 240.000 y 300.000 toneladas de droga destinadas a Estados Unidos y Europa, según cálculos de Camero, coautora del libro Chavismo, narcotráfico y militares (2014).

Después de la captura de Diego León Montoya Sánchez –más conocido como Don Diego– y la muerte de alias Jabón, desaparecieron los Machos y los Rastrojos. Ahora el chavismo trata de rescatar lo que queda de sus antiguos aliados (rastrojos al fin) para vincularlos con la oposición y al mismo tiempo disimular que les ha robado a los venezolanos hasta la expectativa de vida.

Pero lo que sin embargo parece haber conseguido el chavismo, antes que desestabilizar a la oposición democrática, es desestabilizar a ciertos políticos que aceptaron dialogar con el régimen en las condiciones que este les impuso.


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