I

¿Por qué aprender la historia de Roma es necesario?

En virtud de que la historia de España para hispanoamericanos que les cuento pretende ser lo más ilustrativa posible, he considerado que a fin de crear mayor interés y afán de investigación en el lector que me sigue, me es imposible quedarme complacido con la explicación orgánica de la labor de Roma en la península ibérica o tratar su expansión en tierras de la península ibérica sin antes trasladarles un esbozo histórico breve de ese pueblo del Lacio que se convirtió en sinónimo de civilización y cultura. Después de todo, tan hispanos somos los hispanoamericanos que la parte determinante de nuestra cultura es la romana y, por tanto, debemos conocerla tanto como la historia de España.

-II-

-Roma: de pequeña aldea a imperio mediterráneo-

Al momento de investigar la historia de los pueblos de la edad antigua es común encontrarnos narraciones en las cuales se entremezclan una serie de mitos y hechos históricos, los cuales debemos saber encuadrar en su justo contexto para procurar explicar el origen de estos grandes pueblos, de ahí que, siendo Roma el principal pueblo de la antigüedad también deba serle aplicada la misma metodología. Y es que, precisamente dada la importancia que Roma llegaría a tomar con el paso de los siglos contados desde su fundación —sobre todo en etapa republicana con posterioridad a la primera guerra púnica—, sus propios hombres de letras y, en ocasiones políticos (como Julio César), se encargaron de desarrollar una serie de narraciones sobre sus orígenes que hacen que sea imposible trasladar una unigénita historia sobre los orígenes de Roma. Ahora bien, dada la brevedad y el carácter de breve acercamiento a la historia de Roma de estas líneas, desde mis escasas posibilidades procuraré apenas esbozar una síntesis de la historia romana, partiendo de las concepciones míticas e históricas más comunes por los historiadores de la antigüedad.

III

La ciudad de Rómulo

Los orígenes de Roma se suelen remontar hasta el siglo XII a.c, cuando una vez urdida con éxito la estratagema del caballo de Troya por parte de los aqueos (helenos), los teucros (troyanos) tuvieron que escaparse para salvar la vida ante la masacre general que se desarrolló en la ciudad domadora de caballos reinada por el rey Príamo. Así, este grupo de teucros que salvaron la vida con el semidios Eneas a la cabeza —hijo del pastor Anquises con la diosa Venus (Afrodita)— se supone que escaparon y que, desde la entrada de Asia menor, se fueron trasladando con distintos niveles de éxito por la cuenca del mediterráneo hasta que desembarcaron finalmente en la península itálica. El héroe Eneas sería sucedido en el liderazgo de su gente por su hijo Ascanio, también llamado Yulo, quien fundó la ciudad de Alba Longa, dando así paso a una serie de reyes en los siguientes siglos hasta la llegada a la corona en el siglo VIII a.C. del rey Amulio, hermano del anterior rey Numitor, al cual había desplazado de la corona.

Como podemos imaginarnos el rey Amulio procuró deshacerse de cualquier heredero varón del otrora rey Numitor, llegando al punto de convertir a su hija Rea Silvia en una sacerdotisa vestal, lo que le impedía yacer con hombres y, por tanto, generar descendencia, siendo este el momento cuando nuevamente aparece el componente divino en la historia romana. Pues, fue el dios de la guerra Marte (Ares para los griegos) quien enamorado de Rea Silvia compartió el lecho con la joven doncella dejándola embarazada de mellizos, a quienes tan pronto dio a luz, el iracundo Amulio ordenó asesinar. No obstante, el encargado a ejecutar tan terrible plan no tuvo corazón en llevar a cabo el infanticidio y dejó la vida de los infantes a la voluntad de los dioses abandonándoles en la ribera del legendario río Tiber, allí fueron amamantados por la loba capitalina (Luperca), y posteriormente criados en secreto por un humilde pastor y su esposa.

Si creemos en alguna veracidad de la historia anterior, una vez que pensamos más allá del probable obscuro origen de quien realmente amamantó a los recién nacidos en cuestión, la figura de la loba capitalina es tan importante en la historia del mundo occidental que, su imagen amamantando a los recién nacidos no solo ha sido de las más importante y simbólicas de la historia, sino que actualmente incluso es el escudo de la ciudad de Roma. Por supuesto, el lector que me sigue como siempre lo suficientemente avezado, ya sabrá que los mellizos abandonados a la orilla del Río Tiber y amamantados por una loba son Rómulo y Remo. Así, como podríamos esperar de esta historia, este par de importantes personajes una vez dejan de lado la edad de mancebos, asesinan al inicuo Amulio restituyen en el trono de Alba Longa a su abuelo Numitor, y parten a fundar una ciudad, siendo el amparado por los augurios Rómulo, quien por tanto, funda Roma (la ciudad de Rómulo) en el monte Palatino. De este modo, Rómulo delimitó la ciudad (pomerium) y al ser este límite vulnerado por su hermano Remo, le dio muerte, constituyendo claramente después de Caín y Abel, el fratricidio más famoso de nuestra cultura.

De este modo, Roma se funda en el año 753 a.C., como un reino que, tuvo reyes legendarios, guerreros, píos y de distinto linaje pues se habla que uno de ellos, Servio Tulio, había sido esclavo, y se fue expandiendo y haciéndose cada vez mas importante en la península itálica, constituyendo un componente de pueblos latinos, sabinos y etruscos su principal caudal humano, enmarcándose en un orden social encabezado por los patricios, seguido por los plebeyos. De este modo, tal como nos cuenta Tito Livio, Roma se expandió por la península itálica asimilando ciudades como la propia Alba Longa y ya teniendo una consideración importante, cuando en el año 509 a.c, los romanos expulsaron a su último rey etrusco Tarquino el Soberbio y construyendo uno de sus mayores legados al mundo occidental, la república (res: cosa, publicae: de todos).

IV

La república romana

Nuevamente fue una mujer la figura principal en tamaña situación, pues fue la patricia Lucrecia quien, al haber sido violada por un hijo del rey Tarquino, prefirió acabar con su vida en frente de su marido antes que sobrevivir a tamaña afrenta. Así, su marido Colatino junto con Lucio Junio Bruto, organizaron un movimiento que desplazó al rey Tarquino el Soberbio, cuyos poderes se dividieron en una serie de magistraturas encabezadas por dos cónsules, dando así vida a la republica romana. Precisamente el diseño institucional de dos cónsules estuvo pensado para que el poder más nunca pudiera degenerarse en despótico, por ello magistraturas como el censor y el propio senado tenían un férreo control sobre los detentadores del ejecutivo. Ahora bien, podemos prever como algo lógico que, en plena edad antigua, la existencia de un sistema institucional tan avanzado, con tal balance de poderes, podía constituir una desventaja frente a los pueblos vecinos de vocación tan belicosa, razón por la cual el propio sistema tenía una magistratura excepcional para que en el caso de un conflicto de particular trascendencia un solo hombre pudiera dictar los actos normativos, políticos y de disposición de la guerra necesarios, colocándose el mismo a la cabeza de las tropas para afrontar el conflicto, y así fue como se creó la magistratura excepcional llamada “dictador”. El dictador debía resolver el conflicto para el cual era designado y entregar nuevamente el poder a la república, no obstante, como en toda creación humana hubo ejemplos de integridad total como el caso del dictador Cincinato, pero también otros que desfiguraron la institución dictatorial hasta convertirla en despótica como el caso de Lucio Cornelio Sila o Cayo Julio César.

Esta Roma republicana de férreos y austeros principios siguió desarrollando su vocación expansionista por la península itálica y luego por el propio mediterráneo, sin embargo, como toda sociedad también tenía diatribas y pugnas sociales internas, como el gran conflicto entre patricios y plebeyos, dado el abuso de los primeros por considerarse superiores socialmente a los segundos señalando que descendían de los propios fundadores de Roma. Nunca hubo una solución al conflicto, al contrario, el mismo fue escalando y transformándose en la medida en la que Roma se transformaba de urbe metropolitana a enclave dominante de vastísimos terrenos, ahora bien, como siempre la respuesta institucional debía esperarse y así fue como se creo el famoso Tribuno de la Plebe, cargo que pretendía empoderar a los plebeyos y figuras como los hermanos Graco suelen estudiarse en este punto de la historia. Igualmente, con el paso de los años se permitió a los plebeyos el acceso a una cantidad importante de magistraturas.

La Roma republicana se demostró lo suficientemente pragmática como para reconocer sus fortalezas, pero también apreciar la de otros pueblos, y, en el caso de tomarlas por superiores integrarlas dentro de su propia sociedad. Fue así como en el año 454 a.C., un grupo de romanos, llamados los decenviros recibieron la encomienda de viajar a la Atenas de Solón y fijarse en su modo de hacer la legislación, siendo la respuesta la creación de la ley de las XII tablas, verdadero cuerpo normativo de carácter supremo, del cual los romanos desprendieron el resto de su ordenamiento jurídico, al punto de que en palabras de Cicerón, a los romanos desde su más tierna edad se les hacía aprenderse la ley de las XII tablas como un verso necesario.

Entre los siglos IV y III a.C., los romanos tuvieron una serie de conflictos militares como las guerras samnitas y las guerras latinas que, les llevaron a terminar estableciendo su clara supremacía en la península itálica. Ahora bien, ya desde el siglo III a.C., Roma en su calidad de potencia peninsular mediterránea participaría en una serie de conflictos y campañas que le llevarían al Mar Egeo, como el caso de las guerras pírricas, y así el contacto entre los romanos y los helenos fue de una retroalimentación importantísima en los siglos posteriores, al punto que si bien es cierto, Roma terminó estableciendo su preponderancia política y militar, al mismo tiempo absorbió la cultura, historia, religión y formas sociales helénicas, situación más que evidente en su panteón de dioses, en su literatura y en los lugares a los cuales la alta nobleza enviaba a sus hijos a educarse, al punto que no solo es que varios eruditos romanos tenían ascendencia u origen heleno, sino que todos los jóvenes nobles romanos tenían un preceptor proveniente de la Hélade.

Es en este contexto en el cual los romanos en pleno siglo III a.C., afrontaron las Guerras Púnicas que les he presentado en capítulos anteriores, y que como ya sabe el lector su desenlace colocó a Roma como la principal potencia mediterránea, siendo esta es la Roma que llegó a la península ibérica.

V

La llegada de Roma a la península ibérica

De este modo, ya teniendo el lector una visión panorámica tan general de la historia de Roma como me permiten estas escasas líneas, puedo comenzar a pergeñar las respuestas a las preguntas que nos hemos planteado con anterioridad:

  • ¿Por qué Roma demoró tanto obteniendo el dominio íntegro de la península ibérica? Porque como hemos observado, en contraposición a los pueblos de la antigüedad, Roma no se contentaba con ganar batallas y saquear ciudades a fin de obtener el botín de guerra, al contrario, la vocación de Roma era expandirse asimilando a la mayor cantidad de culturas mediterráneas posibles y, por ello, en el caso de Hispania al conseguirse con poblaciones tan heterogéneas, la labor de Roma fue ir avanzando poco a poco hasta romanizar plenamente la península ibérica.
  • ¿Cuáles fueron los principales hechos y hombres de la Hispania Romana? Hubo desde emperadores como Trajano, Adriano y Teodosio hasta intelectuales como Séneca, escritores como Juvenco, así como poetas y artistas, algunos de los cuales veremos en el siguiente capítulo.
  • ¿Cuál fue la labor de Roma en la península ibérica que terminó creando a Hispania como una de las principales provincias romanas que incluso dio hasta tres emperadores romanos? La labor de Roma no fue otra cosa que la propia construcción de Hispania como unidad político territorial y unidad cultural y espiritual.
  • ¿Roma era reino, república o imperio cuando llegó a la península ibérica? La Roma que llega a la península ibérica es la potente república que he procurado esbozar en estas líneas.

Estos cuatro puntos constituirán la base fundamental de nuestro siguiente capítulo. De manera que, como siempre, me despido con las palabras del maestro Cecilio Acosta: “Enséñese lo que se entienda, enséñese lo que sea útil, enséñese a todos; y eso es todo”.

Espero nuevamente su amable lectura la próxima vez.


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