-I-

El buenismo de nuestra época actual

En los últimos años gracias a una exacerbada dosis de corrección política, nosotros los “buenos hombres del siglo XXI” hemos optado por pretender juzgar a las civilizaciones del pasado y sus situaciones históricas con la óptica buenista de nuestra época. Esta visión presentista de los hechos históricos constituye un vicio de la historia llamado anacronismo, y, por supuesto que invalida cualquier tipo de análisis que se pretenda serio. De manera que, antes de narrar la historia de cómo los romanos llegaron a la península ibérica así como la actividad vital que desarrollaron en la misma, debo dejar establecido el modo de análisis con el cual necesariamente se debe observar la praxis de las civilizaciones anteriores; todo ello a fin de poder lograr lo correcta comprensión de la magnitud, grandeza e importancia de la civilización romana. Lo anterior es de vital importancia en esta historia de España para hispanoamericanos que estamos relatándoles capítulo por capítulo, pues podemos afirmar sin ambages que sin la llegada de Roma los hispanos no seríamos quienes somos hoy en día, dado que Roma es la columna vertebral de todos los pueblos tributarios de ella, entre quienes por supuesto nos encontramos los hispanos.

Efectivamente, sin la llegada de Roma a la península ibérica no seríamos quienes somos, seríamos otra cosa, quizás más, quizás menos, o quizás ni siquiera seríamos ónticamente en el mundo, pues cuando hablamos de historia al abordar supuestos que no ocurrieron y, que por tanto son contrafactuales solo podemos especular. Ahora bien, afortunadamente para nosotros Roma llegó a la península ibérica como llegó al resto de lugares en los cuales se asentó y, no se encargó de rapiñar recursos o maltratar judíos —como cierto cine de Hollywood de los años 50 se empeñó en vender, si era con Charlton Heston protagonizando la película mejor—, sino que llegó para quedarse a la península ibérica trayendo sus usos, su derecho, su arquitectura, su arte militar, su cultura, en resumen, romanizando, y terminó por crear en estos confines una de las provincias romanas más ricas y de mejor reputación de toda las épocas: Hispania, al punto que incluso dio tres emperadores romanos en los siglos posteriores: Trajano, Adriano y Teodosio, así como gente eminente en los distintos ámbitos de la vida romana.

De manera que, la labor de Roma en la península ibérica fue titánica, sorprendente y extremadamente avanzada, siendo definitivamente superior a todas las de su época, por algo como observábamos en el capítulo pasado, superó y sucedió a la poderosa Cartago como la principal potencia mediterránea; sin embargo, a pesar de lo señalado debemos aclarar que la colosal labor de Roma fue a fin de cuentas una labor de su época. Así, este pueblo llegó a la península ibérica en los albores de la Edad Antigua y debió enfrentarse a otros pueblos que usualmente tenían un nivel cultural bastante inferior, a los cuales para determinar su situación de extranjeros o forasteros respecto a Roma los latinos abstrajeron en la palabra barbarus, término libre por aquel entonces de la fuerte carga peyorativa con la cual hoy adoptamos la palabra bárbaro. De este modo, Roma debía enfrentarse en contra de estos pueblos que querían erradicarles y robar sus riquezas, razón por la cual en una etapa del mundo sin derechos humanos, en la cual los pueblos más poderosos lo eran porque podían imponerse a su adversario y reducir a cenizas la patria del enemigo, vendiendo a sus habitantes sobrevivientes como esclavos, Roma fue claramente la más exitosa, pero hubo mucho más allá, pues Roma solo llevó adelante la destrucción de otras civilizaciones cuando no podía asimilar al pueblo en cuestión, de manera que, independientemente de la visión sobre la civilización romana que se ha popularizado hoy en día, no es correcto afirmar que Roma fue un pueblo particularmente más arbitrario que los otros de su tiempo.

-II-

La romanización de la península ibérica-

Roma desarrolló en la península ibérica un impresionante y sólido sistema arquitectónico que hizo que aún hoy se conserven grandes maravillas de la construcción (quien les escribe lo hace observando en este preciso momento el majestuoso acueducto romano de Segovia); asimismo, estableció el derecho romano, en una primera etapa sistematizando el derecho de los pueblos ibéricos a través del pretor peregrino y, luego con el derecho civil, al asimilar plenamente la provincia. Igualmente, trasladó su sistema político —germen de todos los sistemas que conocemos hoy en día en el mundo occidental—a la península ibérica, colocando a Hispania como una provincia más de todo el imperio. Por su parte, socialmente los romanos exportaron plenamente su cultura y usos a la joven provincia hispana al punto de establecer familias patricias de antiguas gens en territorio hispano. De este modo, Roma logró asimilar a toda la cultura vernácula ibérica anterior, razón por la cual en la actualidad no podemos comprenderla desde la llegada de los latinos sin comprender primero a Roma, lo cual constituye un motivo de orgullo en la actualidad de España —a excepción de algún necio—, pues millones de turistas vienen año tras año a la península ibérica para apreciar las obras que Roma dejó en la península ibérica en lugar como Segovia, Mérida, Cartagena, Sevilla, Cáceres, Tarragona, Barcelona, entre otros tantísimos que se encuentran aún hoy en día en pie en la península ibérica.

De manera que, conforme ha comprendido el lector espabilado a estas alturas es un hecho que no podríamos comprender a España sin comprender primero a Roma, pues si bien es cierto ya en la península ibérica existían pueblos y civilizaciones al momento de llegar los latinos, fue tal la asimilación y expansión cultural que hizo que Roma fuera la primera en ordenar toda la península ibérica bajo una misma autoridad, con la misma axiología y mismos fundamentos jurídicos, lo que constituyó al pueblo español como un pueblo romano.

-II-

Roma ¿devuelve el oro?

Imaginen ustedes que en este mundo de hombres mortales un grupo de obnubilados en lugar de apreciar la maravilla de Roma, comprender su hacer en su justo contexto histórico y sentirse orgullosos de haber pertenecido a la super potencia que fue en su momento, comenzara a decir que la expansión romana en la península ibérica no fue más que una invasión y un saqueo, que a pesar de ver fehacientemente las obras dejadas tanto arquitectónicamente como culturalmente, en características tales como el idioma y la axiología, teniendo su máxime en los valores católicos, este grupo de facinerosos dijera que Roma lo que hizo fue cometer un genocidio en contra de los inocentes y bondadosos ángeles indígenas que se encontraban antes de la llegada del malvado invasor. Ahora bien, imagínense que el Rey de España y el presidente del gobierno le solicitaran al presidente de la actual república italiana o al presidente del consejo de ministros de la república italiana que pidieran perdón y devolvieran el oro que se robaron durante tantos siglos de salvaje conquista y colonización, a pesar de que es evidente que Hispania fue provincia de Roma y no colonia.

Por supuesto, el lector avezado sabrá que es ridículo el supuesto que planteo en las líneas previas, y no solo sería ridículo desplegar esta conducta, sino que constituiría algo risible y censurable por la tamaña ignorancia que conllevaría, en fin, sería algo vergonzoso. Pues al respecto debo señalarles que esta actitud ridícula es en la que sea cae en Hispanoamérica, cuando en este mundo de hombres mortales un grupo de obnubilados violentos en lugar de apreciar la maravilla de la obra de España en América, comprender su hacer en su justo contexto histórico y sentirse orgullosos de haber pertenecido a la super potencia que fue en su momento, comienzan a decir que la expansión hispana en América no fue más que una invasión y un saqueo, que a pesar de ver fehacientemente las obras dejadas tanto arquitectónicamente (eso que llaman en Hispanoamérica arte colonial) como culturalmente, en características tales como el idioma y la axiología —teniendo su máxime en los valores católicos—, este grupo de facinerosos dice que España lo que hizo fue cometer un genocidio en contra de los inocentes y bondadosos ángeles indígenas que se encontraban antes de la llegada del malvado invasor. Y, por supuesto la impudicia llega a un nivel hiperbólico cuando detentadores del poder ejecutivo en países hispanoamericanos como Andrés Manuel López Obrador o Nicolás Maduro le piden al Rey de España y al presidente de gobierno español que pidan perdón y devuelvan el oro que se robaron durante tantos siglos de salvaje conquista y colonización, todo ello a pesar de que es evidente que lo que hoy en día son los países hispanoamericanos fueron provincias ultramarinas de España (virreinatos y capitanías generales) y no colonias.

Al observar detenidamente las palabras anteriores es claro que me he adelantado en el tiempo en este capítulo, pues a las alturas en la que se encuentra esta historia de España para hispanoamericanos, es palmario que aún estamos bastante lejos de llegar siquiera al descubrimiento de América. Sin embargo, he considerado que este capítulo como prolegómeno a la narración de la romanización de la península ibérica era supremamente necesario, pues dado el público objetivo de estas palabras no podía dejar de largo el hacer estos señalamientos, todo ello a fin que cuando por fin lleguemos a los capítulos americanos el lector vaya preparado y comprenda plenamente lo que se le plantea, lo cual no es otra cosa más que su propia historia que ha permanecido en las sombras hasta ahora.

Ahora sí, una vez esbozado suficientemente lo anterior y habiendo explicado abundantemente porqué es vital comprender la historia de Roma para comprender la historia de España, a partir del siguiente capítulo abordaremos las preguntas que dejábamos pendientes en la entrega anterior: ¿Por qué Roma demoró tanto obteniendo el dominio íntegro de la península ibérica? ¿Cuáles fueron los principales hechos y hombres de la Hispania Romana? ¿Cuál fue la labor de Roma en la península ibérica que terminó creando a Hispania como una de las principales provincias romanas que incluso dio hasta tres emperadores romanos? Y lo haremos luego de narrar la historia de Roma con sus características más fundamentales, a fin que el lector sepa en cuál momento Roma llego a Hispania ¿era reino, república o imperio? Lo veremos en el siguiente capítulo.

De manera que, como siempre, me despido con las palabras del maestro Cecilio Acosta: “Enséñese lo que se entienda, enséñese lo que sea útil, enséñese a todos; y eso es todo”.

Espero nuevamente su amable lectura la próxima vez.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!