Escribo nuevamente el corolario de mi artículo de la semana pasada: “Sin efectivo –y sin su capacidad para generarlo- no hay sostenibilidad posible”.

El artículo que desembocó en dicho corolario se originó en las inquietudes recogidas en la encuesta de Venamcham, en su evento “Perspectivas Económicas 2024”, que se realizó el pasado mes de febrero de 2024. La pregunta 15 de la encuesta fue: “Dada la posible exigencia por parte de la Federación de Colegios de Contadores Públicos de Venezuela en cuánto a la obligatoriedad de realizar informes internos de sostenibilidad, considera que su empresa: a) Se encuentra preparada; b) No se encuentra preparada y c) Desconocía este requerimiento”.

Teniendo en cuenta el punto anterior, en el portal de la Federación de Colegios de Contadores Públicos (FVCCP) hay un comité que, conjeturé, existe para adaptar y aprobar, para su aplicación en Venezuela, de las normas NIIF S1 y S2, donde las siglas significan Normas Internacionales de Información Financiera y donde la letra S se refiere a Sostenibilidad. ¿Y qué es la sostenibilidad?  Pues “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias» (Comisión Brundtland de la ONU, 1987).

Hay que decir que el interés de la ciencia contable en general –y de la FVCCP en particular- en la sostenibilidad no es nuevo sino de muy vieja data –incluso anterior al tema de la sostenibilidad- pues se remonta a los orígenes de la hipótesis de “empresa en marcha”.

Un antecedente previo, público y notorio, de la FVCCP en el tema tuvo lugar tres meses después de declararse el confinamiento social por la covid-19. En esa oportunidad la FCCPV dio a conocer un documento de quince páginas, cincuenta párrafos y un anexo en la página 13 del documento, titulado «Implicaciones contables del impacto de la pandemia de Covid-19: impactos generales y específicos vinculados con las regulaciones nacionales», del 6 de julio de 2020. Los párrafos 8, 9 y 10, así como el anexo, del anterior mencionado documento, se referían a la hipótesis de empresa en marcha, y establecían un esquema para su evaluación.

La idea era (es) que, más allá de las incertidumbres específicas de la covid-19, había (hay) que revelar las incertidumbres materiales que afectan a la información financiera, evidenciando a los usuarios que el supuesto de negocio en marcha utilizado por la gerencia está sujeto a tales incertidumbres materiales. Por supuesto, ese documento publicado por la FVCCP estaba perfectamente basado y alineado en los párrafos 25 y 26 de la norma titulada «Presentación de estados financieros» o NIC-1.

El resumen escueto de la NIIF S1 es que requiere que una entidad revele información sobre todos los riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad que podría esperarse razonablemente que afecten los flujos de efectivo de la entidad, su acceso a la financiación o el costo del capital a corto, medio o largo plazo (transcrito textualmente de su Apéndice B, “Guía de Aplicación, párrafo B1, NIIF S1). Adicionalmente, un contenido similar puede encontrarse en la norma NIIF S2 pero con la palabra “clima”.

Ahora bien, si en el párrafo anterior ustedes sustituyen “sostenibilidad” por “empresa en marcha” teniendo en mente su definición según la Comisión Brundtland de la ONU, llegan exactamente al mismo objetivo que, seguidamente parafraseo con dicho cambio: “El resumen escueto de la NIIF S1 es que requiere que una entidad revele información sobre todos los riesgos y oportunidades relacionados con la hipótesis de empresa en marcha que podría esperarse razonablemente que afecten los flujos de efectivo de la entidad, su acceso a la financiación o el costo del capital a corto, medio o largo plazo”.

A esta altura del artículo se hace necesario materializar la relación entre la sostenibilidad según la definición de la Comisión Brundtland de la ONU y la hipótesis de empresa en marcha.

Las normas contables también existen para evitar las consecuencias negativas del cese de operaciones para el empresario, la comunidad y el Estado. El objetivo principal de una empresa es producir utilidades y mantener sus operaciones por largo tiempo, pues, por lo común, es el medio de vida de sus fundadores. La continuidad del negocio es, por lo tanto, un objetivo natural común y tácito de la empresa y de sus dueños.

Cuando una empresa está activa no solo produce beneficios para sus dueños, sino que también contribuye al desarrollo de la comunidad por los empleos que ofrece, el pago de cargas sociales y de impuestos, sus actividades de responsabilidad social y, en general, el crecimiento económico que impulsa, entre otras formas de participación de la empresa en la sociedad. Por ello es de interés, tanto del empresario como de la sociedad, que la empresa opere por largo tiempo (en el argot actual puede escribirse que la empresa sea “sostenible”). Sin embargo, hay situaciones que «desnaturalizan» ese objetivo y colocan a la empresa en una situación de «no continuidad» (como en el caso de la covid-19).

Dado que una empresa paralizada trae consecuencias negativas para el empresario, la sociedad y el Estado (desempleo y cese de pago de impuestos, entre las más relevantes) existe interés en crear mecanismos que permitan a las empresas seguir operando y puedan, eventualmente, superar los problemas económicos que las conducen a situaciones de no continuidad.

Es entonces que desde la perspectiva contable existe un principio denominado «hipótesis del negocio en marcha» que los gerentes de las empresas deben garantizar que se cumpla y que se refleje en los estados financieros por expreso mandato de las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC) y las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF).

Ahora bien, la revelación de información, es decir, riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad (empresa en marcha), según las NIIF S1 y S2, que podría esperarse razonablemente que afecten los flujos de efectivo de la entidad, enfrenta muy serios obstáculos en Venezuela. Uno de esos obstáculos será el tema de mi artículo de la semana que viene.


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