El mundo en vilo a la espera de las represalias de Netanyahu». No ha habido bemoles de titular así las portadas a cinco columnas, pero todo se andará. Las imágenes de los cadáveres de Nueva York se ocultaron el 11-S, dejando la masacre en cifra. Lo más desasosegante que se mostró fue la larga caída al vacío de un hombre. Lo que los terroristas hacen en Israel sí lo hemos visto, lo estamos viendo, y es insoportable. Así que se impone empezar con lamentos y condenas a los ataques contra la población civil, dejando para el final en los análisis de los corresponsables (con una be en medio) la pringosa e infecta equiparación entre agresores y agredidos que, nadie lo dude, se va a imponer en pocos días, va a trepar en los textos, va a escalar en la narrativa, hasta alcanzar el lugar que ocupaba.

El obsceno lugar antisemita que ocupaba hasta que los ojos del Occidente atolondrado que sestea frente a las pantallas transmitieron el golpe a los cerebros. Los cadáveres esparcidos por las carreteras, el cuerpo desnudo de una joven convertida en muñeca de trapo sobre la que los criminales escupen después de ultrajarla y matarla. Asesinos, torturadores, violadores, secuestradores, piara salvaje lanzada contra la población mientras cinco mil cohetes alcanzan objetivos civiles en un solo día y aterrorizan a las familias.

No borren las imágenes de su memoria cuando el relato regrese a su lugar obsceno. Pero tampoco olviden que el patrocinador de la masacre es Irán, Estado que mueve los hilos de los carniceros de Hamás y que declara abiertamente su intención de borrar a Israel del mapa. El Irán al que los Estados Unidos de Obama y Biden, y la Unión Europea de Borrell, se han empeñado en asistir vía acuerdo nuclear. Engañando a la opinión pública con este increíble cuento: Irán dará al uranio un uso civil -para el aire acondicionado, supongo-, en absoluto busca el arma nuclear que le permita el exterminio que acaricia. Irán ha seguido enriqueciendo uranio en contra de las ingenuas limitaciones formales del acuerdo sobre el programa nuclear iraní.

El lector inadvertido nada ha sabido de la sistemática violación de las condiciones del acuerdo. Pero sí tuvo acceso, leyera o escuchara el medio «mainstream» que fuera, a la avalancha de críticas contra Trump por abandonar el siniestro teatrillo en 2018 y volver a imponer sanciones al Estado que se halla detrás de las actuales masacres. El Estado que la narrativa hegemónica se ha dedicado a blanquear pese a la violencia contra las mujeres, los disidentes y los homosexuales. Todas las prioridades LGTBI+ se borran de repente. Lo más canalla de nuestra izquierda, incluyendo a parte del Gobierno, se ha solidarizado con «Palestina» y atacado a Israel en plena matanza de judíos. La vicepresidente, jefa de Sumar, ministras y feministas de pega, Pablo Iglesias. Los hay solo hipócritas, y los hay también cómplices.

Artículo publicado en el diario ABC de España


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