Dieciseis meses antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos del año 1992, George Bush era el presidente en ejercicio con mayor aprobación en la historia del país; pero el destino le jugó una mala pasada.

Hoy conversaremos sobre un hecho histórico. Una campaña tan extraña que logró romper el éxito de George Bush y convertir a Bill Clinton en el 42° presidente de Estados Unidos de Norte América.

El presidente Bush no tenía miedo del resultado ni de ningún candidato: era el presidente más popular, el que detuvo la Guerra del Golfo, el que había estado presente en la Casa Blanca por más de 10 años (primero como vicepresidente y ahora como presidente).

Bush no deseaba entrar en campaña hasta bien entrado el año electoral, ya que a él no se le daba muy bien el manejo de las mismas; la campaña anterior fue una de las más duras y él no quería repetir esa experiencia tan pronto. Se quería dedicar a dirigir el país, que era lo que se le daba mejor. Su gran experiencia en el sector público, desde ser director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) hasta su elección en el año 1988, hacen creer que es el hombre que tomará las riendas de la nación por 4 años más.

Lamentablemente para Bush, el plan que tenía trazado fue desviado por varios factores: un candidato fuerte como contrincante, una división de las filas conservadoras y un tercer candidato; todo esto le dio vuelta a su victoria.

El 3 de octubre de 1991, el gobernador de Arkansas, Bill Clinton, se presenta como candidato de las primarias demócratas después de 5 legislaturas exitosas en este pequeño estado de esta gran nación. Un candidato joven, estudiado, que viene de ser pobre, con una esposa perfecta y un compañero de campaña ideal. El mejor candidato que los demócratas pudieron elegir; pero no todo fue tan bien en el inicio, dado que la campaña dirigida en su contra ha sido una de las más duras y más polémicas.

Aunque Clinton se perfila muy bien, el primer gran golpe a Bush no lo da él, sino un republicano llamado Buchanan, que el 10 de diciembre de 1991 decide postularse a las primarias republicanas. Este es un golpe muy duro que deja a Bush por el suelo, no solo por el tener que adelantar su campaña electoral, sino por mostrar una división interna dentro del seno conservador del Partido Republicano. Buchanan se postula por sorpresa y eso desestabiliza a la Casa Blanca, ya que el perfil de Buchanan es bastante complicado para el presidente Bush; es uno de los hombres más fuertes del lado conservador y uno de los personajes más icónicos de la gestión de Reagan.

El recuento hasta ahora: Bush inestable y Clinton creciendo como la espuma. Bill tiene un suelo muy estable antes del inicio de las primarias demócratas, hasta que un día todo se derrumbó. Gennifer Flowers alega en televisión que fue la amante de Bill durante 12 años, lo cual no tocaba a su campaña, sino a su electorado; es aquí donde aparece por primera vez Hillary Clinton. Los asesores de campaña de Bill quisieron mostrar a Hillary para limpiar la imagen del candidato. Hillary es una mujer fuerte, estudiada, con gran ambición, hermosa físicamente y con gran manejo de la vida política; para los asesores es simplemente la oportunidad perfecta para sacarla a la luz y devolver el foco a Bill, porque si Hillary apostaba por él, es porque era un gran candidato.

Deciden llevar a Hillary y a Bill a una entrevista en conjunto en el famoso programa de los noventa llamado 60 minutes. Hillary se mostró cercana, fuerte y muy calmada; algo que gustó muchísimo a los telespectadores. Lo curioso de ese día es que mientras se realizaba la entrevista, una de las lámparas del set de grabación cayó cercano a la pareja, ellos salieron corriendo y se abrazaron; este gesto demostró seguridad, que este matrimonio no era un arreglo, sino que era un matrimonio real, cercano y de amor (este incidente no se difundió en la entrevista, pero fue distribuido posteriormente por los asesores de campaña). Hillary salvó a Bill por primera vez.

Mientras la campaña republicana seguía su rumbo, la demócrata seguía tambaleándose, ahora no por temas sexuales, sino por escapar y no servir al país en la guerra. Sale un informe a relucir que dice que Clinton realizó una maniobra para no servir al país en la Guerra de Vietnam, algo que para el sentir de los americanos es imposible de perdonar. Es por esta razón que su campaña cayó estrepitosamente una semana antes de las primeras elecciones primarias; pero como buen demócrata, luchará como Truman hasta ganar. El día siguiente a su discurso, se propuso a remontar esas encuestas que le daban 10% de intención de voto y salió a la calle; desayunaba 3 veces al día, caminaba por las calles, iba a los centros comerciales, se hizo ver mucho más cercano y esto le trajo una mejora en los resultados y, aunque no ganó esta primera justa electoral, se perfiló nuevamente como candidato; lo llamaron “el renacido”.

Dos días después de las primarias, en las que Bush se hacía con la victoria y Bill había logrado renacer, entra en acción un nuevo candidato: Ross Perot. Es un momento clave de la campaña y Perot, un multimillonario tecnológico, entra por libre. No se presenta ni como demócrata ni como republicano, sino que muestra una tercera vía. Perot logra 40% del apoyo popular para junio, mientras que los dos candidatos ganadores de las primarias, Clinton y Bush, no logran llegar ni cerca a este resultado en las encuestas.

Para neutralizar a este nuevo e inesperado candidato, la campaña de Bill sale con gran fuerza y logra cosas interesantes: lo primero es que en el programa de Arsenio Hall, un programa que tiene gran acogida con los jóvenes americanos, Bill Clinton logra una de las imágenes más icónicas de la campaña y de su carrera. Al inicio del programa, Bill sale tocando el saxofón con unas gafas de sol y este fue un punto donde los jóvenes se sintieron atraídos de nuevo por su campaña. Lo segundo es que reforzó sus orígenes, al mostrarle al pueblo americano que él es uno más, no es un millonario; es una persona normal que se convirtió en político porque su pasión era la gestión pública y porque el destino así lo quiso. Y tercero, el candidato a la Vicepresidencia, Al Gore; juntos compartían una imagen muy mercadeable con sus dos esposas impecables. Fue un inicio de campaña ejemplar que logró sacar a Perot de la carrera presidencial, aunque más adelante volviera a participar.

La campaña de Bush se tambalea desde el inicio por varios factores: la desestabilización de la campaña en la convención republicana por parte de Buchanan, el tercer partido de Perot que dañó la imagen de Bush (ya en agosto estaba 20 puntos por debajo de los Clinton), entre otros; es por esto que trae a su campaña a uno de sus asesores más mortales, James Baker, que hasta ese momento era el secretario de Estado de Bush, pero fue el gran estratega de la campaña de 1984; una de las victorias más interesantes del siglo para los republicanos. La estrategia cambia y se logra dar un giro de más de 180° a la campaña de Bush, metiéndolo nuevamente en la contienda.

La campaña de Bush intentó disminuir la imagen de Clinton, al cual llamaba gobernador y a sí mismo presidente, dejando claro que él es el presidenciable. Ataca la gestión de Bill en la gobernación, dejando claro que lo que promete no lo cumple y creó un discurso nítido y con sentido para todos los americanos. En pocas semanas, esta campaña hace que se igualen los resultados y que cada vez parezcan más justas las opciones.

Perot vuelve a entrar en la campaña, que se tornó mucho más agresiva después del debate, logrando sacar a Clinton de sus papeles. Las encuestan iban de un lado al otro, hasta que salió a la luz información de cuando Bush era vicepresidente, en la que se decía que él tenía conocimiento de un intercambio de armas por rehenes con Irán, cuando en todo momento él lo había negado. Este escándalo casi acaba con la presidencia de Reagan y ahora sale una semana antes de las elecciones.

Llegamos al 3 de noviembre de 1992, el día de las elecciones. Con tan poco tiempo de maniobra para los candidatos, podría pasar cualquier cosa. En la madrugada del 4 de noviembre Estados Unidos tiene un nuevo presidente: Bill Clinton es electo con 370 votos electorales, 93 más de lo necesario para ganar la contienda mientras que los Bush destruidos, preparan su regreso triunfal en los 2000.

Escribo sobre este suceso histórico porque en la política creemos muchas cosas. Lo primero es que pensamos que solo hay que hacer una buena gestión para ganar, como lo creía Bush, y lamentablemente no es así. La victoria también es de quien sabe vender mejor sus gestiones, quien cuenta con mayores apoyos y quien está más cerca del ciudadano. La victoria se construye en la calle, con la gente, con discurso y con acciones.

Hillary salvó a Bill en muchos aspectos: su imagen, su discurso, su cercanía y su entrega total hicieron ver al ciudadano que Bill Clinton era el candidato perfecto para dirigir el país.

 


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