La electrificación de la economía es una máxima irrenunciable.

De igual manera la energía es la que mueve la economía.

Ambos conceptos, que van de la mano, tienen mucho que ver con la reducción de las emisiones que generan los combustibles fósiles y el camino a una sociedad “descarbonizada”. Es lo que llamamos la “transición energética”.

Para lograr un escenario descarbonizado, con base preeminentemente en energías renovables, se debe conformar una ecuación: cuáles de ellas son más competitivas. Entrará en discusión la eólica, fotovoltaica o la hidráulica, en instalaciones híbridas para lograr generar electricidad bajo el nuevo concepto de energía limpia y eficiente vía “hibridación” con innovacion tecnológica.

Estamos bajo la mirada del Acuerdo de París (para reducir emisiones y bajar la “temperatura” al mundo) contra el cambio climático sin perjudicar el desarrollo de la sociedad ni el acceso universal a la energía. En ese contexto viene la “hibridación” que son proyectos, sistemas o plantas de de generación eléctrica “híbrida”, vale decir que se nutren de dos o más fuentes —podría ser fotovoltaica, eólica o gas natural por ejemplo— para garantizar un suministro eficiente, permanente y continuo, mejorando tecnologías de generación, de transmisión y mejorando costes que se reflejen, a la media, en menos costes a usuarios finales.

Siendo, entonces, que la “hibridación” es la generación eléctrica que utiliza eficientemente dos o más fuentes –con preferencia de orígen renovable– busca sencillamente: bajar uso de carbón y fósiles, bajar emisiones dañinas al medio ambiente, bajar costes de generación, elevar niveles de eficiencia energética en la misma generación y lograr la ansiada descarbonización.

Así tendríamos, en un futuro no tan lejano porque la tecnología avanza a velocidad impresionante, una planta de generación de pueda generar vía solar, eólica y gas, sin interrupción, tomando la generación de cada fuente cuando esté en su “pico” (la solar cuando haya mayor brillo de sol, la eólica cuando corra el viento etc), garantizando suministro estable y eficiente, lógicamente priorizando el uso de la electricidad: industrial, residencial o de transporte. En el tema de transporte entra otro concepto para la “electrificación” de la economía: la electromovilidad.

Si bien es cierto pueden haber muchísimas “combinaciones”, basadas en estudios de costes de producción y de mejor acceso a fuentes, se podría pensar en los tipos de generación eléctrica vía: fotovoltaica + eólica. Fotovoltaica + hidráulica. Hidráulica + eólica. Termoeléctrica + solar, etc.

Lo interesante de la industria eléctrica/energética global es su permanente innovación. Va de la mano del avance de la tecnología. No es extraño, entonces, que este tipo de generación “híbrida” va orientada a garantizar la potencia en el punto de suministro, optimizando uso de plantas, reduciendo costes e incorporando más usuarios.

De momento la regulación en generación eléctrica utilizando varias fuentes al mismo tiempo (por “hibridación”) no alcanzó aún un punto tal que permita el desarrollo en proyectos de escala. Urgen nuevas legislaciones y normativas y principalmente políticas para: primero continuar impulsando generación eléctrica vía renovables, continuar procesos de desfosilización de la economía, continuar formando generaciones con nuevos pensamientos y paradigmas y lograr establecer bases para la generación de electricidad por hibridación de renovables con legislación que permita inversiones privadas y públicas a escala.

Un par de ejemplos: la India va a la vanguardia en política de renovables, tiene el objetivo de lograr generar 100 GW de electricidad (vía solar) y 60 GW (vía eólicos) para 2022, en un programa de generación eléctrica “híbrida” de dos fuentes: solar/eólica. Puede ser un ejemplo para Latinoamérica. España, lo propio, avanzó con un marco legal conceptual que permite, de momento, que su Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) defina los pasos para regular la generación eléctrica vía hibridación. España está buscando mecanismos de ejecución de su reciente Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo (ELP 2050) para reducir en 90% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2050 respecto a 1990 que está apoyado en base de renovables y que sin duda busca eficiencia en la industria.


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