Esta semana se celebró el Día del Estudiante Universitario en nuestro país. Sin duda alguna uno de los sectores más importantes del país. Representan la fuerza de la juventud, las ganas de superación, la curiosidad por el conocimiento. El estudiante universitario es sinónimo de renovación y nuevas tendencias que cuando se conjuga con la experiencia debida logra un futuro de progreso y avances para su país.

A todos los países de la Tierra les interesa que su gente adquiera los mayores conocimientos posibles para llegar a la profesionalización y la especialización. Mayor índice de años en el sistema educativo es igual a mayor nivel de avance y progreso en una sociedad. Por esta razón los países que apuestan al futuro se esmeran por invertir en su sistema educativo en todos sus niveles.

Se procura que en los años que una persona esté en la universidad pueda dedicarse por entero a los estudios, en ambientes que fomenten la investigación y el conocimiento. Las casas de estudios superiores tratan de brindar las mejores condiciones para preparar de la mejor manera a las nuevas generaciones de profesionales.

Lamentablemente en Venezuela todo lo antes descrito no aplica. Toda la cadena del sistema educativo nacional está en una fuerte crisis. La deserción escolar va en aumento y la migración de los bachilleres generan un saldo en el que cada vez son menos los jóvenes que entran en las universidades venezolanas.

Una vez que logra superar la tragedia que supone graduarse de bachiller en Venezuela, llega el joven a la universidad con grandes expectativas. Sin embargo, en nuestro país el estudiante universitario debe pasar por muchas calamidades al margen de lo que debería ser su principal objetivo que es el estudio. La terrible crisis económica, sumada a la crisis de servicios públicos básicos hacen que el estudiante venezolano deba poner su atención primero en cosas que no deberían ser un problema como el transporte, la luz o el agua, entre muchas otras calamidades. Nuestro estudiante universitario está viviendo situaciones difíciles que le impiden concentrarse en sus estudios como debería y eso los hace menos competitivos que a estudiantes de otros países.

Por otro lado hay que decir que el contexto universitario en el que se mueve el estudiante venezolano es también adverso. La crisis generalizada llega a todas las casas de estudios superiores,  indistintamente si son públicas o privadas, pero evidentemente golpea más a las públicas. Además de la destrucción de las infraestructuras, entre las que destacan la tragedia que se ve en los edificios de la UCV o en los jardines de la USB, algo que realmente da dolor; existe una destrucción institucional debido a la deserción del principal recurso que tenemos: el talento humano. Tanto el profesorado como el alumnado ha mermado de manera importante poniendo en peligro muchas carreras, posgrados y la continuidad misma de las universidades.

Hay que quitarse el sombrero y rendir tributo eterno a los profesores que continúan dando clases en nuestras universidades. También a los trabajadores. Todos devengando un salario miserable y condiciones de trabajo muy complicadas se han mantenido por vocación y porque comprenden la importancia de su labor.

La realidad es que nuestros estudiantes no tienen la culpa de estar atravesando esta situación. No fueron ellos los que vivieron la época buena del «ta barato, dame dos», de Recadi o de Cadivi de este país que terminó dejando nada para ellos. Las nuevas generaciones son víctimas del fracaso de las anteriores que no han dejado algo mejor. A pesar de la injusticia que supone con ellos esta situación, ha sido una tradición histórica en nuestro país que las mejores generaciones nacen de los momentos más difíciles.

Vaya nuestro reconocimiento a todos los estudiantes universitarios venezolanos, en realidad son héroes universitarios que están atravesando este caos que hemos descrito en estas breves líneas. Podríamos escribir una biblioteca entera describiendo más detalladamente la situación de nuestras universidades. El gran reto de esta generación es unir a los venezolanos en torno a un proyecto común a largo plazo en el que todos estemos representados y por el que todos trabajemos.


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