Hay que admitir que en los años ochenta había una pequeña crisis en Venezuela en el ambiente educativo, donde un profesor titular universitario ganaba 2.976 dólares. Profesores que daban grandes estímulos para escudriñar, dudar, buscar, repensar con los libros; incitaban al hambre más insaciable, que es la de conocer. También debo decir que se conseguían profesores de escuela en el mismo nivel, además con la hipersensibilidad de tratar con niños.

Ahora, tenemos que aterrizar en estas dos décadas del socialismo del siglo XXI. Un profesor titular universitario gana 121 dólares con suerte y el maestro de escuela está en el promedio de 9,1 dólares. Todos sabemos cómo están las universidades y las escuelas en el 2024. Estos profesores que con tales sueldos y las condiciones de las universidades y escuelas siguen dando clases, a pesar de todos los obstáculos y de la crisis que vive el país, de los horarios mosaicos que trabaja el transporte público, se paran en las mañanas para enfrentar el día con la disposición y pasión de enseñar. Tenemos que decir que son héroes en silencio, tratando de matar el virus de la ignorancia con la esperanza de construir profesionales y, sobre todo, hombres de bien.

Pero, a pesar de que estos héroes en silencio quieran hacer su labor con toda la pasión, debemos tener claro que con un sistema educativo como el que implementó Hugo Chávez es muy difícil que Venezuela tenga en el futuro más inmediato profesionales y mucho menos profesores que consuman conocimientos, que lean y que tengan una intelectualidad como los de antes. Hoy en día tenemos a muchachos de 14 años de edad cursando el bachillerato, que están viendo solo 6 de 11 materias; no tienen profesor de química, de física y castellano y al final del año aparece en el boletín como si la hubiesen cursado, ya que Hugo Chávez implementó como ley aquello de no aplazar a estudiantes, por lo que el “Ministerio” obliga a los docentes a pasar los alumnos de grado, tengan o no los conocimientos, es decir, nadie repite.

Muchos profesores universitarios y de escuelas se encuentran atrás de un volante de un carro como taxistas, otros en cafetería, en autolavados, en restaurantes como cocineros y como mesoneros, en Venezuela o si no en cualquier país vecino. Más de 100.000 docentes abandonaron el sistema educativo en solo 5 años, de acuerdo con los datos de la Federación Venezolana de Maestros; más de 100.000 tuvieron que desertar para ponerse a trabajar de cualquier cosa, ya que, si permanecen como docentes, el comer y cubrir los servicios más básicos para cualquier ser humano es casi una proeza.

¿De verdad alguna vez la revolución del siglo XXI tuvo un proyecto educativo? ¿Por qué Nicolás Maduro nunca habla de educación? La profunda crisis del sistema educativo y de sus infraestructuras es algo que el régimen no puede tapar y ni acudir a la retórica de culpar a Estados Unidos. ¿Por qué destruir la educación y tratar de establecer un sistema educativo mediocre casi inexistente? La única respuesta es que el régimen no quiere a personas que piensen, que analicen, que reflexionen y que si tienen alguna duda vayan a bibliotecas y consulten libros. Analizando su conducta y todo lo que han hecho, es muy fácil ver que lo que quieren son fanáticos ignorantes, que piensen que la única verdad es la de ellos. Solo quieren masas analfabetas que marchen con ellos y que sigan ciegamente una supuesta revolución. Y así tener una república de tontos.


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