Es un desatino reconocer que los partidos agrupados en el G-4 reciben dólares de acuerdo con la jerarquía en esas organizaciones. Estas sumas van de 50, 100, 300, 500 y 1.000 y para alimentar la denominada “burocracia partidista”.

Proclamar héroes no es fácil, solo bien explicado como «Teoría de la historia» por Jorge Luis Borges, el libro de Carlyle y Emerson De los héroes hombres representativo. En Venezuela, Rómulo Betancourt escribió Hombres y villanos (1975), quien, con su inconfundible estilo, afirmó: “He pensado que en esta hora venezolana cuando se vive un peligroso momento de inversión de valores humanos pueda ser de utilidad para los jóvenes y aún para los que no son jóvenes recordar a quienes supieron asumir a plenitud la responsabilidad de vivir”. En ese sentido definió al hombre a quien «está dotado de cualidades singulares, es capaz de promover transformaciones». Y sobre la noción de Villano remitió al lector a cualquier diccionario, que le califica de «ruin, vil e indecoroso”. En esas definiciones se puede entender –mejor en su libro– el criterio betancuriano del héroe y el villano

El asunto fue tratado con seriedad en 1980 en el Instituto de Estados Políticos de la Universidad Central de Venezuela, con el patrocinio de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV y del Consejo Supremo Electoral, con ponencias de Juan Carlos Rey, Andrés Stambouli, Humberto Najan, Diego Bautista Urbaneja, Eduardo Vio Grossi y José Brito González, titulado “El financiamiento de los partidos políticos”.

Sobre ese aspecto, muy puntual y de principios para el sistema democrático, es de recordar, como restaurada la democracia las colaboraciones provenían de fuentes confiables. Acción Democrática exigía en su aniversario “el medio salario” de sus militantes; y a sus representantes en cargos de elección popular se les exigía una cuota mensual hasta que comenzaron las desviaciones, como aquella que viví una vez en el aeropuerto de Barquisimeto. Me encontraba a la espera de un dirigente nacional del partido y alguien me susurró: “Si viene en avión comercial es un pendejo; si es en avión particular, tiene financista”.

Efectivamente, se fue imponiendo el financiamiento más que al partido a ciertos de sus dirigentes. En ese sentido, Carlos Canache Mata denunció  en una ocasión: “Está en marcha un plan condenado al más rotundo fracaso a realazos ponerle la manos a Acción Democrática. La democracia venezolana no es una fortaleza en trance de ser asaltada y conquistada con tanques armados de bolívares y dólares” (Diario El Nacional, enero 2 de 1993).

El politólogo Andrés Stambouli, por su parte, alertó de “partidos oligarquizados” (…) “en una sociedad pasiva y paternalista” que nos llevaría al “clientelismo político” que instauraría autocracias políticas, en los partidos, por lo que no convocan a elecciones internas, ante el control del militante parásito.

¡Qué vergüenza de democracia! corroborada por el ciudadano Alfonso Marquina, llamando como “héroes de la democracia” a los cobra sueldos de sus partidos. Claro, a él le importa un comino que “héroes de la democracia” fueron  los jóvenes asesinados el Día de la Juventud, el 12 de febrero de 2014.

Los partidos políticos en verdad requieren de financiamiento para su funcionamiento y la movilización  de sus dirigentes, publicaciones, campañas electorales, gastos de movilización, etc., pero con dignidad diputado Marquina.  Resulta que la Constitución Bolivariana pauta en su artículo 293, ordinal 9, que el Poder Electoral tiene entre sus funciones: “Controlar, regular e investigar los fondos de financiamiento de la organizaciones con fines políticos”.

Y ahora viene usted, ciudadano Marquina, a justificar la defenestración del presidente interino, “por escándalos de corrupción”, y en lugar de abrir una investigación se designa una “Comisión” para  que administre los fondos de Citgo, para mantener a los «héroes de la democracia”,  cuando en verdad son unos villanos.

Ojalá pudieran leer Los intereses creados de Jacinto Benavente, quien afirmaba: “Somos hombres como mercancía que valemos más o menos según la habilidad del mercader que nos presenta”.

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