El muy recordado y joven “Izarrita”, entonces a cargo del Ministerio de Información en época de Chávez, afirmaba sin pudor alguno la necesidad de que el gobierno consiguiera la “hegemonía comunicacional” para lograr que no hubiera otra voz que la que ellos querían que se escuche. Lo lograron en su casi totalidad a través de la compra de medios, la censura, la autocensura, la negación del papel, el acoso, las demandas judiciales etc. Este mismo periódico que hoy nos ofrece la posibilidad de opinar con libertad es apenas uno de los muy pocos sobrevivientes de esa desigual guerra y eso porque sus directivos han inventado y logrado que la función informativa y la opinión crítica siga presente a través de la edición digital que además está bloqueada en Venezuela o el recurso técnico del VPN que permite sortear esa limitación y también por el reenvío de los textos en formatos que puedan sobreponerse a todas esas limitaciones.

Lo anterior viene a cuenta como explicación del ilimitado desparpajo con que los funcionarios del régimen gobernante expresan las mentiras más insólitas con el objeto de hacerlas creer a quienes no tienen otras fuentes de información que no sea la oficial.

Tenemos a la mano un ejemplo muy reciente que ilustra sin desperdicio cómo la mentira aspira a convertirse en verdad a punta de su ilimitada repetición en todos los medios que -con o sin convicción- integran la mentada hegemonía que proponía el entonces ministro, hoy casi en el anonimato y aparentemente no muy conforme con lo que está pasando. Esa era la técnica que con éxito empleó Joseph Goebbels, ministro de Información de Hitler, quien sostenía que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad y es también el sistema que hoy usa Putin -con éxito- para hacer creer a los rusos que la invasión de Ucrania es una “operación especial” destinada a erradicar el nazismo en ese territorio y defenderse de la supuesta amenaza de Kiev a su régimen. Las encuestas de opinión que se hacen en Rusia -incluyendo las serias- revelan que ese pueblo tiende a creer lo que se le repite una y mil veces con el objetivo de lograr aceptación y apoyo para una mentira del tamaño de una catedral.

Un  ejemplo reciente del engaño al que se somete a nuestro pueblo tiene que ver con el curso de la demanda que Guyana ha promovido contra Venezuela en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por el territorio Esequibo. Ese diferendo ha llegado a los estrados internacionales pese a la oposición de Venezuela y allí no hay vuelta atrás. El Tribunal resolvió que sí tiene jurisdicción sobre el caso. De seguidas Venezuela, apelando al recurso de estirar el asunto lo más posible presentó una incidencia solicitando que Gran Bretaña fuese incorporada como parte del litigio toda vez que a la hora de la firma del Acuerdo de Ginebra en 1966 para resolver el asunto, Guyana era su colonia. La Corte rechazó de plano tal argumento, lo cual dio lugar a una desafortunada y mentirosa explicación ofrecida por el agente de Venezuela -Samuel Moncada-, según la cual tal decisión constituye un resonante éxito venezolano y no un fracaso como lo interpreta todo el mundo excepto ellos. Quien vea la entrevista bien puede creer que está presenciando un show del absurdo o una explicación como las del muy recordado jurisconsulto Dr. Chimbín que interpretaba el  inolvidable Joselo.

A lo anterior sigue el revés propinado por la Corte Penal Internacional cuya Sala de Cuestiones Previas, luego de haber recibido de la Fiscalía formalmente casi 9.000 formularios suscritos por víctimas de delitos de lesa humanidad en los que se describe individualmente cada caso contando con la inamovible garantía reglamentaria de confidencialidad para evitar la retaliación oficial que seguramente llevará a cabo el equipo de Miraflores. Quien esto escribe tuvo en sus manos más de 800 de esos casos que fueron ordenados y sistematizados antes de que fueran presentados en La Haya en el tiempo apropiado.

¿Qué hicieron los ocupantes de Miraflores? Pidieron un plazo adicional no previsto en los reglamentos con el objeto de “contestar una por una” las denuncias consignadas ante el Tribunal. Palo total: la Sala de Cuestiones Previas respondió escueta y firmemente que no toda vez que la identidad de las víctimas es confidencial y que adicionalmente el elevado  número de denuncias, casi 9.000, harían interminable el trámite siendo que al momento no hay juicio aún, sino la etapa de investigación activada por la Fiscalía que dirige Karim Khan.

A estas alturas los muchachos de Miraflores anuncian en sendos comunicados distribuidos “urbi et orbe” que la decisión comentada es un triunfo porque en la misma se habla de “víctimas potenciales” que solo se convertirán en reales y concretas cuando termine el juicio. Esta vez podemos intuir que la fuente de tan enjundioso razonamiento no será otra que el ingenioso Cantinflas a menos que quien tenga algún interés en el tema -y cuente con Internet- busque cómo informarse a través del enlace  www.un.org/es/icj. Allí está todo, diga lo que diga quien esté a cargo de pronunciar la mentira que se le encomiende.

@apsalgueiro1


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