Expresidente de Hungría, Katalin Novák

He renunciado a ti, serenamente

Un escándalo por un indulto presidencial a un sentenciado en un caso de pederastia ha forzado la renuncia de la presidente de Hungría, Katalin Novák. La crisis se ha llevado también a una de las principales aliadas de la mandataria, la exministra de justicia Judit Varga por haber dado el visto bueno a la medida de gracia.

¿Que hay en el ADN político de los liderazgos de esos países? Un escándalo inmediatamente  obliga por moral y empuja a renunciar a los líderes involucrados. La fuerza de la opinión pública y las convicciones principistas los presionan a una decisión con la que se aplaca circunstancialmente el escándalo pero que también abre las puertas de un expediente judicial para la determinación de las responsabilidades a todo nivel. Específicamente en los más altos. En este caso es la presidenta de Hungría quien renuncia, pero también lo hace su ministro de Justicia.

Como renuncia a Dios el delincuente

La cultura de la renuncia no está muy ensamblada en el perfil del político criollo. Hay algo en lo vernáculo que le pone al cargo que se asume un sentido de propiedad por encima de la corona del poder. Nada que ver con responsabilidades y deberes; y si con derechos que se asumen. Distinto en los países donde la ética es un asunto de vida o de muerte política. El caso de John Profumo, para colocar historia muy contemporánea, en el Reino Unido de la Guerra Fría es uno muy emblemático. Profumo, ministro de la Defensa del reino, compartía la cama de una prepago con el agregado naval soviético, Yevgeny Ivanov, de quien se sospechaba fundadamente que actuaba como espía de la KGB bajo cubierta diplomática en la legación de Londres. Cuando se descubrió el caso, el escándalo lo forzó en la renuncia. Una ambivalencia en Estados Unidos pone en contraste el tema, con el caso de Richard Nixon y el Watergate con el de Bill Clinton y Mónica Lewinsky en la oficina Oval. A uno lo sacó la política después de ventilarse públicamente la verdad por la investigación de dos periodistas, y a este otro lo dejó quieto la economía a pesar de las acaloradas sesiones de sexo oral frente a las miradas de George Washington y de Abraham Lincoln en los retratos que bordean la chimenea y las banderas que presiden el salón. El estandarte moral norteamericano penduló en la pértiga de la opinión pública entre los vientos de la justicia y la causa de la verdad, y los del pragmatismo de los indicadores económicos que sostenían el modo de vida en el sueño americano.

He renunciado a ti como el mendigo

En estos predios tropicales el atornillamiento en los cargos es una conducta que se asume una vez que se levanta la mano derecha y se responde solemne el sí, lo prometo de la formalidad del juramento ante las cámaras de los parlamentos. Después de allí hasta estos tiempos revolucionarios el distanciamiento de los tiempos del Capitán General don Vicente Emparam, asomado al balcón del Ayuntamiento y pronunciando el “yo tampoco quiero mando” hay un mundo distinto al del 19 de abril de 1810. Solo el despido formal si se está en cargos menores, por encima de eso siempre estará la oportunidad de extenderse en el poder modificando la constitución para la reelección o valiéndose de cualquier argucia jurídica o el simple me quedo a lo Juan Charrasqueado. El recurso de la fuerza de los disparos de fusil y de las cargas de bayoneta ponen a suscribir la pagina en blanco donde se anuncia la renuncia. Y en estos últimos tiempos la gente en la calle y la seguidilla de los pronunciamientos militares como el 11 de abril de 2002. Más allá de eso, nada.

Ese esquema de obligaciones morales y de renuncias hubiera puesto a renunciar al ministro de Defensa del 4F por lo de la conspiración y el golpe de Estado, y también al presidente provisional Ramón J. Velásquez por el indulto al narcotraficante Larry Tovar Acuña. Pero ya se sabe que no somos países de renuncias y esas vainas. Así como es un lujo tener líderes que asuman errores en las decisiones, que enfrenten responsabilidades por pifias y que no se dediquen a torear las secuelas de los traspiés políticos.

Que no se deja ver del viejo amigo

En el caso de Venezuela el escándalo por lo del 4F, algunas nulidades engreídas, sin argumentar y sin consultarse en que la nación se dividió en dos toletes después del golpe, dicen que ese es un tema que no vale la pena desenterrar y menos con la reapertura del expediente del golpe de Estado y la conspiración. Una investigación objetiva expondría en las miserias a los autores intelectuales, a los cómplices y a los encubridores. No los obligaría a renunciar responsablemente como la presidenta de Hungría por el indulto inmoral; algunos están muertos y otros se sumergieron en la oscuridad de sus ambiciones, pero les sellaría en el tiempo y ante la historia las responsabilidades en el pasaporte de la verdad. La verdad que aún se mantiene oculta en el antes, en el durante y en el después del 4F. Como debe ser.

Como decía Andrés Eloy Blanco, eso de la renuncia a los cargos públicos en Venezuela se convierte en el tiempo en vapores de la fantasía.

 


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