La próxima cita electoral presidencial reúne las condiciones para ser considerada, sin incurrir en dramatismos, como un evento decisivo para el futuro venezolano; que también tendrá consecuencias políticas importantes en el concierto internacional en proceso de configuración.

Una victoria electoral del chavo-madurismo, sin representar a la mayoría nacional, en un proceso con participación de las fuerzas democráticas sería catastrófica para el futuro del país y una derrota para el mundo libre.

Es conveniente registrar que el régimen se viene preparando a conciencia, sin improvisaciones, haciendo acopio de recursos y maniobrando sin pausa para ganarlas a todo evento. Los trazos gruesos de su estrategia están claramente delineados. Gran parte de la misma se basa en potenciar las carencias y debilidades que lesionan la competitividad política de la oposición democrática.

La actitud reiterada del oficialismo de mantener congeladas las conversaciones para negociar con las fuerzas democráticas y la ausencia de apertura política hace prever que el proceso hacia los comicios de ¿2024? va a estar marcado por una actitud dura e intransigente. Renuente a concesiones en el tema de las condiciones apropiadas para la calidad democrática de los comicios.

Las consideraciones anteriores aconsejan a las fuerzas democráticas venezolanas y a sus aliados internacionales no posicionarse ante el mismo como si fuesen unos comicios habituales en tiempos normales, porque no lo son.

Las fuerzas de cambio han decidido escoger su candidato presidencial en elecciones primarias abiertas. La decisión de apelar a la ciudadanía para tan importante selección es, vistas las circunstancias de dispersión del campo democrático, así como de la ausencia de liderazgos reconocidos por todos, el mejor método para escogerlo. Es una fórmula no exenta dificultades de todo tipo, pero que tiene virtudes innegables si su proceso es exitoso como quedó demostrado en 2012. Las reiteradas afirmaciones del vicepresidente del PSUV de que las primarias no se materializarán evidencia más que clarividencia del personaje el temor que suscita en el oficialismo su realización exitosa.

En contra de ese éxito potencial conspiran actitudes, comportamientos y posicionamientos de algunos sectores del campo opositor que dificulta llegar a los acuerdos políticos y reglamentarios necesarios para despejar el panorama de las primarias. Asuntos que renuevan dudas y resquemores sobre la conveniencia del método seleccionado. Me refiero a: la proliferación de precandidaturas; la controversia sobre la conveniencia de la participación del CNE en algunas etapas del proceso; el formato de doble vuelta como requisito de legitimación del escogido (hay quienes  llegan al extremo de solicitar doble vuelta sin participación del CNE subestimando complejidad, costos, tiempo que demanda un proceso como ese); las diferentes propuestas sobre la fecha de las primarias y la ausencia del reglamento respectivo.

Después de haber anunciado la realización de primarias abiertas para escoger el candidato de la unidad democrática, renunciar a hacerlas es peor políticamente. La dirigencia debe trabajar y colaborar para que salgan bien desechando asuntos que complican su realización. Debe desecharse el ballotage porque no es cierto que es requisito indispensable para que el escogido tenga legitimidad. La misma provendrá de la calidad democrática e inclusiva del proceso, de una considerable participación ciudadana y del compromiso de las fuerzas políticas participantes de apoyar sin fisuras a quien resulte electo; por otro lado la doble vuelta duplica las dificultades operacionales, logísticas, financieras y supondrá un desperdicio de tiempo susceptible de favorecer cualquier maniobra del oficialismo para usarlo a su favor. La proliferación de precandidaturas, siendo algo inevitable por la situación y porque no se puede coartar un derecho constitucional, puede tener el efecto positivo  de alentar la participación ciudadana y aclarar cuál es la correlación de fuerza real en el seno del campo democrático.

Es necesario resolver cuanto antes la fecha de realización de las primarias, superar las diferencias arriba glosadas y consensuar el reglamento del proceso. Un uso apropiado de los tiempos (asunto clave en política y sobre todo cuando se tiene de contendiente  al chavo-madurismo) recomienda tener resueltos los asuntos planteados a más tardar en enero de 2023.

 


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