Cuando se quiera concretar lo conceptual en materia de la guerra, especialmente en su referente teórico más generalizado en Occidente, en el prusiano de las guerras napoleónicas Carl von Clausewitz y su expresión más global; hay un buen ejemplo a la mano que está en la historia contemporánea a la vuelta de la esquina en el tiempo y que puede tomarse sin ningún error.Allí calza perfectamente la expresión de la guerra es la continuación de la política por otros medios. La guerra civil española. Ese trágico episodio político y militar comprendido entre 1936 y 1939 que partió en dos mitades de odio a la península, es el más refinado paradigma de como el camino de la política, cuando se termina, desemboca en los fusiles y las bayonetas. Y después que se aprieta el disparador del arma en la mano, el alma de la nación se dispersa y se evapora en el humo de la pólvora y en el estruendo de la artillería. 83 años después de la renuncia de Manuel Azaña y la desaparición de la II república, los rencores, las divisiones y los enconos fomentados oficialmente aún persisten en la España del milenio. Así funciona la guerra.

La guerra civil en España finaliza oficialmente el 1 de abril de 1939 después de tres años de combates y de las penurias de la beligerancia. Cinco meses después las poderosas fuerzas blindadas de la Wehrmacht con el creador de la Blitzkrieg, el coronel general Heinz Wilhem Guderian, entre sus mandos, invaden Polonia por el oeste con la fuerza de los Panzer;y más tarde, dieciséis días después, las tropas de la URSS lo hacen por el este haciendo de la II república en Polonia un auténtico sándwich político y militar entre el ejército nazi y el rojo, en apenas veinte días de operaciones. Era el fin de otra II república, esta vez en Polonia. Y a partir de allí, de la caída de dos II repúblicas, se toma como el referente del inicio de la II Guerra Mundial. Eso es historia.

Todos esos eventos tuvieron como sustento previo acuerdos políticos suscritos por los gobiernos que representaron las repúblicas en desgracia y los gobiernos que emergían. En la España de 1936 el bando republicano levantaba las banderas de la supresión del sistema capitalista, el establecimiento de la dictadura del proletariado y la completa abolición de las clases sociales y la realización del socialismo, como primer paso a la sociedad comunista, como se establecía en las ordenanzas de la III Internacional Comunista (Komintern) con el respaldo de la URSS y México, y al frente el bando nacionalista con el general Francisco Franco y el estandarte del anticomunismo y la conservación de los valores históricos de España como el catolicismo y una sociedad de valores ancestrales, apoyados por Alemania, Italia y Portugal. En la Polonia de 1939 la invasión alemana y la soviética estuvieron precedidas del pacto de no agresión germano-polaco firmado en 1934, una sutil y eficiente maniobra política que debilitaba las relaciones entre Francia y Polonia a favor de los intereses alemanes; y del pacto de no agresión germano-soviético firmado ocho días antes de la invasión.  Eso también es historia.

En los párrafos precedentes está lo conceptual, lo contextual, lo histórico, lo político y lo militar para darle consistencia y firmeza a la expresión clausewitzianala guerra es la continuación de la política por otros medios” con ejemplos aún tibios en la contemporaneidad y la cercanía de las fechas.

Vamos ahora a lo de la visita. En la guerra civil española, en apoyo al bando republicano se hicieron presentes en la concentración, el despliegue y las maniobras frente a los nacionalistas de Franco unas unidades militares conocidas como las Brigadas Internacionales. Estas fueron estructuras formadas por voluntarios de más de 50 países alineados con la solidaridad proletaria y en sintonía con los acuerdos políticos del Komintern. Bajo esa referencia política se presentaron a filas para hacer la guerra más de 50.000 camaradas voluntarios a ayudar operacionalmente a la II república española. De nada valió el esfuerzo rojo adicional.Y la visita no tuvo ningún resultado.

Entre 1941 y 1943, los españoles nacionalistas organizaron a pedido del III Reich una unidad de voluntarios que en números alcanzó a los 45.000 hombres en armas para contribuir en reciprocidad por el apoyo germano durante la guerra civil, con la guerra que mantenían los alemanes al este, fundamentalmente en el sitio de Stalingrado. La 250 división de infantería como se denomina oficialmente a la unidad militar o la división azul como se le apelaba coloquialmente tuvo en alta a oficiales y soldados voluntarios, estudiantes, obreros, veteranos de la guerra civil de ambos bandos y emigrantes. El reclutamiento inicial tuvo un éxito por la propaganda y por las ventajas económicas que derivaban del alistamiento, como la doble paga, subsidios para sus familiares y doble cartilla de racionamiento. La división azul española con los alemanes en el asedio y el cerco fracasaron después de 2 años, 4 meses y 19 días de feroces enfrentamientos frente a una intrincada defensa soviética que deja en su victoria frente a las heladas planicies del fracaso de la retirada nazi, más de 1 millón de muertos. Los españoles devolvieron la visita a los soviéticos y como ellos, se fueron arrastrando una derrota. La guerra en 1936 en España, en 1939 en Polonia y en el sitio de Leningrado entre 1941 y 1943 fue la continuación de la política por los medios de siempre; porel vivac, el casco, la bota, el fusil, el tanque, el cañón, los aviones de combate y los navíos en zafarrancho de maniobra. Es historia.

Desde el 24 de febrero de este año a la fecha han transcurrido 7 meses de guerra entre Rusia y Ucrania. Las hostilidades han desatado todo género de análisis y proyecciones en el tiempo que no han calzado exactamente en los resultados. Todo apunta a que será una guerra larga. Ya lo es. En estos tiempos supersónicos, de amplias coberturas satelitales en el espacio, de información en tiempo real, de inteligencia artificial y de tecnología de las comunicaciones, las guerras no deberían superar a la guerra entre Zanzíbar e Inglaterra en 1896 que duró un máximo de 45 minutos después del primer cañonazo de los barcos británicos al palacio presidencial del sultán. El 21 de septiembre próximo, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció una movilización militar parcial de reservistas para continuar la guerra. El anuncio del mandatario se produce un día después de que las regiones controladas por Moscú en el este y el sur de Ucrania anunciaron planes para celebrar referendos acerca de su integración a Rusia. Los rusos han visitado a Venezuela desde la celebración de los acuerdos políticos y militares suscritos entre el entonces presidente Hugo Chávez y el canciller Nicolás Maduro, con Vladimir Putin. Desde ese entonces, compras militares, visitas, ejercicios combinados, declaraciones de apoyo, brindis champaña en mano del general en jefe Vladimir Padrino con altos jefes militares de la nomenclatura del Kremlin y vocería para eso que llaman la tripolaridad y la guerra difusa desde el quinto piso del ministerio en Fuerte Tiuna han sido la constante. Hay acuerdos políticos suscritos y existen convenios Rusia-Venezuela que se han ventilado a través de los medios. Este es un buen momento para una declaración al más alto nivel para informar a la opinión pública que se activó una unidad de voluntarios venezolanos para apoyar el esfuerzo bélico ruso en la región del Donetsk. Ofertas para el reclutamiento como doble paga y doble caja CLAP para los familiares que se quedan pueden servir de fuerte motivación para aumentar las altas en filas. Así han funcionado históricamente los acuerdos políticos cuando se acaba el camino de la política y empieza la ruta de la guerra. Que lo remache el prusiano en su texto De la guerra.

Los acuerdos políticos tuvieron en su momento una expresión militar. La letra del prusiano se cumplió en eso de extender la política hasta la guerra. Las brigadas internacionales en España y la división azul en Rusia fueron fracasos militares en los resultados de sus respectivas movilizaciones. En lo conceptual Clausewitz acertó. Allí está el contexto, allí está la historia. Otra cosa son las derivaciones.

Los rusos han sido consecuentes y constantes en la visita en cumplimiento a los acuerdos políticos. Este es un buen momento de guerra para la reciprocidad y devolver la visita. Tiene la palabra el general en jefe Vladimir Padrino para empezar a movilizar a la División Roja.

Nos sentaremos a esperar los resultados.


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