Foto Efecto Cocuyo

Es probable que Iván Márquez haya muerto en la frontera. El avión iraní venezolano transportaba grandes sumas de dinero. Nicolás Maduro no podrá acompañar a Gustavo Petro el día que asuma la presidencia de Colombia. Todas estas noticias de interés quedan relegadas ante la impotencia que da enterarse de que otra niña venezolana, esta vez de 5 años de edad, falleció en el hospital J. M. de los Ríos esperando un trasplante de riñón. Otra muerte que se hubiera podido evitar. Duele y demasiado.

La mamá de Karla Barrios debe estar desconsolada y con mucha rabia. Como ese dolor no hay ningún otro y no se va con nada. La niña era paciente del servicio de Nefrología porque tenía una enfermedad renal en estado cinco, su única esperanza era esa operación.

Lo más doloroso, lo que más ira debe generar en los venezolanos de buen corazón es que esto no le pasó a esta madre nada más. El gobierno de Nicolás Maduro suspendió sin motivo el programa de procura de órganos que estaba precisamente diseñado para estos pacientes pediátricos. Y cada vez que ocurre un fallecimiento ninguno de los personeros de la cúpula que acompaña al residente de Miraflores se atreve si quiera a dar el pésame. No responden ni siquiera cuando los familiares exigen explicaciones ni cuando las organizaciones no gubernamentales detallan la situación de este y otros servicios del Hospital de Niños.

Apenas van seis meses de 2022 y ya hay ocho fallecidos por este mismo problema; no hay órganos, no hay cómo salvarles la vida, a veces no se cuenta ni con una máquina de diálisis en buen estado para poder darles un poco más de tiempo. ¿Y qué dice el ministro de Salud? ¿Qué dice la vicepresidenta? ¿Qué dice la primera combatiente? Otros años (de la democracia) eran aquellos en los que las esposas de los presidentes se encargaban con vocación y cariño de mejorar la situación de la infancia venezolana más necesitada, pero esto no está en la lista de prioridades de ninguno de ellos, ni siquiera de las que han sido madres.

No repitan que se suspendió el programa de procura de órganos por las sanciones porque ya se ha dicho hasta el cansancio que las medidas impuestas por gobiernos como Estados Unidos y los de Europa no tienen que ver con problemas de salud. Sin embargo, ¿no podrían hacer algo los llamados líderes de oposición? ¿No manejan algunos fondos para la ayuda humanitaria? ¿Vamos a dejar que se sigan muriendo los niños?

Esto es un problema que debe abordarse con urgencia; casi dos pacientes muertos cada mes desde que empezó este año. No es justo que esto ocurra, sobre todo cuando antes Venezuela llegó a ser un Estado que proveía servicios de salud de calidad para los más necesitados y precisamente esa es la principal misión del J. M. de los Ríos. Hay médicos brillantes en este país que quieren salvar vidas, solo hay que apoyarlos.

Basta de tanta indolencia. A los pacientes del Hospital de Niños se les agota el tiempo.


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