Prensa Miraflores

Otra vez la peste se burla de los venezolanos, cuando el aposentado en Miraflores, en gallera o cadena nacional, con una larga perorata y un rosario de zoquetadas, dice haber convocado a acuerdos nacionales, planes de convivencias, diálogos y elecciones, y con su consabido lenguaje de guapetón de barrio, amenaza y se exhibe como lo que no es: ni estadista ni demócrata ni respetuoso de la democracia y de sus instituciones.

Su cuestionado des-gobierno insiste en elecciones, previo cumplimiento por parte de la oposición, de obligaciones de difícil o de imposible cumplimiento.

En lugar de ser la memoria esa casa amoblada con todas sus cosas, donde al llegar el recuerdo nos da la bienvenida, el susodicho pretende que olvidemos lo que hasta ahora ha ocurrido en el país.

Veamos: el ch… abismo anuló de facto la Asamblea Nacional electa en 2015, bloqueó el referéndum revocatorio en 2016 y postergó ese año las elecciones regionales. Además, instaló una fraudulenta “asamblea nacional constituyente” en 2017 y adelantó a conveniencia las elecciones presidenciales en 2018. Y para más INRI, la chapuza del pasado 6D, una farsa, un fraude, un simulacro.

El que no tiene memoria se hace una de papel” dice Juvenal Urbino, quien recurría a las noticas recordatorias en una novela de García Márquez. Aquí no le faltó, no le falta ni le faltará papel al Demóstenes de nuevo cuño, como sí en este preciso instante le falta a tantos diarios venezolanos, que hoy no tienen como salir en circulación por tal carencia, en otro intento del desgobierno por acallar las voces disidentes, perseguir o restringir a los medios que no le son acólitos y limitar, a todas luces o a oscuras, la libertad de prensa en Venezuela.

El mismo Gabo nos dice que “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”.

El país espera, anhela, clama por un plan de vacunación. Pero también la resolución de tantos problemas más, carencias y padecimientos que faltaría espacio para mencionarlos todos.  Venezuela añora se le informe un mínimum de verdad sobre los ingentes dolores que padece: inseguridad y hampa armada y desalmada; desabastecimiento y escasez o lo que es lo mismo, colas y listas; inflación, entre otros de parecida naturaleza y no menos importantes.

Hay quienes toman pastillas para mejorar la memoria, pero siempre las olvidan, las pastillas y la memoria.

Hoy te digo, amigo lector, a un lado el modo cómo pienses, haz memoria y cuenta los desmanes de esta pesadilla de más de veintidós tortuosos años, coloreada de un rojo alarmante que se ha posado sobre nuestro sueño y realidad de país.

Dime si no vale la pena creernos el cuento de tener un mejor país, entre todos construirlo y reconstruirlo e instalarnos en él como ciudadanos.

Dime si como yo, no quieres mudarte a un mejor país, pero en el mismo sitio, con ciudadanos de primera categoría, no de 4ª ni de 5ª que solo piensan en su particular interés; tienen alcancías como bolsillos; sueñan solo con el erario y en el corazón les parpadea el signo monetario de la infamia y del delito.

¿Cuántas vacunas o tratamientos para el cáncer hubieran podido cubrirse (pagado) con los 60.000 dólares que dijo haber recibido un merenguero dominicano por cantar en palacio el cumpleaños feliz?

Ahora recuerdo uno de los más fascinantes episodios de la novela Cien años de soledad, el de la peste del insomnio, cuya consecuencia es el olvido.

 “…cuando el enfermo se acostumbraba a sus estados de vigilia, empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aun la conciencia del propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado«.

¿Es acaso eso lo que quiere la barbarie? Prohibido olvidar, dice una canción de Rubén Blades y a mí particularmente, me gusta mucho la palabra memoria, como para no olvidarla nunca.

La memoria es de los demócratas, del autócrata el olvido.


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