Cada cierto tiempo renace el debate. Fue así en los años cincuenta, al igual que en los noventa del siglo pasado, y vuelve el tema en estos tiempos. Se considera que las ideologías son instrumentos de pensamientos e ideas periclitados, nocivos, que han hecho un  inmenso  daño al desenvolvimiento de las sociedades y al progreso del mundo. Por las ideologías se ha vertido demasiada sangre, por ellas sufre mucha gente. El ejemplo por excelencia sería el comunismo, una ideología totalitaria y de fuerte contenido utópico, con su estela de desgracia sobre la humanidad; también el fascismo y el nacionalismo extremista, al igual que el anarquismo, constituirían fuertes ideologías con el lastre de miseria sobre los pueblos que la han padecido. Por supuesto que todo ello es verdad, lo que no significa que hayan necesariamente desaparecido, sino que más bien se han transfigurado bajo otras formas y con diversos contenidos.

Ideología es un concepto que ha sido llenado con diferentes significados, y ha encontrado diversas aproximaciones teóricas para entenderlo e interpretarlo, desde la misma época en que comenzó a utilizarse, modernamente hablando, cuando como “ideólogos” Napoleón identificó peyorativamente a Destutt de Tracy y sus seguidores. Nos contentaremos aquí con utilizar un significado débil de ideología, que el politólogo Carl Friedrich define como un sistema de ideas conectado con la acción, que comprende un programa y una estrategia para su actuación, dirigido a cambiar o defender el orden político existente, y encarnado en un partido o grupo comprometido en la lucha política. Así definidas, las ideologías pueden ser extremistas o moderadas. Las primeras plantean una transformación radical de la sociedad (son en este sentido ideologías revolucionarias), mientras las segundas aceptan la realidad como algo cambiante y complejo a lo cual procuran  adaptarse, sea para conservarla, sea para reformarla. La conclusión es muy clara para la fortaleza de los sistemas democráticos. Las ideologías extremistas propenden a su destrucción (el pensamiento único), mientras las ideologías moderadas la fortalecen gracias a la práctica y el respeto de un principio cardinal de la democracia de nuestros tiempos: el pluralismo político, que yo uno a la idea de la aceptación del Otro en la construcción deliberativa  (en el sentido de Habermas) de sus procedimientos y objetivos.

En la actualidad siguen existiendo ideologías extremistas, pues ni el comunismo, tampoco el fascismo ni el nacionalismo extremista han sido definitivamente derrotados, y no han podido ser arrojados como quisiéramos, al basurero de la historia, a lo que se agrega el surgimiento o resurgimiento de otras ideologías extremistas, como es el caso del fundamentalismo de soporte religioso (sea islámico, cristiano o judío), que sin duda conspiran contra la estabilidad de las democracias,  junto a las conocidas ideologías moderadas , como son los casos del conservadurismo, el liberalismo en sus diversas versiones, la socialdemocracia y el socialcristianismo.

La dificultad de aclarar y darle sentido al mapa ideológico de la actualidad está en el surgimiento de lo que llamaría la penetración segmentada en ese mapa de nuevos “aportes” ideológicos, como son los casos, cada uno con sus peculiaridades y acento más o menos rígido o incluso dogmático , sea como teoría, sea más bien como práctica, del feminismo, el ecologismo o el populismo.

Consecuencia de la situación someramente descrita, la díada izquierda-derecha, y su correlato, ideologías de derecha e ideologías de izquierda, ha sido trastocada, mas no destruida. Termino con las palabras autorizadas de un pensador liberal de izquierda, Norberto Bobbio, que hago mías y las dejo abiertas al debate. “La izquierda de hoy ya no es la de ayer. Pero mientras existan hombres cuyo empeño político es movido por un profundo sentido de insatisfacción y de sufrimiento frente a las iniquidades de las sociedades contemporáneas, hoy quizás de una manera no tan combativa respecto a las épocas pasadas, sino mucho más visible, se mantendrán vivos los ideales que han marcado desde hace más de un siglo todas las izquierdas de la historia”.

 


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