Iberoamérica enfrenta hoy diversos desafíos. Algunos tienen su origen en la situación interna de los países, otros son impuestos por el escenario internacional; algunos constituyen una herencia del pasado mientras otros son consecuencia de procesos que han tenido lugar en el último tiempo. Dentro de estos últimos, por su transversalidad e impacto, destacan los retos derivados del cambio climático, los que emergen de la transformación digital, las amenazas que se ciernen sobre la seguridad alimentaria y las deficiencias de una arquitectura financiera internacional ideada hace décadas, que no ofrece herramientas adecuadas para paliar los efectos de las más recientes crisis y generar un crecimiento alto y sostenido.

Para hacer frente a estos desafíos, la Comunidad Iberoamericana ha decidido reafirmar su apuesta por un multilateralismo sin exclusiones, por las soluciones consensuadas y por la cooperación centrada en las necesidades de las personas. Así lo demuestra el trabajo realizado por los veintidós países iberoamericanos, liderados por la Secretaría Pro Témpore de República Dominicana y apoyado por la Secretaría General Iberoamericana. Dicho trabajo ha preparado el camino hacia la XXVIII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, que tendrá lugar el próximo 25 de marzo en Santo Domingo, República Dominicana, bajo el lema: “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible.”

En este encuentro, las más altas autoridades de la región determinarán el rumbo y las prioridades de la cooperación iberoamericana para los próximos cuatro años, a través de la aprobación del Plan de Acción Cuatrienal de la Cooperación Iberoamericana (PACCI III), y adoptarán cuatro instrumentos a través de los cuales Iberoamérica fijará su posición y planteará soluciones a algunos de los principales retos que enfrenta la región.

El primero de estos documentos es la Carta Medioambiental Iberoamericana, que consolida la visión compartida frente a los desafíos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, y establece lineamientos para orientar normativas y políticas públicas en estas materias.

El segundo, es la Carta de Principios y Derechos Digitales Iberoamericana, que coloca a las personas en el centro de la transformación digital inclusiva, atiende a las brechas existentes y evita nuevas, y promueve principios que los Estados deben tener a la vista al implementar las legislaciones nacionales y poner en marcha políticas públicas.

El tercero es la Estrategia para alcanzar la seguridad alimentaria, que propone, entre otras medidas, aumentar el comercio intrarregional y el desarrollo de cadenas de suministro más resilientes, consolidar la agricultura familiar, expandir el acceso a financiamiento para transformar los sistemas agroalimentarios y fortalecer la infraestructura digital rural.

El cuarto, y último, es el Comunicado Especial sobre Arquitectura Financiera Internacional, que sistematiza una propuesta para avanzar hacia un sistema financiero internacional más justo, inclusivo y flexible, que permita a los países iberoamericanos afrontar de mejor manera los procesos de recuperación post pandemia, de transición energética, de adaptación climática y de lucha contra la desigualdad.

La Cumbre será también una instancia propicia para, en la perspectiva de la presidencia de España del Consejo de la Unión Europea que tendrá lugar el segundo semestre de este año, profundizar la convergencia entre ambas regiones, identificando oportunidades para mejorar la articulación política, avanzar en los acuerdos comerciales pendientes, impulsar flujos bidireccionales de inversión, y actualizar la cooperación.

La Comunidad Iberoamericana demostrará en la Cumbre de Santo Domingo su plena vigencia y su capacidad de generar acuerdos a través del consenso y la inclusión, plantear respuestas a problemas globales, gestionar un sistema de cooperación útil y eficaz y forjar alianzas que le permiten sumar fuerzas para alcanzar los objetivos que se ha propuesto.


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