Por Javier Vivas Santana

El ser humano sigue avanzando en los prototipos de la llamada posmodernidad. Esos avances, sin embargo, están originados en el medio de sendas complejidades que unidas entre lo biológico, lo político y lo tecnológico, las llamadas guerras comerciales, junto con los efectos de la nuclearización de algunas naciones, y los factores y elementos ideológicos que han generado diversos movimientos políticos en espacios de Europa, Asia, Norteamérica y América Latina, ha conllevado a que solo un pequeño grupo de estos nos amenace con aplicar sus criterios y principios de desarrollo tecnológico; mas, no sólo con el dominio informático, sino la hegemonía financiera que se mezcla sobre los llamados aspectos de cuarta generación, máxime en tiempos de covjd-19.

El desarrollo tecnológico nos ha llevado a la creación de la informática, la sistematización, el habla inteligible, la inteligencia artificial, la ingeniería satelital, la neomedicina, la cibernética, las telecomunicaciones, y, a pesar de que se han democratizado como en el caso de la última de las mencionadas, la mayoría de ellas siguen siendo restringidas en el mundo por parte de las élites capitalistas que mueven ese dominio tecnológico, y que simultáneamente están asociadas con los grandes intereses de las corporaciones y multinacionales que cuentan con la aprobación de los ejes del poder político. Esto se traduce en enormes retrocesos para la consolidación de la paz mundial, y para la erradicación de los desequilibrios ambientales, económicos y sociales que todavía son parte de la llamada humanidad, situación que estamos viviendo con el denominado coronavirus, cuando las vacunas se convierten en algo más que una cura para los seres humanos, en un enorme caudal de negocios en algunos casos turbios entre grandes laboratorios y Estados.

Irónicamente, son esas situaciones de capitales movidos por los recursos de cada nación – incluyendo de la corrupción- lo que ha construido grandes empresas globalizadas de delincuencia organizada, que tienen sus centros de operaciones en los principales centros financieros del mundo que es donde mueven sus intereses, desatando a partir de allí, los perversos escenarios de combate que vinculan e infiltran la mayoría de las estructuras de gobierno, haciendo en muchos casos inútiles los esfuerzos administrativos y jurídicos, que obviamente emplean las propias herramientas tecnológicas de los Estados para disminuir los grados delictivos de que pudieran ser objetos en sus niveles de complejidades y estructuras que regulan desde la entrada y salida de personas en sus naciones, hasta aquellos que realizan negociaciones directas o indirectas con empresas públicas o privadas, sin obviar aquellos que buscan desestabilizar con acciones terroristas determinados sistemas políticos.

Ante los múltiples problemas que acechan a los Estados y naciones a partir de los dominios y hegemonías tecnológicas vinculados con grupos criminales – otros de ellos en las propias estructuras de poder – que vulneran sistemas de seguridad, legitiman capitales, e imponen geo-estrategias de conflicto entre poderes instituidos, vemos el cómo aunque parezca contradictorio, conforme los gobiernos buscan tener mecanismos más sofisticados y de última tecnología para resistir ataques e identificar a los posibles integrantes de las mafias organizadas y grupos terroristas, pareciera que éstos también van encontrando mayor número de posibilidades para evadir tales controles, razón por la cual asumimos, que sólo a partir de un nuevo esquema conceptual que vaya desde el análisis de paradigmas integrales de la neocorteza cerebral que analice integralmente las formas de pensar, que vayan en consonancia con herramientas tecnológicas que no sólo se destaquen por sus avances informáticos, sino de evaluaciones cualitativas, así como realidades endógenas y exógenas será posible disminuir de manera sostenida las grandes amenazas que enfrentan las naciones como generadoras de bienestar para sus pueblos y ciudadanos.

Para disminuir las grandes corporaciones del delito provenientes de la lógica del capital y las esferas del poder político en algunos gobiernos y Estados debemos ir hacia nuevos enfoques y análisis del pensar.

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