Son muchas las causas que podemos suponer por las que la defensora de derechos humanos y especialista en temas militares Rocío San Miguel es la nueva víctima de la autocracia, las razones por las cuales pasó a engrosar la lista de presos políticos en Venezuela, pero hay una que sin duda fue de peso determinante para tomar la decisión.

El protagonismo que ha adquirido la mujer en Venezuela, como consecuencia del agotamiento de la figura masculina asociada a la corrupción gubernamental, o malas decisiones opositoras, se expresa entre otras a figuras como María Corina Machado.

Ella, nos guste o no, la apoyemos o no, no se toma de ser mujer para abrirse paso en medio de un mundo político machista, sino que, sin dejar de ser mujer, se abre camino en medio de un medio supremamente machista como la política venezolana.

Esto se puede evidenciar claramente en voz de Diosdado Cabello, que la ha llamado desde «María la loca», hasta «la Llorona», denigrando de su condición de mujer de manera permanente.

Rocío San Miguel y la misoginia madurista

La decisión de arremeter contra Sebastiana Barráez, Tamara Sujú y ahora contra Rocío San Miguel tiene como intención final, por parte del madurismo, no permitir que la figura de la mujer se asocie a la libertad de confrontar una autocracia al mismo nivel de los hombres, en una actitud claramente misógina del madurismo.

Para ellos, solo Cilia o Delcy son el ejemplo de mujeres políticas, porque están subordinadas a la autocrática. Todo lo que se alejé de ese parámetro se ataca y «extermina» del escenario, porque son un riesgo que fortalece, directa o indirectamente a María Corina. No solo por ella, sino por ser mujer.

Sin duda, la autocracia, ante el incremento de su impopularidad, y ante su ambición totalitaria, pierde de perspectiva todos los frentes que es capaz de abrir al mismo tiempo para lograr preservar el poder.

Y este frente que abre, contra la mujer venezolana, puede, sin duda, ser el más costoso de los últimos tiempos.


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