La actual crisis económica y social de nuestro país ha potenciado que la sociedad y grupos de interés exijan  una rendición de cuentas sobre las actividades y la gestión de organizaciones públicas y privadas. Como consecuencia, la transparencia se convierte hoy en un elemento clave para acortar la distancia entre lo que se hace y lo que se comunica; elementos disímiles, luego de constatar que –por ejemplo– muchas obras que se ofrecieron en cadenas de radio y televisión hoy son ruinas de concreto, después de la mayor bonanza petrolera en la historia reciente de Venezuela.

El deseo de la mayoría es encontrar una relación entre lo que se promete y lo que se hace; coherencia que debería ser fácil de hallar, pero la realidad es que no existe una alineación entre la transparencia transmitida y la transparencia percibida. Hoy en cada uno de los 24 estados del país solo se pueden constatar los malos resultados, que se traducen en obras inconclusas, producto de políticas fracasadas.

A menor distancia entre lo dicho y lo hecho, mayor generación de confianza y credibilidad; estas últimas dos palabras son el mayor de los activos en un momento de crisis y desconfianza general. Su persistencia en el tiempo y la evidencia real de lo prometido apuntala la reputación nacional necesaria para enrumbar al país hacia el camino del desarrollo y del progreso tan anhelado.

Al diseñar las políticas necesarias para generar confianza tendrá más probabilidad de sostenibilidad esta organización llamada Venezuela. Ser transparente es una decisión personal, organizacional y colectiva; es por ello que la planificación y el control de los factores son vitales en su gestión. No se puede controlar lo inesperado y mucho menos lo improvisado, la planificación estratégica es un tema indudable en este momento.

Esta forma de gerencia permite a las organizaciones planificarse en el tiempo y “rendir cuentas”, cada vez que sea necesario. La inexistencia de un rumbo claro ha dejado un sinnúmero de resultados negativos, que impactan directamente en cada uno de los venezolanos. Es por ello que solo reclamando, denunciando e informando de manera permanente es que se logrará que los dirigentes, de un lado o de otro, expongan lo que han hecho y lo que quieren hacer con un país en el que debemos hacer vida todos.

La cultura colectiva del venezolano debe tener un referente valorativo inédito, uno que comunique y organice una visión colectiva distinta, progresista e innovadora que logre alinear el destino nacional. Esta construcción no debe ser quítate tú para ponerme yo; debe ser una Venezuela en la que resaltemos lo positivo de todos, valoremos cada una de las opiniones y dejemos de lado el egoísmo y el engaño.

Estoy convencido y lo digo desde la experiencia, de que la rendición de cuentas genera siempre un impacto positivo, es por ello que la transparencia será el elemento fundamental sobre el cual se evaluarán los grupos de interés, en especial los políticos, los verdaderos, aquellos que realmente sientan vocación de ser servidores públicos, y no quienes a través de la política se convierten en politiqueros, motivados solo por intereses personales y el deseo de  engordar sus bolsillos.

El nuevo ciudadano que emerge hoy en el país y en el mundo, aquel que pide que le rindan cuentas, es mucho más consciente de sus retos. Sabe que es vital construir una era de sostenibilidad, necesidad obligatoria porque de ella depende el futuro, llegamos al punto de no retorno, o cambiamos o desaparecemos.

El venezolano que resurge tiene valores distintos, basados en los derechos humanos, en el respeto a la diversidad; cree profundamente en la libertad de expresión y fomenta, a su vez, hábitos saludables y la libre competencia, entre otros. Se puede concluir que este nuevo ciudadano quiere y busca un equilibrio, entiende que hay desigualdades, pero se esfuerza en lo particular en potenciar las oportunidades que hoy tiene nuestro bendecido país.

A simple vista rendir cuentas es una idea que puede parecer sencilla, pero en un país en donde nadie se hace responsable de los desastres y de lo inconcluso, hacerlo es una rebeldía que se castiga hasta con cárcel. Entonces, no es tarea fácil, se debe hacer con inteligencia y a través de los canales correctos, los cuales existirían en un país con políticas públicas claras, haciendo ese propósito mucho más fácil.

La rendición de cuentas es una expresión de control social que comprende acciones de petición de información y explicaciones, así como la evaluación de la gestión.

Esta acción de rebeldía, en la Venezuela de 2021, debería ser una oportunidad para que la sociedad conozca los resultados reales de lo anunciado, y evalúen si estos están acordes con el cumplimiento de la misión o propósito fundamental. Así mismo, permite visibilizar si lo que se desarrolla es para el cumplimiento de los derechos de los ciudadanos y contribuye a la construcción de la paz.

En nuestra experiencia como medio de comunicación, El Nacional aborda la denuncia y la información con un enfoque de derechos humanos, como una línea de acción permanente; creemos firmemente en nuestro deber de informar lo que pasa Venezuela y en el mundo, y estamos convencidos de que solo actuando responsablemente en esta dirección seremos capaces de encontrar la paz.

Hoy en esta sociedad hiperconectada es un sinsentido que no se rindan cuentas, que no se conozcan los presupuestos, que nadie esté enterado de –por ejemplo– las cifras reales de inflación, de datos fidedignos relacionados con el covid-19 o de cómo se ha invertido el dinero entregado a las ONG. Resultado, estamos en un país donde la opacidad es la regla general.

Ante la oscuridad latente, de medios y voceros oficiales, Internet se convierte en la herramienta más importante de comunicación; a través de ella se puede solicitar a los responsables del dinero público, por ejemplo, una rendición de cuentas a la vista de todos, accesibilidad que antes era impensable.

Tenemos referentes en toda la región de los avances en estos temas, por ejemplo, el gobierno de Perú cuenta con un portal de transparencia económica. Este es administrado por el Ministerio de Economía y Finanzas y permite observar el nivel de ejecución del presupuesto público. Es decir, se puede observar el porcentaje del presupuesto anual que se viene gastando o invirtiendo a la fecha, esto nos debe producir una profunda envidia, pues a pesar de existir medios los gobiernos, en todos los niveles, se resisten a comunicar cómo y en qué usan los recursos de todos los venezolanos.

El peor enemigo que hoy tiene el gobierno y los que aspiran a asumirlo es que son incapaces de entender la necesidad de informar oportunamente y de manera clara sobre los aciertos y fracasos de una política determinada. Son incapaces de asumir la responsabilidad de sus errores y ven como enemigo la justa denuncia de una sociedad que hoy se pregunta por las promesas incumplidas y la corrupción galopante en todos los niveles.

Hoy en el medio de una crisis sin precedentes, nuestra apuesta estratégica desde El Nacional, es avanzar de la mano de los ciudadanos responsables que hoy creen que es posible encontrar ese país que sabemos que está renaciendo; nuestra apuesta es por el país que los venezolanos queremos, un país de progreso, oportunidades y capaz de llegar a ser de primer mundo. Te invito a exigirle cuentas claras, a cada una de las personas que tengan impacto en tu comunidad, en tu país; si no tienes resultados, ¡denuncia la falta de transparencia!

Recuerda siempre que político o gerente que no tenga la capacidad de mostrar sus resultados y hacerse responsable por ellos, no está calificado para su cargo.

@buluco

 


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