Andrés Caleca

Andrés Caleca ha anunciado su inscripción como precandidato ante la Comisión Nacional de Primarias, instancia política de la oposición democrática venezolana, encargada de organizar el proceso primario, cabalmente, para escoger o seleccionar el candidato que habrá de enfrentarse en las próximas elecciones presidenciales al candidato que –por su parte y según sus métodos- designe el gobierno para ser representado en dicho proceso eleccionario.

Resalta su lenguaje diáfano, sin ambages ni medias tintas. Firme y decidido, pero sobre todo definido ante la dolorosa hora que vive el país. Claridad en las ideas, luz y precisión en sus planteamientos, unidad de propósitos, sin exclusiones. El candidato sabe a conciencia lo que el país necesita y el nivel de compromiso que todos debemos aportar activamente para sacar a Maduro del poder con la fuerza de los votos.

Como lo ha solicitado y afirmado el precandidato Caleca, aportaré la fuerza de mi voto, de mi movimiento y de mi participación para salvar a Venezuela. Que nadie diga mañana que permanecimos en silencio, que no hicimos nada en pro del país ni que convalidamos la grave crisis que hoy padecemos.

De nuevo alerto a aquellos desquiciados de ideas explosivas y de planes diabólicos que juegan a la antipolítica. Que no vuelva a ocurrir nunca más en Venezuela un despropósito de parecida naturaleza, que tanto daño nos ha causado y las pruebas y hechos evidentes son tantos que no cabrían en este espacio que generosamente me conceden los editores.

Entre muchas de las causas de la llegada de Hugo Chávez al poder está la antipolítica, muy bien delineada por la periodista Mirtha Rivero en su exitoso libro La rebelión de los náufragos, donde cuenta cómo industriales, políticos, comerciantes, profesionales, dirigentes populares, empresarios -en especial de los medios de comunicación- apoyaron al golpista y contribuyeron a que el comandante volviera «polvo cósmico» a los partidos.

Cuidado con los «independientes puros», que suelen desconocer la democracia como sociedad de partidos, y hoy de nuevo arremeten contra las organizaciones políticas y olvidan que la democracia, con sus errores y aciertos, salió de esos partidos, por supuesto con la participación y apoyo de estos importantes sectores.

Entendible que no les guste la militancia política, pero en democracia se debe exigir a las organizaciones políticas apego a la ética, la ley y al principio de servicio público, imposible de lograr en dictadura.

Exigirles desde afuera y mejor aún, mejorarlas desde adentro, militar en ellas. Hay tanta gente muy preparada que dentro de los partidos puede cumplir gestión exitosa, pero se marginan, se quedan afuera y se hacen los primeros enemigos de los partidos.

Estamos en una etapa difícil del proceso político y ya andan los resentidos políticos, vociferando contra los partidos y sus banderas, les «huelen mal’, buena ayuda al gobierno y sus lacayos, quienes gozan un montón porque al régimen lo beneficia la antipolítica y la división de quienes, militantes o independientes se meten zancadillas entre sí, en lugar de fortalecer la unidad de la disidencia.

Insisto sobre la conveniencia y la necesidad de tener mucho cuidado con la antipolítica. Hay que enfriar a los fanáticos que aprendieron una sola consigna, se cristalizan en un solo eslogan y no se afanarán en comprender y discutir lo distinto para que no se les quebrante su único y desesperado esquema.

Decía don Mariano Picón Salas: “Hay que continuar civilizando la política como todas las actividades humanas, como el deporte, el amor o la cortesía”.

El hombre moderado es el verdadero dueño de sí mismo y el más apto para evitar que las pasiones se impongan sobre la razón. No se requiere de mucho talento o filosofía para comprender cuando un hombre es falso o hipócrita. Y Venezuela, desgraciadamente, ha sabido desenmascarar a muchos de sus líderes, que infieles a sus promesas, sólo han vivido su egoísmo.

Hoy Andrés Caleca, con limpia hoja de vida, sin máculas en su proceder ciudadano, con su existencia libre de procesos criminales y de estafas al fisco, con formación académica suficiente y probada en cargos importantes en el sector privado. Pero más importante aún, en la administración pública, donde ha ejercido con eficiencia y eficacia las obligaciones que le han sido asignadas, tanto en el manejo gerencial de recursos y de políticas empresariales, como ocurrió en las industrias adscritas a la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), como su desempeño en el Consejo Nacional Electoral (CNE), desde donde tuvo que maniobrar con tino, prudencia y ponderación políticas cinco procesos electorales, debe resultar un motivo de esperanza, de claridad de propósitos y de bases para el sueño que tenemos todos los venezolanos para que cambie para bien el estado en que nos encontramos.

Democracia: rectitud de conciencia como base del sistema, la honestidad como norma permanente, la pulcritud en las ideas y en las formas de comportamiento. Conscientes de la democracia, los pueblos deben saber ejercerla y defenderla y sostenerla y conocer las ventajas de ella sobre otros sistemas de gobierno.

En la hora aciaga que vive el país, envuelto en un paisaje de cuchillos, de balas de ida y vuelta; donde la intolerancia pretende imponerse sobre la diversidad de pensamiento y de opinión, por encima de la convivencia, tu voto puede y debe incidir con acierto y recorrer airosamente los vericuetos del ambiente nacional. Por muy tortuoso que nos parezca.

Las verdades, por duras que sean, hay que decirlas, máxime cuando se trata de enderezar el proceloso camino que hoy anda y desanda el país. Y esa es una de las características del lenguaje empleado por Andrés Caleca al anunciar su candidatura. Sin estridencias ni insultos. Con acertado vocabulario nos ha descrito la radiografía de país que hoy tenemos, y a recuperarlo nos invita porque Venezuela merece más de nosotros.

Como decía Séneca: “Quien no evita un error pudiendo es como si ayudase a cometerlo”.

Mientras podamos seguir haciendo lo que nos corresponde en el uso del verbo escrito, en la expresión del pensamiento y en la protesta por los desatinos del mal gobierno, aparentemente todo estará bien; pero no, no basta, no es suficiente. De allí la ineludible responsabilidad de asumir nuestro rol de ciudadano, de allí la importancia del voto, suerte de fusil, arma civil que debe servir para cambiar, sin más vueltas, el estado de cosas que cada día que pasa no hace más infelices.

Hay que abandonar la abulia parroquial que nos acogota, la tranquilidad de la indiferencia, odiosa y mala compañera, esa que nos conduce a pensar que nada es con nosotros, “que eso no nos pasará a nosotros”. Entendamos que nos debe unir la palabra, los hechos y las convicciones, nos debe unir Venezuela.

Concluyo con el 5º Párrafo del Discurso de Angostura, el mismo que Hugo Chávez no mencionaba nunca, ni por asomo.

“La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los manda perpetuamente”.

Por mi parte, me contenta reiterar con entusiasmo democrático ¡Habemus candidatum!


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