Al cobijo de la expresión latina ”Si vis pacem, para bellum”, que quiere decir “si quieres paz, prepárate para la guerra”, frase atribuida a Publio Flavio Vegecio en su Epitoma rei militaris, a finales del siglo IV d.C., con la cual se han justificado muchas guerras, invasiones y carreras armamentistas; aduciendo una cínica excusa. La necesidad de acudir a las guerras preventivas para preservar la paz.

La segunda invasión a Irak (2003), llevada a cabo por una coalición encabezada por Estados Unidos junto con España, Australia, Polonia y el Reino Único que le costó el cargo al primer ministro Tony Blair, por orquestar un falso positivo, al denunciar ante las Naciones Unidas que Saddam Hussein poseía un arsenal de armas prohibidas para justificar sin la aprobación del Consejo de Seguridad, su nueva invasión y ocupación de un país con grandes reservas petroleras. Este es solo un triste ejemplo más de las imperiales componendas aderezada con la antipática conseja principesca: “El fin justifica  los medios”

En este momento, Guyana haciendo uso del libreto en Irak, mientras firma cinco acuerdos de cooperación militar con Estados Unidos, Canadá y Brasil, acusa a Venezuela ante la comunidad internacional de ser una amenaza, al igual que lo hizo el expresidente Bush hijo en Irak (2003) y Obama con su infame Orden Ejecutiva 13692 del 8 de marzo de 2015, declarando la «emergencia nacional» por ser Venezuela, según su criterio una amenaza «inusual y extraordinaria» a la seguridad nacional americana y su política exterior. Ahora en esos giros y vueltas que dan las relaciones internacionales, según el color de los intereses; nuestro país resulta ser una amenaza no solo para Estados Unidos sino también para Guyana.

La oriental colindante ex colonia inglesa, con una economía con poco más de 800.000 habitantes, con las mejores perspectivas de crecimiento para este año, dentro los llamados mercados emergentes y en desarrollo al presentar un crecimiento estimado en 26%, según el último informe del FMI, gracias a los yacimientos petroleros en áreas aun sin delimitar; con unas reservas (+/-) de unos 11 MMB, ocupando el puesto 17 en reservas a nivel mundial, según datos de (la OPEP, The World Factbook de la CIA, las compañías petroleras, etc.); Venezuela aunque acusa un crecimiento no mayor al 8%, representa una amenaza para Guyana, Estados Unidos y las petroleras.

La componenda angloamericana como fue el pacto de Washington de 1897, que nos excluyó por ser pueblos salvajes”, no digno de sentarse en la mesa de negociación con los lores ingleses han venido creando la imagen de una Venezuela agresora, así como tejiendo una red de acuerdos de cooperación y asistencia militar por parte de Estados Unidos, a partir de 2021 con la firma de varios acuerdos de cooperación y asistencia militar de según declaraciones del brigadier Godfrey Bess, jefe de Estado Mayor de Defensa de Guyana y los jefes del Comando Sur los almirantes Craig S. Faller Laura Richardson y de los asesores en la Seguridad Nacional americana Jon Finer y el director senior para el Hemisferio Occidental, Juan González; acuerdos que si bien se venden como programas de cooperación y asistencia, en el momento necesario tiene un uso militar letal.

En consecuencia, se plantean dos escenarios. Uno probable si se pregunta quién o quiénes están detrás de la carrera armamentista y la escalada militar encubierta en que se ha embarcado Guyana. La respuesta es obvia: la industria militar americana y el Departamento de Estado, la Foreign Office y la ex colonia que Venezuela “inocentemente” reconoció como un sujeto de derecho internacional, al permitir y acceder a que firmara el Acuerdo de Ginebra, sin tener la cualidad que exige en Derecho Internacional, como tampoco se opuso a su ingreso a la OEA, cuando la Carta de Bogotá establece en su artículo 146 que ni el Consejo Permanente ni la Asamblea General se pronunciaran sobre la solicitud de admisión presentada por una entidad política cuyo territorio esté sujeto, total o parcialmente a reclamaciones, como era y es el caso de la República Cooperativa de Guyana.

Otro escenario menos probable pero posible, provocar con un falso positivo, una escaramuza “proxy” con la posibilidad de invadir y ocupar nuestro territorio hasta las bocas del Orinoco como lo asomaron los ingleses, durante el fallo del Laudo de París en 1897; como fue la ocupación de las alturas del Golán por los israelíes en la guerra del 1967. Este último escenario parecería de ciencia ficción pero la propuesta del Pentágono en la persona de la Jefe del Comando Sur Almirante Richarson de un acuerdo para conformar una “Asociación de Seguridad Regional” entre Estados Unidos, Guyana y otros países para asegurar la paz regional, es una provocación inaceptable. Preguntamos ¿que amenaza enfrentan los proponentes de este acuerdo?; ¿con qué fin, el crear una coalición bajo el modelo utilizado en Irak?; ¿Para que está el TIAR? ¿Qué tiene que decir el Sr. Guterres en la OEA y el Consejo Permanente de dicha organización? ante esta burda conspiración contra los derechos de Venezuela en el Esequibo y la estabilidad regional?

Sería un error grave de Guyana embarcarse en una carrera armamentista en contra de Venezuela y de su decisión de acudir a la CIJ, al ser incompatibles ambos escenarios, teniendo tantas amenazas internas como la corrupción, la falta de atención sanitaria, escuelas, para solo para financiar en cambio el aparato militar americano

Esta propuesta de la conformación de una “Asociación de Seguridad Regional”, de un TOCOVE, Todos contra Venezuela, representa una afrenta a los convocantes de la reunión de Argyle el 14 de diciembre pasado y al acuerdo alcanzado en este encuentro, en particular al punto (6), debido a que en el mismo ambas partes se comprometieron a abstenerse de palabra o de hecho, de intensificar cualquier conflicto o desacuerdo derivado de cualquier controversia entre ellos y “cooperarán para evitar incidentes”.

La firma de una red de acuerdos y compromisos dirigidos a la Cooperación y asistencia Militar auspiciada por Estados Unidos, Inglaterra y Brasil, no tiene otro propósito que financiar una escalada militar encubierta con dos ganadores con nombre y apellido: el aparato industrial militar exportador de armas y las empresas petroleras que operan en una zona marítima aún por delimitar.


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