Colombia celebrará la primera vuelta de elecciones presidenciales el 29 de mayo, y según las encuestas publicadas en el país cafetero las mismas proclamarán como nuevo mandatario a “Fico” Gutiérrez de una coalición de centro y derecha, o a Gustavo Petro, candidato izquierdista exmiembro de una organización terrorista llamada M-19, que, entre otros crímenes, realizó una toma violenta del Palacio de Justicia colombiano con la intención de derrocar al Gobierno constitucional en 1985.

Pese al pasado violento de Gustavo Petro y el apoyo profeso que le han brindado otras organizaciones terroristas, como es el caso de las FARC, el izquierdista cuenta con la mayor aprobación para las próximas elecciones. Según la última encuesta de Yanhass, realizada para el canal colombiano RCN, el exguerrillero aventaja con 40% en intención de votos a su rival, Federico “Fico” Gutiérrez, que tiene 21%, y esto se debe, entre muchas otras cosas, al discurso incendiario con el que ha estado bombardeando a la sociedad colombiana durante las últimas décadas.

Gustavo Petro no es un recién aparecido, esta es su tercera candidatura a la presidencia, y ya ha ocupado los puestos de alcalde mayor de Bogotá, y también ha ostentado una curul en el Senado de Colombia; según su retórica, los males del país se deben a las alianzas de la élite con el gobierno de Estados Unidos, para llevar al poder a la “extrema derecha”, y por supuesto, él propone resolver los problemas con redistribución de riquezas y una marcada agenda socialista, muy similar a la que vivimos los venezolanos con la llegada del chavismo.

Un riesgo para la seguridad regional

Para nadie es un secreto que el gobierno de Colombia es uno de los más grandes aliados que tiene Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico a nivel internacional, esto, producto además de que dicho país es a su vez uno de los mayores productores de cocaína y que ha alojado a los carteles criminales más grandes del mundo, como el dirigido hace décadas por Pablo Escobar, o los nuevos carteles de la droga surgidos en los últimos años.

Petro, que ha sido un crítico constante de Estados Unidos y su política exterior, declaró en el pasado que revisaría los tratados de extradición de narcotraficantes, y si a esto le sumamos el favorecimiento de grupos criminales y traficantes de droga, como es el caso de las FARC, es fácil deducir que de llegar al poder Gustavo Petro no solo no luchará contra el tráfico ilegal de drogas hacia Estados Unidos, sino que muy probablemente también se aliará con estos grupos criminales o se hará de la vista gorda con sus actividades.

Actualmente Estados Unidos tiene en la figura de Nicolás Maduro uno de sus mayores antagonistas, una buena parte de los grupos criminales y traficantes de drogas que quedaban en Colombia han mudado sus operaciones a Venezuela con la complicidad del régimen, y desde allí se las ingenian para seguir inundando a Estados Unidos de droga, tal como en algún momento lo estableció el fallecido Hugo Chávez.

Si al antagonismo de Maduro en Venezuela, Díaz Canel en Cuba, Ortega en Nicaragua, Arce en Bolivia, Fernández en Argentina, Boric en Chile, Castillo en Perú, muy posiblemente Lula en Brasil, le sumamos a un posible gobierno de Gustavo Petro, pues la verdad es que el panorama no luce muy alentador.

El exguerrillero ya ha declarado que de llegar a la Casa de Nariño reestablecería relaciones diplomáticas con Nicolás Maduro, y evidentemente se posicionará a favor de la triada del mal que representa Venezuela-Cuba-Nicaragua.

¿Una nueva crisis regional?

América del Sur cuenta actualmente con la migración masiva de 6 millones de venezolanos que han escapado del régimen socialista de Nicolás Maduro, 2 millones aproximadamente de los refugiados se encuentran en Colombia. La llegada al poder de Petro, un aliado del régimen de Maduro, además de poner en riesgo la seguridad de los venezolanos en dicho país, podría en el mediano plazo generar también una nueva ola de refugiados colombianos, si la situación económica, tal como ha ocurrido en otras naciones, se agrava considerablemente.

Durante el último año se ha visto un crecimiento extraordinario de venezolanos llegando a Estados Unidos por la frontera sur, esto se debe, en buena parte, a la relocalización de los migrantes que anteriormente habían huido a países como Argentina, Perú o Chile, pero que, ante el triunfo de candidatos de extrema izquierda en dichas naciones, prefieren moverse en busca de mejores condiciones de vida.

Si a los dos millones de venezolanos establecidos en Colombia se suma otro grupo de ciudadanos colombianos que considera que la situación se volverá sumamente critica y deciden marcharse, el número de refugiados en el continente crecerá de forma desproporcionada y los destinos estarán cada vez más reducidos: Estados Unidos y en menor proporción España.

El secuestro de organismos multilaterales

Si a la muy probable cooperación de Gustavo Petro con grupos criminales y narcotraficantes, a la implosión económica del país, y a la sociedad con regímenes autoritarios le sumamos además los votos que sumarían dichos regímenes en organismos como la OEA, se repetiría lo que actualmente vemos en otros organismos internacionales como la ONU, que durante las últimas décadas no han servido realmente para resolver disputas políticas o investigar y procesar crímenes de lesa humanidad, y que lejos de beneficiar a los ciudadanos de diversas naciones se han convertido en aparatos de propaganda para limpiar los crímenes cometidos por Estados totalitarios.

El problema particular con Petro es que, no solo estarían sumando un Estado más a los intereses de la izquierda “antiimperialsita”, sino que estarían incorporando a su grupo al mayor productor de cocaína en el hemisferio, y a su vez, al mayor socio con el que Estados Unidos había contado para hacer respetar su política exterior en el sur del continente.

Twitter: @emmarincon

Instagram: @emmanuelrincon_


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!