La violencia y la guerra han acompañado a la historia humana desde siempre. Y esa realidad llevó a decir que la paz no es más que un período entre dos guerras o aquello de: si quieres la paz, prepárate para la guerra. Incluso en la época de las armas nucleares se habla de «disuasión», por el simple hecho de evitar un irracional apocalipsis global. Todos los países se siguen armando, continúa la fabricación de todo tipo de armas y accesorios, y el respectivo comercio alimenta toda una economía de la guerra, por la guerra y para la guerra.

La violencia de todo tipo, y la guerra como la manifestación más extrema, tienen que ver con un mundo profundamente desigual y plagado de injusticias, pero ideológicamente soportado por una verdadera cultura de la muerte, que, a su vez, se sustenta en ideologías políticas y religiosas fanáticas, sectarias e intolerantes.

Muchos a nivel personal repudian la guerra, pero, al mismo tiempo, se encuadran en posturas colectivas que propician guerras, como, por ejemplo, el llamado «nacionalismo», ideología dominante en el mundo actual. Reminiscencia del clan y la tribu como identidad excluyente de lo diverso y lo diferente.

Si damos un vistazo a cualquier época, encontramos guerras por cualquier motivo. En el siglo XX, dos guerras mundiales y muchas localizadas en todos los continentes. En este siglo XXI que apenas comienza, hay unas cuantas en pleno desarrollo y una muy publicitada, la invasión rusa a Ucrania, porque, en ella, directa o indirectamente, están involucradas las grandes potencias del planeta.

Una guerra que nadie quiere perder, pero que tampoco nadie puede ganar, debido al riesgo nuclear. Ucrania lo ha hecho muy bien, pero sus pérdidas territoriales van a ser inevitables, además del costo en vidas humanas y destrucción material.

El principal desafío del siglo XXI es la paz, como nuevo orden mundial deseable y necesario. Pero desmontar la cultura y la industria de la guerra no va a ser fácil, aunque debe ser el empeño dominante. A menos que queramos seguir apostando al apocalipsis general de una guerra nuclear.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!