En términos geopolíticos, este nuevo conflicto en Medio Oriente forma parte del ajedrez bélico en curso, desencadenado con la invasión rusa a Ucrania. Por un lado, Estados Unidos y OTAN, y, por el otro, Rusia e Irán, cada uno con sus respectivos aliados.

Detrás de todos los golpes de Estado de África Central en los últimos dos años, ha estado Rusia y su brazo operativo: el Grupo Wagner. En el conflicto actual Palestino-Israelí los brazos ejecutores son Hamás y, si hay escalada, Hezbollah, talibanes e iraníes.

Rusia desestabiliza otras regiones porque quiere acabar pronto la guerra de desgaste que está sufriendo en Ucrania. Creo que Putin se equivocó al invadir Ucrania y cada vez está más enredado en su propia madeja.

Volviendo al conflicto Palestino-Israelí, esta es una guerra abierta y en fases que comenzó en 1948. Ambos pueblos han pagado un alto costo y lo siguen pagando. Lo racional sería la convivencia en función de la realidad: los palestinos tienen derecho a ser un país e Israel también. La guerra no es un juego, muchos sufren y muchos mueren, civiles y combatientes; y, al final, gana no el que tiene razón sino el más fuerte.

A Ucrania, los rusos le quitaron Crimea; actualmente el 20% de su territorio y casi el 80% de sus costas. Cuando la guerra termine, si no hay cambios significativos, Ucrania quedará amputada, como lo fue México en el siglo 19, y ambos pueblos pagaran un alto costo.

Las guerras siempre son trágicas e insensatas, pero la humanidad todavía no ha aprendido a evitarlas. De allí el valor supremo de la paz, aunque a veces parece una ilusión.

En la actual escalada palestina contra Israel, esta tiene el argumento supremo «del derecho a la defensa», igual que los ucranianos, y si las cosas suceden como es previsible, la respuesta israelí va a ser feroz.

La paz en el Medio Oriente va a depender mucho de los acuerdos chinos-norteamericanos y de la conducta de los gobiernos de la región, en particular Irán, Arabia Saudita, Turquía y la comunidad europea. El resto del mundo, fuertemente condicionado por las ideologías y la propaganda, asumirá su simpatía por uno u otro, más allá de lo real y lo racional.

Si el mundo no se despolariza, la tercera guerra mundial es bastante probable, y con los arsenales atómicos y nucleares que existen en el siglo XXI, hablar del suicidio de la humanidad se convierte en una amenaza real.

En lo personal, condeno el terrorismo, la violencia y la responsabilidad de los dirigentes y los gobiernos. Pero no soy ingenuo, respeto la realidad de los hechos y he tratado de comprender las guerras. Para el mundo griego la guerra era lo real-inevitable. Por ello la palabra «paz» significaba «tregua», un periodo entre dos guerras, y eso no ha cambiado. Pero con las nuevas armas, o hay paz o estaremos convocando el apocalipsis.

El gobierno venezolano alineado con una de las partes, por razones ideológicas y políticas, comete un grave error geopolítico. Somos un país plural y pacífico y, por razones históricas, culturales e incluso geopolíticas, nos conviene no militar en ninguno de los bandos: chinos-rusos y norteamericanos. No hay imperio bueno ni imperio malo: cada país defiende sus intereses.

Defendamos lícitamente los nuestros, que son los intereses de todos los venezolanos, de la Nación y del Estado. Cada uno piensa y cree en lo que quiera, pero un gobierno debe representar a la Nación y al Estado, no a una parcialidad.


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