Foto EFE

Continuando con el escrito de la semana pasada, debemos revisar cómo la guerra de Ucrania ha dividido al mundo en bloques muy diferenciados de intereses que en opinión de este autor se ha dividido en 3 bloques, que se expresan claramente en la última votación en la Asamblea General de la ONU sobre el caso de Ucrania, realizada el pasado 23 de febrero del año en curso:

1. Grupo antioccidental duro prorruso

Está constituido por los países que tienen un enfrentamiento frontal y prácticamente existencial con la cultura política del mundo occidental, de forma que sus desafíos económicos y militares no son simplemente expresiones concretas de un problema mayor de incompatibilidad en su forma de interrelacionarse con el mundo, entre ellos tenemos a:

Bielorrusia, República Democrática Popular Corea (Corea del Norte), Eritrea, Mali (con 3.000 a 5.000 mercenarios del Grupo Wagner, en sus zonas mineras, protegiendo al gobierno), Nicaragua y la República Árabe Siria. Dos países muy influenciados y dentro del bloque de aliados de la Federación Rusa no pudieron votar por no tener derecho a voto -no están solventes- como son los casos de la República Unida de Tanzania y la República Bolivariana de Venezuela.

Este grupo se caracteriza por estar conformado por gobiernos muy autoritarios, donde se destaca el poder militar y atómico de Corea del Norte, como el principal aliado de la Federación Rusa.

2. Grupo antioccidental suave prorruso

Son aquellos países con sectores sociales y élites políticas, muy perturbados emocionalmente, en sus relaciones con los países occidentales, por razones históricas y políticas, que no pueden ante su opinión pública demostrar mayores niveles de colaboración y suelen utilizar en su comunicación política y social interna el lenguaje anticolonial y antiimperialista, a pesar de que muchos de sus empresarios y políticos prefieren usar a Occidente para guardar sus cuentas bancarias y propiedades en el exterior, incluso en forma paradójica, hasta envían a sus hijos a estudiar a dichos países. Tienen todos unas sólidas relaciones económicas, políticas y militares con la Federación Rusa y si no están en el primer grupo señalado anteriormente es porque entienden que el cierre de los mercados occidentales, sus fuentes de financiamiento, sus universidades y muy especialmente el decomiso de sus bienes muebles e inmuebles, tal como acontece con los empresarios rusos, afines al gobierno de Putin, sería un precio demasiado alto para sus sociedades, gobiernos y grupos familiares. Entre ellos, tenemos a:

Argelia, Angola, Armenia, Bangladés, Bolivia, República Central Africana, China, Congo, Cuba, El Salvador, Etiopía, Gabón, Guinea, India, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Mongolia, Mozambique, Namibia, Pakistán, Suráfrica, Sri Lanka, Sudán, Tayikistán, Togo, Uzbekistán, Vietnam y Zimbabue. Hay diversos países que no votan por razones de insolvencia que pudiesen estar en este grupo, como Azerbaiyán, Burkina Faso, Camerún, Guinea Ecuatorial, Suazilandia, Guinea-Biso, Líbano, Senegal y Tanzania.

Este grupo es muy importante a nivel internacional, por su peso político, económico y militar, destacándose potencias atómicas como China, la India y Pakistán, que también son países de enorme peso demográfico, además de económico y militar, así como países de peso económico y militar como Suráfrica, Vietnam e Irán. También es importante señalar el peso regional de países como Tanzania, Etiopía y Bangladesh por su enorme población.

En tal sentido, es mucho el trabajo político, económico y diplomático que debe hacer Occidente, para tratar de acercar a dichos países a una mejora de sus relaciones de cooperación a nivel global.

3. Grupo tolerante o aliado a Occidente

Son aquellos países donde se presentan una tolerancia o apoyo de las élites políticas y económicas hacia las ideas occidentales, así como hacia los intereses y proyectos políticos comunes, sin que la opinión pública, sin que la opinión derive en situaciones de conflictividad extrema por este tipo de relaciones políticas, económicas y sociales.

Este tipo de relaciones es muy variable y depende de cuáles temas se estén tratando, pues calificar a los 141 países que rechazaron la invasión de Ucrania, como aliados de Estados Unidos o Europa, es una simplificación extrema de las realidades políticas.

Países como Argentina, Brasil y México en Latinoamérica viven en permanente conflicto político y casi cultural con Estados Unidos, donde el gobierno republicano de George w, Bush  aprendió por las malas la imposibilidad de construir un Área de Libre Comercio en América o ALCA,  que había planteado el gobierno demócrata de Bill Clinton en 1994, tal vez tratando de seguir los pasos de la Unión Europea, lo que finiquitó en una colosal rebelión política, cultural y hasta diplomática, cuando el gobierno de Argentina organizó una cumbre y una contracumbre de manera simultánea en Mar de Plata en 2004, para enterrar dichos propósitos de manera pública, notoria y comunicacional. En este punto, es importante señalar que el representante del gobierno de Brasil en la ONU, se negó a acompañar el minuto de silencio, en honor a los muertos por la invasión de la Federación Rusa a Ucrania, en compañía de China y Rusia, en la sesión del Consejo de Seguridad.

Muchos países de Latinoamérica, Asia, África y Oceanía se desenvuelven en un permanente péndulo de relaciones ambivalentes con los países occidentales, que mejora positivamente, especialmente cuando necesitan de la asistencia financiera del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, pero que empeora cada vez que hay eventos electorales y acuden al expediente del enemigo externo, o la potencia colonialista o el país centro-periferia, como excusa para justificar las ineficiencias nacionales, la corrupción administrativa y otras situaciones históricas y sociales.

En este sentido, son muchos los países que suelen cambiar de opinión política, especialmente con la aparición de la diplomacia económica de la República Popular China, que especialmente con su política internacional de créditos financieros y construcción de infraestructuras suele mover la voluntad política de los gobiernos con relativa frecuencia.

En conclusión, podemos apuntar a que se ha creado un bloque duro de unos 50 países, que envían asistencia humanitaria, financiera y militar a Ucrania, mientras que los otros 90 países que condenan la invasión rusa, pueden cambiar de opinión, según los intereses coyunturales de sus gobiernos.

No es poco, el cambio internacional que implicaría una derrota militar de la Federación Rusa, que se vería obligada a abandonar a muchos de sus gobiernos aliados más débiles, que sufrirían la ira de las potencias occidentales en formas muy directas de represalias comerciales o sanciones económicas, para moverles su forma de actuación política en el campo internacional.

En Asia y Latinoamérica los efectos serian, sin duda, muy notables.


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