Esta guerra estaba avisada con desparpajo y con el lenguaje que usan los guapos de barrio en el universo de los bajos fondos. Eso está en su naturaleza y no la puede esconder. Por eso, a pesar de sentirse acorralado, de que sus opciones para salir airoso de este laberinto están muy disminuidas, de que sus posibilidades de no caer en manos de la justicia internacional por los delitos cometidos es un peso cierto, que sus gritos desesperados buscando ayuda no encuentran ya quien los escuche, a lo cual habría que agregarle una larga lista de circunstancias que indican que el régimen está en una cuerda tan floja que ni el propio régimen puede negar, no se puede decir que esté derrotado. Todavía para esto hay un trecho que nadie puede medir en un país donde las distorsiones, las inconsecuencias, los acomodos, los sobornos y hasta las traiciones están a la orden del día. Pero lo  cierto es que en medio de todas esas realidades causantes de su desespero, antes de ceder a un cambio, el régimen ha puesto en marcha una partitura en la que tocará todos los teclados con la clara intención de quedarse en el poder.

Son veinte años que tienen en una lucha sin pausa, ni tregua por no perder los privilegios que le dan sus abusos de poder, en los que sus estrategias casi siempre sorprenden a una oposición altamente vulnerable por las fractura que tiene y que le impiden compactarse en una sola fuerza que sería, en un escenario como el nuestro, absolutamente invencible.

Ya hemos dicho que todas las acciones del régimen llevan al objetivo señalado a cualquier costo y que estas van desde la compra de conciencia, práctica en la que son diestros, hasta la formalización de actos con apariencia de legalidad, como fue el plan que los llevó al 20 de mayo y ahora el ocurrido en la Casa Amarilla, en el que unos partidos de maletín que se dicen de oposición firmaron un acuerdo con el régimen. Esto, unido a la decisión de incorporar a los diputados del PSUV a la AN sin clausurar -pendejos no son- la espuria asamblea a la cubana que dirige Cabello, intentar la compra de conciencia de unos 16 diputados con la clara idea de acabar con Guaidó, lo que nos hace ver con claridad es que está dispuesto a estructurar las estrategias más insólitas para lograr sus objetivos y conculcar la libertad de los venezolanos.

Pero esto no se detiene allí. He dicho que tienen fichas en todos los tableros y al lado de este plan tan burdo, que hizo levantar de sus asientos a todos los embajadores de la comunidad europea, están otros con su descarga de maldad y perversión, como lo ha hecho a lo largo de estos veinte años en los que se ha dedicado a descuartizar a Venezuela y sus instituciones. De tal manera que este nuevo episodio montado justamente en la víspera de la reunión de la ONU, que pareciera haber tomado por sorpresa a vastos contingentes de la oposición, es solo una parte del arsenal destructivo activado por el régimen y ante el cual las oposiciones tendrán que poner los pies en la tierra, si es que no quieren perecer, todas ellas, en un combate en el que los muy malos tienen los trucos y las armas, y los cívicos y pacíficos demócratas andan divididos, cada uno con sus argumentos,  sin contar que rondando la escena están algunos personajes que, sabiéndose sin seguidores, ni poder de convocatoria, son capaces de tranzarse hasta con el diablo, para no perderse en el anonimato.

Lo cierto de esta hora es que a pesar de las sanciones, sin importarle la opinión de los demócratas del mundo, y aprovechando la lentitud que la diplomacia y la geopolítica le imprimieron a cualquier salida propuesta por las distintas organizaciones para ponerle fin a la tragedia, el régimen, además de pisarle la chola al estado prebélico montado en la frontera, aceleró los tiempos para adelantar el punto más importante de su agenda, que no es otro que las elecciones parlamentarias, partiendo de dos hechos distintos: sabiendo que las elecciones presidenciales con Maduro y con cualquier otro en su lugar las tiene perdidas, y con la certeza, más que sospecha,  de que buena parte de la oposición jugará de nuevo a la abstención.

Por eso es que el régimen está en plena campaña electoral, con un CNE que en estos momentos, sin hacer bulla, hace reajustes y modificaciones en el padrón electoral que el régimen necesita, escoge cuidadosamente los circuitos más propicios para tejer la trampa, prepara a todos sus activistas para el control de las mesas y dar asistencia a los votantes   y en paralelo ha puesto en funcionamiento el RAAS, que no es otra cosa que una herramienta diseñada con el único propósito de mantener un absoluto control social sobre la población y todos sus bienes. A eso hay que añadir la visita casa por casa del PSUV con el único propósito de amedrentar al votante, el chantaje descarado que está presente en el otorgamiento de las cajas CLAP y en los bonos del carnet de la patria, la activación,  parroquia por parroquia, de todas las unidades de defensa de este bodrio mal oliente mal llamado revolución, y las órdenes a los colectivos armados para ejecutar las acciones que fuesen necesarias en el caso de una insubordinación de aquella parte aguerrida del pueblo  que se mantiene indoblegable.

A todo este cuadro hay que añadir la coronación del cinismo “revolucionario” al repetir sin vergüenza y sin cansancio todas las promesas incumplidas durante estos veinte años, y   mantener el discurso de paz y de concordia mientras aplican una represión sin límites, violan los derechos humanos en todas sus escalas, y van armando en la retaguardia el estado prebélico con grupos criminales armados, como lo que queda de las FARC, el ELN y las experimentadas mafias del narcotráfico.

Ese es el escenario real al cual debemos añadir que, en medio del aberrante clima de represión que ha armado el régimen, el estado de supervivencia al que ha sido sometido todo el país, la diáspora inducida desde el poder que nos debilita y nos desangra, no se explican, ni dentro ni fuera del país, el comportamiento de algunas oposiciones, más preocupadas en sacar a Guaidó del juego que enfrentar con contundencia al régimen, como tampoco el comportamiento de un pueblo que se resigna a vivir en estado de sumisión a cambio de las bolsas CLAP, los distintos bonos que se les otorga a los poseedores del carnet de la patria, sin entender que le están robando su libertad.

No me cabe la menor duda de que así como desde la vocería del interinato se dice que todas las opciones están sobre la mesa, el régimen también las tiene, pero con una enorme diferencia: mientras que las mafias que controlan el país, cuando se sienten amenazadas, más unifican sus criterios y todas empujan en una misma dirección; en la enorme oposición venezolana, fracturada y dividida como está, es más importante para algunos ver cómo sacan a Guaidó de la escena, para otros ver cómo mantienen a los ojos de la gente sus aspiraciones presidenciales, para otro hacerse los locos y guardar silencio hasta que se les presente la oportunidad de entrar en el terreno de juego así sea como recogebates, cuidadores de sanitarios, vendedores de cerveza, como es el caso de los partidos de maletín que se han prestado para esta farsa que, no obstante, me temo, podría salir victoriosa si la oposición no se enseria y el llamado bravo pueblo, no toma conciencia.


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