Nos encontramos ya en la etapa de cierre de este año, de manera que, luego de un incansable transitar por Venezuela para dictar conferencias sobre la Guayana Esequiba, considero que vale la pena –en la presente reflexión– describir a grandes rasgos, cómo ha sido el comportamiento de identidad, relacionamiento y consciencia de nuestros compatriotas con el litigio centenario que hemos librado frente a los causahabientes de la  excolonia británica.

Digamos entonces que, en la controversia con Guyana por la extensión territorial que le desgajaron a nuestro país, nos hemos encontrado con las situaciones más inimaginables; posiciones impensables, ideas contradictorias para la solución del caso; algunas veces hubo silencios cómplices que nos llenaron de preocupación.

Debo señalar también que afloraronen pocas ocasiones declaraciones destempladas o extemporáneas.

Percibimos, tristemente, frases elogiosas –de algún “experto” nuestro— para el contrincante y para su equipo de abogados y delegados de aquella cancillería; al tiempo que escuchamos descalificaciones –inmerecidas para nuestros representantes ante la Corte Internacional de Justicia.

Déjenme decirles, sin embargo, que apreciamos en todas las regiones una compacta solidaridad de todo cuanto se viene haciendo; por encima, de algunos resentidos –sin causas justificables que hacen alardes de conocimientos de este asunto controvertido y del Derecho Internacional Público, pero que reman en sentido opuesto a los verdaderos intereses de la patria.

Los doce meses de este año se los dedicamos, íntegramente como en las últimas cuatro décadas, a sensibilizar y sembrar conciencia en todos los sectores, en pro de la restitución que debemos pedir en la citada Sala Sentenciadora donde se dirime el caso.

En este interesante lapso que concluye, escuchamos y acopiamos en nuestros repertorios académicos expresiones y conjeturas bastantes acertadas y suficientemente ponderadas, que nutren y ensanchan las opciones y alternativas posibles para cualquiera determinación, para cuando haya que asumir la absoluta defensa del Estado venezolano.

A riesgo de omitir –involuntariamente– a algunos de los portaestandartes en esta lucha de reivindicación, deseo destacar el extraordinario trabajo de las diferentes personalidades entregadas a esta faena de justicia y las entidades que han sido creadas a tales fines y cumplen con creces con sus objetivos.

Mención especial para la Comisión parlamentaria para la Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial que preside el brillante constitucionalista Dr. Hermann Escarrá, junto a un elogiable equipo.

Con idéntico tono e intención, así, igualmente, reconocemos el trabajo del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela bajo la coordinación del general Oswaldo Sujú Raffo y la asesoría del eminente jurista Cesáreo Espinal Vásquez.

Nos resulta muy grato poner de relieve la labor del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri); de las universidades, de las academias; a la par de un considerable número de alcaldías de muchos estados; del apoyo consistente de la Confederación de Ganaderos (Confagan).

Reconocemos el entusiasmo de las Respetables Logias Masónicas de algunas regiones (Orientes) del país, cuyos directivos nos dieron muestras de respaldo al promocionar y organizar mi conferencia, en varias ciudades.

Nuestra plena admiración a las distintas confesiones religiosas, particularmente a la Iglesia Católica.

Cuánta alegría reseñar el valiosísimo aporte de las organizaciones no gubernamentales y fundaciones, expresamente concebidas con el único propósito y meta que nos identifica en esta gesta venezolanista.

Fecunda y muy productiva labor de la ONG Mi Mapa de Venezuela, en la persona del licenciado Jorge Luis Fuguett; de la Fundación Venezuela Esequiba, dirigida por el Dr. Jean Carafa; de la Fundación denominada en Defensa de los Esequibanos y del Esequibo, presidida por el coronel Pompeyo Torrealba; también el despliegue en las redes sociales que han hecho las Fundaciones El Esequibo es Nuestro, El Esequibo es Venezuela y Agencia Esequibo.

Indudablemente es todo nuestro país cerrando filas: historiadores, comunicadores, catedráticos, investigadores sociales, sacerdotes, pastores, intelectuales, directivos de páginas en Internet exclusivamente diseñadas para este tema y estudiosos del asunto litigioso que nos ocupa.

Nuestra admiración para los consagrados articulistas Dr. Nelson Ramírez Torres, Dr. Sadio Garavini, Dr. Oscar Arnal, Dr. Héctor Faúndez y Dr. Víctor Rodríguez.

El país está infinitamente agradecido de la defensa acertada –recientemente ante la Corte Internacional de Justicia del equipo designado para cumplir la encomiable tarea de exponer nuestros argumentos históricos y jurídicos contenidos en la Excepción Preliminar que presentamos, donde pedimos la inadmisibilidad de la demanda guyanesa.

Tan digna representación, orgullo de nuestra patria, estuvo encabezada por la Dra. Delcy Rodríguez; además integrada por el historiador Samuel Moncada, la Dra. Esperanza Calatayud, el Dr. Antonio Remiro Brotons, el diplomático Félix Plasencia, la Dra. Elsys Rosales, el Dr. Paolo Palchetti, el Dr. Christian Tams, el Dr. Alfredo Orihuela, el Dr. Carlos Espósito, el Dr. Andreas Zimmermann. Todos excelentes profesionales del Derecho.

Sobre la excepción Preliminar que ahora examinan los jueces de la Sala Juzgadora de la ONU (y en espera de sentencia para el próximo trimestre) diremos que, si la demanda que nos hizo Guyana no es admitida, nos corresponderá fijar otras estrategias que informaremos en su debida oportunidad.

Caso contrario, la Corte fijará una nueva fecha para que comparezcamos y consignemos el Memorial de Contestación de la demanda, si así lo autoriza el jefe del Estado.


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