Si algo termina de corroborar el enorme error madurista de haber asaltado la Asamblea Nacional para dar paso a una ilegítima directiva en el Parlamento ha sido el respaldo que ha terminado de recibir Juan Guaidó por parte de Trump en presencia del Congreso de Estados Unidos, tanto de republicanos como de demócratas, y en donde incluso fue ovacionado por la élite política de ese país.

En efecto, mientras Nicolás Maduro prácticamente le ruega a Donald Trump reunirse con él para aclarar las diferencias en lo que según el usurpador de Miraflores sería un marco de “respeto”, el presidente de la nación más poderosa del mundo no solo reconoce a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, sino que con un discurso que todavía no había pronunciado en términos tan fuertes sobre el régimen señala: “La tiranía de Maduro será aplastada y quebrada”¹.

Ante este escenario, es obvio que Juan Guaidó no solo elevó su alicaído liderazgo que comenzó con un importante apoyo de la población en 2019, sino que comienza este 2020 con la más exitosa gira internacional que haya tenido algún líder opositor desde 1998 y, más aún, desde que Maduro asumió el poder para realizar la más amarga gestión que hayan vivido los venezolanos en toda su historia desde 1958, cuando cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Por ello, el hecho que ha intentado ejercer el neototalitarismo al comprar unos diputadillos corruptos para que estos se apoderaran de la directiva de la Asamblea Nacional de manera fraudulenta no solo dejó al régimen sin el apoyo de Argentina, Uruguay y México, sino que tal hecho, incluso, generó una crisis política en España con la visita clandestina de Delcy Rodríguez, para que al final Pedro Sánchez terminara diciendo que apoya a Guaidó en su lucha por la democracia y exige elecciones libres en el menor tiempo posible.

La historia está marcada por un dinamismo natural y político barrido por grandes complejidades y hechos que amenazan la paz en el mundo. Es como decir que, antes de ser barrido por cambios naturales, los ejecutó de manera política.

El cambio climático que ha originado tragedias como las ocurridas en Australia con los devastadores incendios que, según cifras más conservadoras, ha causado la muerte de más de 1.000 millones de una diversidad de fauna y las enormes inundaciones al lado de ese continente como las sucedidas en Indonesia; mientras el coronavirus hace estragos en China, el dengue azota a Centroamérica, y los desequilibrios geopolíticos que sacuden a Libia envuelven de manera subrepticia a Rusia, Turquía y el propio Estados Unidos; sin obviar que Irán se mueve en una confrontación de protestas políticas y sociales, en donde la llamada nación persa llega al extremo por “error involuntario” de explotar un avión con casi 200 personas, o el Líbano verse sacudido por demandas en sus condiciones de vida que también son exigidas por naciones latinoamericanas; es algo que el madurismo piensa que ha estado a su favor para la manipulación del discurso. De allí que, ante cualquier hecho, sus voceros juegan apuntando al discurso antiimperialista como el origen de todos sus males, pero es algo que al parecer se les ha agotado.

Incluso, el hecho de que Maduro, después de haber condenado durante seis años consecutivos al “dólar criminal” como el causante de las penurias económicas en Venezuela, haya dicho a finales de 2019 que la dolarización es una “válvula de escape”, o más recientemente, que no todos los errores que ocurren en el país son culpa de las “sanciones”, lo cual abyecta en sus panegíricos cualquier vómito de podredumbre semántica que habían emitido en sus pueriles discursos, es algo que demuestra que Maduro sabe perfectamente que su permanencia en el poder dependerá en buena medida de lograr concordancia con el gobierno de Trump. Hecho que tiene un claro espejo en México con Andrés Manuel López Obrador, quien por encima de las diferencias ideológicas ha establecido un marcado plan de cooperación política, al punto de que hasta Carlos Slim, el hombre más adinerado de ese país, ha confluido con las políticas económicas y sociales del gobierno mexicano.

Lamentablemente para Nicolás Maduro pareciera que el tiempo se le agotó. Su violación de los derechos humanos al tener más de 2 centenas de presos políticos, incluidos los generales Raúl Isaías Baduel, Miguel Rodriguez Torres u otros militares sublevados por su destrucción del país, o diputados como Juan Requesens y Gilber Caro, o la persecución y el exilio de Yanet Fermín o Américo de Grazia entre más de 30 de ellos en condiciones similares, así como el encarcelamiento de líder sindical Rubén González, sin obviar cómo la Fiscalía o los tribunales se emplean como herramientas políticas o de seudojusticia en casos como la ejecución extrajudicial de Óscar Pérez o la desaparición de Alcedo Mora, y el gigantesco daño natural que se levanta en el llamado Arco Minero, en donde las mafias del oro imponen un Estado dentro de otro “Estado”, y permanentes escándalos de corrupción derivados de la quebrada industria petrolera venezolana que sacuden toda una pléyade geopolítica de corruptos de los cinco continentes es algo que no se puede ocultar ni desviar con una retórica que solo conjuga bazofia política.

El discurso de Trump, más allá de que estemos o no estemos de acuerdo con sus posiciones geopolíticas, y seamos contrarios a su manera de pensar en relación con la manera de ver el mundo, es una sentencia condenatoria contra el régimen de Maduro, quien aún tiene la ventana de las elecciones libres y justas para terminar sin las manos manchadas de sangre su terrible régimen neototalitario. Si lo rechaza, él sabe perfectamente cómo será su salida y de toda su claque. El reloj de arena para el madurismo se desvanece y eso ya se está escribiendo en la historia ¿Se inmolará toda la cúpula madurista en su nombre? Por ahora, Guaidó tiene la hoja de ruta.

¹ https://notifalcon.com/2020/02/05/trump-la-tirania-de-maduro-sera-aplastada-y-quebrada/


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