Cuba
Foto: AFP

Es difícil debatir contra una revolución triunfante. Ocurrió con la Revolución Bolchevique, el debate con Lenin se hizo difícil y este terminó pasando por encima de la que tal vez fue la generación más brillante de marxistas. Igual con la Revolución china, Mao le tiró por la cabeza las 5 Tesis Filosóficas a todo aquel que debatiera la naturaleza y el movimiento de su revolución; y por supuesto, sin ir muy lejos, lo mismo ocurrió con la Revolución cubana, que ejerció un hechizo sobre dos generaciones de latinoamericanos.

De esta última han pasado 60 años, en los cuales ha gobernado un solo partido y un solo apellido. ¿Qué nombre podemos ponerle? Yo tengo un nombre, el mismo con el que califico al régimen venezolano: Dictadura.

Ya está bueno de eufemismos. La Revolución cubana todavía tiene defensores que niegan su naturaleza dictatorial. Estos defensores, en su mayoría de la izquierda más atrasada de Latinoamérica, suele usar los mismos sofismas que se han utilizado para definir la llamada Revolución bolivariana.

Durante sesenta años estos defensores han argumentado hasta la náusea que toda la culpa del desastre y la miseria cubana es del bloque asesino del imperio norteamericano, argumento que propagandísticamente ha funcionado de manera eficientísima, pero hay que recordar que  Cuba tiene tratados comerciales con casi 100 países y Estados Unidos es uno de sus principales socios a pesar de los ítems incluidos en el embargo, como sostiene el analista Oscar Schamis y el escritor Cabrera Infante en un célebre artículo de 2004 en el que desmitifica el bloqueo como la causa de la situación calamitosa en la que viven los cubanos

Porque, después de todo, qué tipo de bloqueo es ese en el que buques-tanques le llevan petróleo venezolano y gasolina, algo que aquí no tenemos desde hace bastante tiempo, pero Maduro sin consultar se lo ha regalado al régimen castrista sin que se haya producido la voladura de esos tanqueros por parte de las naves enemigas norteamericanas.

Es posible que el 11 de julio no sea la fecha que marque el fin de la dictadura de los Castro y ahora de Díaz-Canel, pero puede ser que sea el inicio de un acto histórico que constituirá el primer paso al momento constitutivo del advenimiento de la democracia. El pueblo cubano después del martirio de sesenta años lo merece, por eso, frente al argumento sostenido por algunos cuando dicen que en Cuba se hace algo que en muchos países no se puede, esto es comer, es bueno responderle que la consigna de hoy precisamente contempla esa misma palabra, comer, solo que ahora viene acompañada de queremos hablar y queremos libertad.


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