Gonzalo Gerbasi

Un golpe de ataúd estremece los sentimientos de la familia adeca y del foro venezolano con el sorpresivo fallecimiento de Gonzalo Gerbasi Orta. Los integrantes de la promoción de abogados José Luis Aguilar Gorrondona (UCAB: 1974), quedamos conmovidos por la triste noticia, en vista del aprecio que sentíamos por nuestro compañero de promoción que se nos fue.

Gonzalo Gerbasi era un intelectual y político marcado por la vieja fibra adeca. La fortaleza humana, la probidad, el coraje, la decencia, la vida austera, la vigorosa actividad intelectual y el compromiso con Venezuela eran sus signos distintivos. Se trata de los valores que representaban lo adecos históricos: Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Gonzalo Barrios, Leonardo Ruiz Pineda, Valmore Rodríguez, Antonio Leidenz, Eligio Anzola, José Vargas, Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi, Octavio Lepage, Carlos Canache Mata, entre otros. Esas fueron las virtudes que exhibía la clase política que contribuyó a estabilizar la democracia, al amparo de la honestidad, de la tolerancia y la sencillez. A esta estirpe perteneció el poeta Vicente Gerbasi, quien acompañó a Rómulo Betancourt en la fundación del Partido Democrático Nacional.

Gonzalo heredó de su padre, el poeta Gerbasi, la pasión por la vida intelectual y por la disciplina de trabajo. Vicente  Gerbasi vivía “En un estado poético”, como lo proclamó el día de su incorporación como miembro de la Academia Venezolana de la Lengua (1989). Tuve la suerte de conocerlo personalmente y siempre advertí en él su simpatía y su decencia. Autor de Mi padre el inmigrante (1945), la oda al desarraigo, que es uno de sus poemas más conocidos, ocupa un puesto estelar en la historia de la lírica venezolana. No puede extrañar, entonces, que del gran poeta y de su distinguida esposa, la valenciana Consuelo Orta Bercht, se haya construido una familia de jerarquía y fuste, como los Gerbasi Orta.

Vale la pena destacar que el abuelo de Gonzalo fue Giovanbattista Gerbasi, oriundo de la Provincia de Salerno en Italia. Se unió a José Manuel Hernandez (conocido como el “Mocho” Hernández), luego de escucharlo en un mitin en Valencia en una de sus campañas electorales. Combatió junto al Mocho contra Joaquín Crespo y fue derrotado; aquí aprende que la derrota es un aprendizaje. Asimismo, Gionvanbattista le infunde a sus descendientes el sentido del compromiso con el del deber cumplido. Fue un hombre de éxitos, debido a su capacidad de trabajo y a su disciplina.

La familia Gerbasi estuvo estrechamente vinculada a la historia reciente y al partido Acción Democrática. Gonzalo perteneció a la generación de la década de los setenta y mantuvo su vínculo partidista hasta su último respiro. En AD aprendió a entender las complejidades de la lucha política, lo que se evidencia de los análisis que compartía con sus amigos en los distintos chats a los que pertenecía. Yo siempre estaba atento a sus opiniones, tanto sobre la vida nacional, como sobre cine y literatura. A la gente culta e inteligente, como lo era él, hay que prestarle atención.

Los valores que representaron los adecos históricos fueron cambiando en la medida en que Venezuela se inundaba de riqueza petrolera. La disciplina intelectual y la vida sencilla se desdoblaron por el afán de lujo, la superficialidad, la frivolidad y la falta de compromiso con la palabra empeñada. El debate de las ideas en los partidos políticos y su sustitución por el pragmatismo –que permitió convertir a los partidos en maquinarias para conquistar el poder–fueron la causa del quiebre del modelo político nacido 1958. Así se activaron los resortes de los demonios de la democracia. El prestigio de la clase dirigente fue pilar fundamental en el desarrollo y consolidación de la democracia; su desprestigio, en cambio, fue una de las causas de su caída. El quiebre definitivo fue cuestión de tiempo.

Más todavía, Gonzalo Gerbasi se caracterizó no solo por sus valores políticos, sino por su vigorosa actividad intelectual y universitaria. Era una autoridad en materia de legitimación de capitales, lo que queda demostrado por su importante libro Drogas, Delincuencia Organizada y Legitimación de Capitales, editado por la Universidad Católica Andrés Bello. Fue profesor de legitimación de capitales y financiamiento al terrorismo en las Universidades Metropolitana y Católica Andrés Bello. Tuvo entonces una actividad académica relevante en esa área de su especialidad, tan necesaria en los tiempos presentes.

El deterioro institucional y la corrupción desbordada definen un hecho cultural. Esto lo comprendió muy bien Gonzalo Gerbasi; sus advertencias en este sentido son muy agudas. De ahí su dedicación a insertar los temas que estudió y enseñó dentro del marco nacional, en el cual se producen y expanden estos delicados problemas.

A Gonzalo lo acompañaban otras virtudes humanas: su sentido de la amistad y su sencillez. Muy distinto al perfil del atorrante, engreído y envidioso, que, desde la comodidad de la holgazanería, descalifica a quienes trabajan y producen obra intelectual. Estos pícaros, que encajen en el modelo del “diente roto”, son el reverso de los valores que representó Gonzalo Gerbasi. Pero estos resentidos son, por fortuna, minoría.

El ejemplo de Gonzalo Gerbasi debe servir para potenciar los valores republicanos y para que se reconstruya el hilo de la esperanza nacional.


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