Un día después de que el piloto del caza F-22 derribó el globo espía chino que intentaba vigilar sitios estratégicos de Estados Unidos, la cúpula militar madurista salió en defensa de sus aliados de Pekín. Y es que Venezuela, como saben en Washington, es el principal punto de apoyo y acceso para actores de Estados externos que impactan la región y prosperan con la corrupción.

El 5 de febrero, Domingo Hernández Lárez y Vladimir Padrino López calificaron de cínico a Estados Unidos por defender su espacio aéreo y haber incursionado, dijeron, con cuatro “aviones espías” en Venezuela el último mes. Sin embargo, el jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional  Bolivariana (Ceofanb) y el ministro de Defensa parecen olvidar que el alto mando chavista no respondió nunca al desafío que Hugo “el Pollo” Carvajal le lanzó el 29 de septiembre de 2019.

@ceofanb ¿Detección de 54 aeronaves estadounidenses en territorio venezolano? Jajaja”, escribió en Twitter el exjefe de inteligencia de Chávez y Maduro. “Curiosamente ─agregó─, estos radares sirven para detectar aeronaves estadounidenses pero no para detectar aeronaves del narcotráfico auspiciado por Maduro”.

Padrino López se queja de lo que llama sistemática provocación y violación de la soberanía venezolana por medios aéreos y marítimos norteamericanos, y afirma que se han visto obligados a “interceptarlos y expulsarlos”. Pero quienes se rindieron en la guerra de guerrillas en Apure frente a los adversarios de su aliado Iván Márquez en el negocio de la droga, en 2021, nunca parecen haber estado en condiciones de desafiar a Estados Unidos.

Antesel 16 de julio de 2020─ frente a un  ejercicio en aguas internacionales del Caribe del destructor USS Pinckney, barco lanzamisiles de clase Arleigh Burke, Padrino López insistió en que las operaciones antidrogas estadounidenses respondían a razones políticas internas. No obstante, el almirante Craig Faller, entonces jefe del Comando Sur, le advirtió: “Vamos a continuar ejerciendo nuestro legítimo derecho a navegar libremente por aguas internacionales sin someternos a reclamos ilegales”.

La determinación de Estados Unidos, que no es precisamente “un imperio en decadencia”, se puso a prueba otra vez  al responder eficazmente a la violación de su soberanía por China. Y resulta llamativo, porque parece llevar un mensaje, que esta misión la cumplió el indetectable y letal F-22 Raptor (rapaz o ave de presa), caza que utilizó un misil aire-aire de corto alcance. La ruta de la aeronave china sobre “muchos sitios potencialmente sensibles” hizo que el Comando de Defensa Aeroespacial norteamericano buscara en un área equivalente a 15 campos por 15 campos de fútbol los restos del aparato que destruyó el sábado 4 de febrero sobre el Atlántico.

Todo eso contradice la versión de Pekín de que era un inofensivo dirigible civil con fines de investigación principalmente meteorológicos, y no el globo espía chino. Y también la versión de sus socios del régimen de Maduro, que desafortunadamente creyeron acertado jugar la vieja carta de los aviones norteamericanos fantasma violando la soberanía venezolana.


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