Recientemente hice gestiones ante distintos medios de comunicación, específicamente en emisoras de radio carabobeñas, para lograr un espacio de entrevistas y exponer algunas ideas que tenemos desde AD “en resistencia” relativas a las próximas elecciones presidenciales, nuestra agenda de trabajo, el apoyo que proporcionamos a la Plataforma Unitaria y nuestro candidato Edmundo González Urrutia. ¿Cuál fue el resultado? Obtener respuestas como “yo te aviso”, “estamos evaluando”, o la más directa y concreta, “es que Conatel nos está presionando y debemos tener cuidado, quizá más adelante”. Al mismo tiempo, podemos notar que las otras candidaturas, la del PSUV y sus “independientes”, sí que tienen espacio en la prensa. ¿Por qué ocurre esto? Porque el silencio es la norma en una dictadura.

Al comentar esto entre algunos colegas y amigos de la prensa, suelen decirme que eso es obvio, que no he descubierto el agua tibia. Tienen toda la razón. La cuestión no es saber qué enfermedad tenemos sino cómo curarla. Pues bien, lo he dicho en otras oportunidades y lo repetiré nuevamente: el remedio para el silencio es el sonido, el remedio para el acallamiento es la palabra, el remedio para el miedo es la valentía. El país no necesita emisoras de radio que solo puedan aplaudir al gobierno y, luego, a falta de aplausos, se ponga reguetón, vallenato, rock o salsa para tapar con música el ruido de los estómagos vacíos de la patria.

Se me dice “es que después nos cierran la emisora o el programa, la gente quedará desempleada”, señores, ya eso está ocurriendo. Ya se han cerrado canales de TV nacionales, se han sacado televisoras internacionales de la parrilla de televisión por cable, se han cerrado emisoras de radio, también periódicos y revistas, hay periodistas presos y también los hay exiliados. Noticia no es que un perro muerda a una persona, es que una persona muerda a un perro… Hace rato, mucho rato, que ejercer periodismo en Venezuela se convirtió en un delito y que los violadores de la libertad de expresión fueron elevados al pedestal de héroes de la patria. ¿Acaso la autocensura no es una práctica reñida con los principios deontológicos del periodismo? A mí me parece que sí, aunque se le ponga el inapropiado ropaje de épica de la sobrevivencia.

Si dejamos que el miedo nos dicte las acciones perderemos algo de nuestra humanidad y la perderemos irremediablemente. Por miedo a lo que nos pueda suceder personalmente podemos silenciar al otro y ese es solo el inicio de lo que somos capaces de hacerle a los demás, de hecho: se puede justificar la represión al otro, el exilio al otro, la prisión al otro, la tortura al otro. Hasta la literatura nos lo muestra, en la Orweliana 1984, un enamorado pide la tortura para su amada con tal de no seguir en el suplicio. Yo no soy precisamente un referente de la cristiandad, pero muchos otros reconocidos carabobeños sí lo son y podrían decir, claramente, que la conducta aludida no se corresponde con la de un buen cristiano.

Ser una persona buena en momentos de calma, respeto, vigencia de derechos y garantías siempre es fácil. Es en los momentos de persecución, de represión, de necesidad y violencia cuando la bondad humana se puede medir y constatar. Fuera de las cabinas de radio, de los canales de televisión, de las oficinas de redacción, está un país explotado laboralmente, violentado, sufrido, hambriento, enfermo, sumergido en la ignorancia, es el 80% del país; además de semejante barbarie, ¿también le mantendremos amordazado por miedo?

[email protected] / @rockypolitica


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