Dedico el presente artículo, gracias a El Nacional, a Beatrice Rangel exministra de la Secretaría de la Presidencia de Carlos Andrés Pérez, por su labor formadora de conciencia democrática. Por vez primera tuve un encuentro con Beatrice en Miraflores, al acudir por el derecho al agua a una marcha  que, desde La Victoria, acompañé siendo el primer director-gerente de nuestra creada Hidrológica del Centro, Hidrocentro, en 1991, para los estados Aragua, Carabobo y Cojedes. Fue uno de los tangibles e iniciales frutos del comienzo práctico de la reforma del Estado venezolano.

¿Para qué sirven las canas? Desde la clase de inmortalidad de aquellos que con sus obras no morirán en la memoria de los hombres, recorro, casi que con angustia existencial, lo que serían legados de los grandes de cada tiempo. Esos que nos precedieron con su magnífica siembra de los árboles del conocimiento, de los principios y valores en el anhelo por un mejor ecosistema humano y universal.

Apenas ayer, viernes 9 de este diciembre de 2021, asistí al seminario internacional que denominaron sus organizadores (donde Beatrice es inmensa) “La relación entre Estados Unidos e Iberoamérica: perspectivas políticas y económicas”. Dejo a ustedes la curiosidad de buscar las publicaciones que seguramente se harán de tal evento.

Pienso que estamos en un tiempo de imprescindibles reinterpretaciones del por qué de la actual cosecha de regresiones políticas pendulares en Latinoamérica y el Caribe. Bajo nuevos ropajes, la similar cosecha extrema que condena tanto a las oligarquías proteccionistas de sus privilegios, como al encierro en un izquierdismo adolescente al que han sometido los populistas autoritarios, devenidos en criminales enemigos de la libertad y de la democracia continental a nuestras naciones. Lo peor  es que con sus políticas seudopatrióticas-revolucionarias, al final siempre fracasadas, solo desnudan su ambición de controlar el aparato productivo, al que luego paralizan y destruyen; como ha ocurrido en nuestra Venezuela, dramático y triste ejemplo.

Entre tanto, muchos otros actores e intereses que en nada contribuyen al desarrollo de un Estado de Derecho fehaciente en nuestro continente, actúan cual pervertidos eternos árbitros de lo que está bien y de lo que está mal, y continúan en su blablablá, como poses en la que viven, pero que al final se transparenta cuán poco o nada les importa «un carajo» nuestros pueblos empobrecidos que sufren las consecuencias.

Volver al pasado para ir al futuro es reflexionar sobre el tiempo rural de la barbarie autoritaria, necesaria de superar definitivamente desde la Doña Bárbara rural e incivilizada en la novela que nos obsequió Gallegos (recordemos su exilio en México), a la era tecnológica en que nos encontramos y que nos comentó el senador de  Estados Unidos Bill Cassidy. Escuchar al expresidente de México Ernesto Zedillo, quien con radiante claridad de sol del día en Miami nos dejó observaciones sobre la problemática de la desigualdad económica, pero también la degradante desigualdad ante la ley que sufrimos en Latinoamérica.

Maria Corina Machado puntualizó muy bien las dimensiones de tres impostergables luchas en los ámbitos: cultural, político e institucional. Lo que más nos importa de ella es su coherencia y consecuencia personal con valores y principios que predica.

Finalmente, don Mario Vargas Llosa nos alertó sobre el urgente deber de seguir la lucha ante un panorama que, si no debemos calificarlo de desolador, sí debemos aceptarlo como una realidad del enorme reto que comporta: derrotar al  mismo tiempo el populismo como a las parodias de dirigentes de derechas que más bien nos llevan al estancamiento y aún más allá al retroceso.

Creo que en alguna oportunidad debo haberles comentado de la falsa imagen, seguramente bien intencionada por cierto, de parte de Santos Michelena pintándose un Miranda sobre una cama, tendido y aburrido tras los  barrotes de su prisión en La Carraca, Puerto de Cádiz. Impresión nada más alejada de la verdad. La realidad es que por entonces Miranda estudiaba su plan de escape, para acudir seguramente de nuevo a la lucha por esa Gran Colombia de sus sueños. Esta que ahora más que nunca permanece como sueño anhelante y vigente, a doscientos años dentro del torbellino de pasión libertaria que anida en los corazones de muchos de nosotros. Al final reconocí a nuestro querido Carlos Alberto Montaner, miembro-presidente honorario fundador de nuestra Cátedra Internacional por la Libertad «Francisco de Miranda».

@gonzalezdelcas

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