Bien sabemos que el vocablo cultura es manejado a diestra y siniestra por la generalidad de las personas, sin distingos del nivel cultural que se posea. El significado de este sustantivo no alude únicamente a lo académico,  aunque a este lo consideramos como uno de los de más alto grado. Alude, también, a la posesión de conocimientos científicos, literarios, artísticos o tecnológicos; igualmente, al comportamiento ciudadano de las personas dentro de la sociedad, al modo de actuar con respeto, sensatez y prudencia y a los demás rasgos y atributos humanos dignos de despertar admiración personal.

Y, ¿cuáles son los fundamentos de la cultura? Muchas son las fuentes generadoras de cultura. En primer lugar, debemos citar el estudio sistemático casado indisolublemente con la lectura, el contacto con las instituciones y  el virtuoso desenvolvimiento social. Además, son fuentes culturales las conferencias, los conciertos, el buen cine y tantas otras actividades museísticas y teatrales. Pero, naturalmente, la cultura no solo se imparte y se asimila bajo techos, ni rodeado  de paredes. La calle, las plazas, los parques y todos los lugares abiertos donde conversamos y compartimos con nuestros semejantes pueden ser escuelas de educación asistemática, de cultura en general.

Ciertamente, la lectura es base fundamental para la cultura. Su ejercicio es una de las más importantes operaciones intelectuales que cultivamos los seres humanos. Y no consiste en hacer una simple gimnasia con los órganos oculares, sino que ella es una muy compleja operación mental para abstraer, captar y con ello entender el instrumento leído. Entonces, para leer es indispensable haber escrito. Así que, indiscutiblemente, la escritura precedió a la lectura. ¿Cuándo se inventó la escritura? Narra la historia que la escritura apareció, en forma muy rudimentaria, en la Mesopotamia allá por el año 3.300 a. C. y se debió a la cultura que poseían los sumerios, y que a estos le siguieron, en ese invento, los asirios, los babilonios y posteriormente los egipcios. Pero no fue sino hasta la era cristiana cuando apareció la escritura alfabética, gracias al invento del alfabeto por los fenicios, con lo cual dio lugar al nacimiento de los alfabetos modernos.

Con el invento de la escritura, que es la gran tecnología para la información, se le puso fin a la prehistoria. Gracias a tan novedoso invento contamos con la Biblia, la Historia, la Filosofía y con las grandes obras literarias.

En fin, entre los grandes inventos hechos por el hombre, contamos con la escritura y la lectura. Estas son las dos bases fundamentales para la difusión y el enriquecimiento de la cultura. Mediante ellas nos comunicamos en forma verbal y escrita, pero el manejo de las palabras en esas dos actividades no es autónomo, está sometido a normas, a rígidas disciplinas establecidas por la gramática de cada idioma. Estos, los idiomas son también inventos de los seres humanos; así cada país, cada nación o grupo de naciones tiene el suyo propio. Finalmente, el hombre tiene la suerte o, mejor, la felicidad, o la bendición  de vivir envuelto entre dos bellos mundos: el natural, la generosa naturaleza, donde él no puso mano, y el cultural que está hecho a sus maneras de hallar acomodos y bienestar.                                                             

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