Militarizada la represión en Venezuela, sobre todo por la última década, el desempeño de la Guardia Nacional genera un inmenso temor en la ciudadanía. Y, con sobrada razón, las más recientes incursiones políticas que comprometen a toda la corporación castrense.

En el nuevo aniversario del componente armado, un segmento del discurso atribuido a su actual  comandante general, asaz inoportuno en el contexto de las primarias opositoras que el régimen evidentemente desea frustrar, refiere a una “definición estructural de las nuevas amenazas emergentes” y a una guía de planeamiento para la “conducción de operaciones de orden interno” (https://twitter.com/EnverConde/status/1687616660415365120?t=zq8W4XQqwTxd2UDtS2ZRfQ&s=08).  Emparentada la tesis con las viejas formulaciones en materia de seguridad y defensa que dijo justificar la violación de los derechos humanos en el continente,  dibuja  al enemigo doméstico que pretende desconocer a los nuevos árbitros electorales, lanzar falsas candidaturas presidenciales, fundamentar la noción de Estado fallido, auspiciar la violencia, entre otros elementos que hablan arbitrariamente de una ultraderecha nacional e internacional que los mantiene atentos.

Obviamente, la postura va en dirección contraria a la adoptada por el artículo 328 constitucional de una urgentísima relectura. E, igualmente, luce razonable interpretarlo como un  pronunciamiento ocioso, cuando existe el principal partido de gobierno con una recurrente vocería de abundantes recursos mediáticos, para lidiar con asuntos que corresponden a la cotidiana diatriba política de los más variados y cambiantes bemoles.

Claro está, a menos que tamaña incursión en predios que les son ajenos, signifique la demanda de un reconocimiento y un protagonismo que el componente pueda juzgar hasta ahora como insuficientes. Así las cosas, nada casual luce la postulación de un alto  oficial en situación de retiro, otrora comandante general de la Guardia Nacional, como candidato en la plantilla oficialista para la reconfiguración del Consejo Nacional Electoral, luego de la renuncia forzada de sus rectores que ha gozado de un amplio conocimiento público.

La unidad opositora tiene por empeño elegir limpia y democráticamente a su abanderado presidencial, siendo imposible asumirlo como algo parecido a un acto continuo de sedición, definirlo como parte de una tarea desestabilizadora, y responderlo cual ataque insurreccional monopolizadas lícitamente las armas por la citada corporación, e, ilícitamente, por el malandraje. Ni siquiera, los más legítimos, inequívocos y perseverantes adversarios de Maduro Moros plantean canalizar y realizar sendas actividades proselitistas en el seno de la Fuerza Armada Nacional aun cuando él es el que las ha hecho ininterrumpidamente hasta el presente.

De tratarse de sucesos violentos, por ejemplo, valga recordar que el intento de sabotaje de los comicios generales de 1963 incluyó el riego masivo de tachuelas y el libre ametrallamiento en la ciudad capital y, después, Fidel Castro profundizó en el sostenimiento y financiamiento de una guerrilla que no aceptó los resultados electorales tan adversos, añadida la derrota de una abstención a la que militantemente llamó (https://lbarragan.blogspot.com/2013/04/las-otras-elecciones-luis-barragan-un.html). No ha habido, ni hay, evento equivalente alguno propiciado por la legítima y moralmente autorizada oposición en el curso del presente siglo, elevando la sospecha de una narrativa que lesiona la confianza hacia las instituciones en nuestro país, surgida en la dirección del propio Estado.

Sufragantes en los términos exactamente acuñados por la Constitución de 1999, es natural que los militares activos dispensen una atención que la deseamos prudente e imparcial ante las primarias opositoras, mecanismo de irrefutable vocación unitaria para elegir al definitivo candidato presidencial.  Una experiencia radicalmente cívica, necesaria y distinta al propósito de romper con un tablero que sólo exige convicción, probidad, talento y habilidad, porque las armas están llamadas a defender nuestra integridad territorial, por cierto.

@Luisbarraganj


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