¿Cómo tienen que comportarse las empresas y sus gerentes frente a las amenazas que provienen del populismo progresista que hoy ponen en riesgo las libertades y el bienestar de nuestras sociedades?

De hecho, en varios países de América Latina se están volviendo de moda corrientes políticas que tienen como método profundizar las divisiones, fragmentar el tejido social y erosionar la confianza, con el objetivo de conquistar y quedarse en el poder. Un pilar de esta estrategia es la demonización del capitalismo y, en particular, de las grandes empresas, identificadas como la causa principal de todos los males de nuestra sociedad.

Ahora bien, no hay duda de que cierto capitalismo rapaz es dañino para la sociedad y que hay empresas que no se preocupan por el medio ambiente y los derechos mínimos de los trabajadores. Pero hacer un manojo de toda la hierba es negar que las grandes empresas siguen siendo hoy las más hábiles en garantizar menores precios para los consumidores y mejores salarios. Es desconocer que las grandes empresas, comparadas con las pequeñas, brindan más y mejores beneficios, que incluyen atención médica, pago de horas extras y beneficios de jubilación. Es omitir que sus trabajadores tienen menos probabilidades de ser despedidos.

Entonces, frente a las amenazas que un cierto populismo representa hoy, las empresas están llamadas a concientizarse cada vez más de su responsabilidad social, y de su rol como agentes de cambio. Tienen que reconocer que vivimos en una época de profundas transformaciones, que la pandemia ha acelerado, creando nuevas oportunidades y destruyendo negocios. Sobre todo, ha cambiado el significado que damos al trabajo; hoy los empleados requieren más flexibilidad y propósito por parte de sus empleadores.

Frente a este contexto, en su carta anual, Larry Fink, de BlackRock, invita a los gerentes a reconocer que hoy las empresas tienen una oportunidad para liderar. “Nunca ha sido más urgente para los gerentes tener una voz consistente, un propósito claro, una estrategia coherente, y una visión a largo plazo”, escribe Fink. “El propósito de tu compañía es la estrella polar en este contexto tumultuoso”. Para el presidente de BlackRock, eso significa adoptar un “stakeholder capitalism”, es decir un capitalismo preocupado con beneficiar a todos, y no solamente a los accionistas.

Me dice Ricardo Sierra, gerente de Celsia, una empresa de energía del Grupo Argos: “En su carta, Larry Fink nos invita a que, quienes lideramos empresas, nos apartemos de la vorágine noticiosa diaria, pero nos acerquemos a conversar con nuestros colaboradores, clientes, proveedores y comunidades sobre los temas en que se debate la sociedad y que son importantes para el éxito de la misma y de las compañías. Nos invita a levantar nuestra voz”.

Por eso, en esta era de la disrupción, las empresas deben tener un propósito superior, coherencia con sus valores, y la capacidad de relacionarse con todos los elementos del sistema del cual hacen parte.

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