“Quién lo iba a pensar”. Sí señor. Resulta cierta la ibérica frase que dice aquello de que “en todas partes se cuecen habas”. Cuando el mismísimo presidente de Estados Unidos de América reclama su derecho a que se respete a los electores y a una elección que debe comprobarse como legítima y justa. Antes de reconocerse resultados sin verificación de fondo sobre qué es lo que realmente está pasando en los Estados Unidos de América.

Mientras en las tierras del norte se mantiene esa sensación de una situación inacabada, no dilucidada transparentemente, cabalmente, respecto de una insólitamente enredada elección presidencial, y que va aumentando al máximo el nivel de expectativa internacional al respecto, para nuestra Venezuela, otrora República petrolera de gran movimiento e importancia internacional por su exportación de energía, nos resultará vital dicho esclarecimiento, por todas las consecuencias que de no hacerse esto bien en los Estados Unidos ello nos acarreará.

Mañana volverá a producirse un nuevo fraude constitucional en Venezuela, por parte de quienes ya no exhiben ningún resto de pudor o escrúpulo a su imagen pública (algunos nunca lo tuvieron). Dicho fraude ejecutado por la narcotiranía es complemente acompañado por viejas y nuevas figuras de una prostituida partidocracia. Están decididos a hacer con la nación lo que se les antoje. No hay ya ni razonamientos politiqueros que se argumentan para disfrazar la acción criminal contra la democracia, y la libertad del pueblo. Solo el hambre y el derecho de comer para quienes les bajen la cabeza. Tampoco hay ya consideraciones jurídicas desde su parapeto de ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia. Votaciones para más que elegir, “erigir”,  a 277 cobra sueldos que en nada cambiarán la suerte ya echada de un parlamento que sustituirá al otro parapeto de una espuria “Asamblea Nacional Constituyente”; por cierto no acatada por muchos de altos y medios oficiales que conocemos, de los más directamente seguidores del llamado chavismo originario.

Ahora en nuestra patria convertida por la seudorrevolución, más que bananera, en destino de mafias para tránsito de drogas y centro geoestratégico para el manejo de lavados de capitales sucios se procede a ejecutar otro descarado fraude electoral para seguir reinando como republiqueta con unas fuerzas armadas postradas ante tamaña intervención de mafias diversas (castrocomunistas, FARC y ELN de Colombia,mafias de árabes iraníes, de chinos y rusos al alto nivel del Ministerio de Defensa y del usurpador de la Presidencia).

Solo el pensamiento estratégico y la acción organizativa trascendente podrán obrar en reparo de la cobardía de vendidas logias militares y partidistas, para reemprender la búsqueda del camino hacia la constitución de un movimiento auténticamente libertario y patriótico que acabe con la tiranía. Ello debe hacernos mantener una línea de trabajo basado en valores y principios. Con el TSJ en el exilio deberemos recuperar la conexión hacia la asunción de responsabilidades que vayan más allá de la solo ordinaria tarea de contestar los que es obvio respecto de la ilegitimidad de la tiranía y todo cuanto de ella emane, como aplicación correcta del principio del árbol envenenado. Todos sus frutos son veneno igualmente. Sin embargo, debemos atender la realidad de una situación límite que nos exige repensar, en tiempo y espacio, cuál legitimidad puede conservar un cuerpo que no cumple las funciones para el cual fue creado, electo y respaldado por sus electores.

En cuanto al señor presidente de los Estados Unidos de América, Donald J. Trump, y el vicepresidente, Mike Pence, siguen mereciendo nuestro respeto, que se han ganado  entre nosotros los que desterrados de nuestro patria venezolana que los ha observado desde cerca, en sus luchas por encontrar esa verdad de qué es realmente lo que está pasando en los Estados Unidos de América.

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