Uno de los mitos que desde hace mucho tiempo se ha querido establecer como una verdad histórica, es el cuestionamiento de la formación de los sacerdotes que ejercieron su ministerio durante los siglos XVIII , XIX  en lo que sería posteriormente Venezuela.

En ese sentido debemos recordar dos cosas: en primer lugar, que en aquél entonces como en la actualidad, el clero se dividía en el “Clero Secular” que es el diocesano y el “Clero Regular” compuesto por las diferentes órdenes religiosas tales como los franciscanos, jesuitas, dominicos y benedictinos. En segundo lugar, que no sólo los sacerdotes que venían de Europa tenían una formación académica para ejercer su ministerio; sino que también en la Provincia de Venezuela podían estudiar gracias a la creación del Seminario de Santa Rosa de Lima en el año de 1673 por el obispo peruano Fray Antonio González.

Revisando varios documentos pudimos constatar que en éste seminario venezolano, los aspirantes tenían que cursar materias tales como Latinidad, Retórica, Filosofía la cual duraba 3 años y Teología la tenían que cursar por 4 años, de tal manera que para la época era una formación bien completa.

Pero para poder ordenarse sacerdote no sólo tenías que cumplir con la programación académica establecida, sino que también se colocaba la condición de que el candidato a ser sacerdote debía ser de buena familia y en la documentación investigada, este aspecto queda muy claro.

Por ejemplo, uno de los documentos revisados que se titula: “Relación de los Méritos y literatura del Licenciado Don Juan Joseph Perez de Avila, Presbistero domiciliario del Obispado de Venezuela, Notario del Santo Oficio de la Inquisición y su Comisario en la ciudad de la Nueva Valencia del Rey en la misma Provincia.” se  dice lo siguiente:

“Es hijo legítimo del Capitán Don Domingo Pérez, natural que fue de la isla de La Palma, en las islas de Canaria, y de Doña Margarita de Avila cuyos ascendientes por ambas líneas ha sido reputados por Cristianos viejos, limpios de toda mala raza de Moros, Judíos, Mulatos, nuevamente convertidos, ni penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición”.

Y así como el caso de Juan Pérez de Avila, los expedientes correspondientes a Juan Cristóbal Mejía en 1696, Álvaro Díaz Cienfuegos en 1735 y José Atienza Castillo en 1743  también muestran las mismas características de las que hemos comentado en el presente artículo.

El caso de la formación de los sacerdotes se tomaba tan en serio, que se recuerda un escándalo ocurrido en la ciudad de la Nueva Valencia del Rey con el asunto del cura Diego Guerrero Torres, militar español que llegó a la Provincia de Guayana y Trinidad a principios del Siglo XVII y que luego de una penosa enfermedad se retiró del servicio militar para convertirse en sacerdote.

El padre Guerrero fue asignado a la ciudad de la Nueva Valencia del Rey para ejercer su ministerio y fue cuestionado por el Fiscal de Justicia Eclesiástica quien realizó una especie de juicio en su contra en el que hubo un interrogatorio que tenía un cuestionario de 18 preguntas a muchas personas de la ciudad, y al final del proceso tan polémico el padre Guerrero obtuvo la victoria.

A manera de conclusión podemos decir que Venezuela desde la colonia contaba con una plantilla de sacerdotes con una formación acorde con su tiempo, la cual se ha mantenido por más de tres siglos y que reafirma a nuestra Iglesia Católica como una de la instituciones más firmes y respetadas de nuestro país a través de toda su historia.

Bibliografía:

Méritos de Juan José Pérez de Ávila, Archivo General de Indias, 1743-07-02, Sección Indiferente,228 N.35. Disponible en: http://pares.mcu.es

Méritos de Alvaro Cién Fuegos, Archivo General de Indias,1736-05-26, Sección Indiferente, 220/N.103. Disponible en: http://pares.mcu.es

Méritos de José Atienza, Archivo General de Indias, 1743-07-02, Sección Indiferente: 228 N 15. Disponible en: http://pares.mcu.es

Méritos de Juan Cristóbal Mejía, Archivo General de Indias, 1696-01-11, Sección Indiferente: 212, N.11. Disponible en: http://pares.mcu.es

Informaciones sobre Diego Guerrero Torres, Archivo General de Indias, Sección: Santo Domingo: 17, N.11. Disponible en: http://pares.mcu.es

 


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