Colombia tiene todas las condiciones para albergar eventos de espectro internacional, tanto deportivos como de otra índole. Las instalaciones adecuadas, la provisión de servicios públicos de buen nivel, una impecable industria hotelera, inclinación al servicio de sus ciudadanos, la experiencia en la organización de multitudinarios encuentros, una geografía atractiva y una oferta turística complementaria, son todos elementos que suman a favor de una sede de calibre para festivales, salones, ferias y justas deportivas. Le falta una condición y es un gobierno que tenga la eficiencia por regla en la planificación de proyectos y  respeto por las obligaciones asumidas.

Por ello, unos cuantos expertos y autoridades en el medio deportivo venían ya anticipando el desaguisado: la Organización Deportiva Panamericana revocó la elección de Barranquilla como sede de los Juegos Panamericanos 2027 debido al incumplimiento del pago de ocho millones de dólares contemplados en el contrato. Así, para vergüenza y descontento de muchos, la ODP lo hizo público esta semana.

Desde hace un cierto tiempo la ciudad capital del Atlántico había intentado recabar la cooperación del gobierno central para hacer frente a las erogaciones que le impone el evento. La obligación era de enterar 8 millones de dólares dentro de fechas precisas, de los cuales 2,5 millones ya habían sido erogados. Al no cumplirse la fecha tope del 31 de diciembre para el aporte, unánimemente el Consejo deportivo decidió el retiro de la sede.

Hay el sentimiento en algunos sectores de que no solo este desaguisado es consecuencia de la negligencia, sino que otro tipo de sentimiento – revanchismo o resentimiento- abriga la Casa de Nariño al no haber actuado con la celeridad necesaria. El mandatario no las tiene todas consigo en el terreno del deporte. En cada uno de los estadios en los que Gustavo Petro ha asistido a partidos, contiendas deportivas y hasta conciertos en las últimas semanas, la reacción de rechazo público de los asistentes ha sido flagrante y molesta para el mandatario. La ministra del sector no ha conseguido diligenciar una respuesta a tiempo para que se materializara la ayuda económica del Ejecutivo. La critica más generalizada asegura que Petro nunca consideró que el Caribe era merecedor de los Juegos.

Colombia pierde mucho con ello. No se trata solo de un asunto de visibilidad y de marca. El deporte es un hecho aglutinador-, algo que todo país clama- y generador de orgullo patrio. Así lo deploró una de sus grandes medallistas olímpicas cuando declaró: “perdemos visibilidad internacional, perdemos posibilidad de ingresos para sectores turísticos y economías locales, perdemos en adecuación y construcción de escenarios deportivos para nuevas generaciones, perdemos fogueo internacional para muchos atletas, perdemos credibilidad internacional, perdemos la posibilidad de mostrar lo mejor de Colombia, perdemos posibilidad de empleo e impacto social”.

Los panamericanos habrían generado 20.000 empleos y la llegada de 70.000 turistas. 400 millones de dólares iban a ser invertidos por la ciudad en infraestructura y logística.

Mientras la ministra del Deporte, Astrid Bibiana Rodríguez, se prepara para enfrentar una moción de censura y Gustavo Petro se escuda en el silencio, ya la ciudad de Asunción en Paraguay está prevenida al bate.

 


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