La mayoría de los humanos viven en desesperación silenciosa” (H.D. Thoreau).

Estaba escribiendo una continuación a mi articulo anterior “Caracas Ciudad Gótica”, cuando mi hija se acercó al escritorio para enseñarme un video. “Te acuerdas de mi amiga Helen, del colegio?”, me preguntó, e inmediatamente la recordé por varias razones.

Para comenzar, estudió todo high school con mi hija en un colegio público gratuito de Doralzuela en la sección del sistema Cambridge. Era un programa educativo superexigente que requería de mucho intelecto y esfuerzo. Después del bachillerato, ambas fueron a universidades distintas. Helen se graduó de una prestigiosa universidad privada, en parte gracias a las ayudas económicas disponibles en Estados Unidos. Que me acuerde, ella y mi hija mantuvieron su amistad a pesar de las distancias. Sin embargo, hasta el video de hoy no había escuchado de ella desde hace bastante tiempo.

Hace ya algunos años Helen y su socia Angie hicieron contacto conmigo para que las ayudara con un proyecto novedoso en el sector de Internet. Dada mi experiencia y su amistad con mi hija, accedí con gusto a revisar el proyecto para ver si las podía ayudar. Nos reunimos varias veces para diseñar el modelo de negocios y preparar la empresa para buscar capital, además de otros temas típicos de los “start-ups”. En aquel momento, tanto ella como Angie transmitían una gran energía y talento enfocadas en el desarrollo de su proyecto. Después de varias conversaciones, el tiempo pasó y no supe más de ellas, por lo que pensé que habían decidido seguir un camino diferente. Creo que esa fue la ultima vez que supe de Helen hasta que vi el video que me estaba enseñando mi hija.

En el mencionado video, tomado durante las recientes protestas en Miami, aparece un reportero siguiendo a varias personas que vestían unos morrales con los ojos de Chávez pintados, igualitos a los que el régimen impone a los estudiantes en el paupérrimo sistema educativo público venezolano. “¿Eres chavista?, ¿eres chavista?”, el reportero preguntaba repetidamente a una mujer con tapabocas y el pelo alborotado. A lo que ella respondió enfáticamente: “Sí, soy chavista” y ahí dejé de escuchar cegado momentáneamente por una mezcla de tristeza, desilusión y rabia. “¿Cómo es esto posible?”, quedé repitiendo en mi cabeza.

Como era de esperarse, las redes sociales explotaron con reacciones bastante negativas en contra de Helen por parte de la comunidad venezolana en Miami. Casi inmediatamente, el senador por Florida Rick Scott la denunció como una violenta infiltrada por el castro-chavismo para radicalizar las protestas pacíficas por la muerte de George Floyd. Incluso, fue referida tangencialmente en un comunicado de la casa blanca en contra de la violencia promovida desde el extranjero. Pero en mi casa todo se sintió mucho más personal. Mis hijos y sus amistades, la mayoría graduados de la misma escuela, crearon un torbellino de comunicaciones buscando hacer sentido de la situación. Todo esto me hizo meditar mucho al respecto, por lo que decidí investigar un poco más.

Averigüé que poco después del proyecto de Internet, Helen, junto con un grupo de amigas autodenominadas afrolatinas, crearon (F)empower, “organización colectiva enfocada en inspirar un despertar feminista en las mujeres de color”, principalmente a través de la acción cívica y el contacto con la naturaleza. Sus actividades iniciales incluyeron sembrar un jardín/huerto orgánico denominado “Jardín de las hadas Femme” y escribir cartas de aliento a presos en las cárceles del condado. Su enfoque inicial pretendía combinar la energía creativa de los artistas con la energía social de los activistas para promover el cambio. Recientemente, (F)empower creó una fundación que recaudó decenas de miles de dólares para pagar las fianzas a los arrestados de color que no tengan recursos suficientes. Hasta ese momento, lo investigado me pareció un poco radical, pero nada preocupante.

Sin embargo, en el video que me enseñó mi hija, percibí una Helen totalmente distinta a la grata persona que conocí. En otra muy reciente entrevista a los medios redefinió a (F)empower como una organización “anticapitalista, antiimperialista y feminista para personas de color”. Luego aparecieron una serie de fotos de febrero 2020 en Venezuela, donde participó como delegada de la 3 Brigada Internacionalista Che Guevara. La brigada fue formada en 2019 por los servicios de inteligencia castro-chavista para “combatir las (supuestas) falsas informaciones sobre Venezuela”… Durante su visita, Helen tuvo varias entrevistas con la prensa donde, luego de visitar unos anónimos proyectos socialistas, salió declarando que había experimentado la “revolución en acción”.

En otras declaraciones grabadas alabó a la tiranía por ser unos “verdaderos defensores del pueblo”, además de proveer una  “educación gratuita a todos los niveles y servicios universales de salud”. Siguiendo los manipuladores libretos del G2, culpó amargamente de las carencias de los venezolanos a las sanciones internacionales. Sin embargo, no nombró a los cientos de presos políticos torturados por el régimen y sus jefes.

Tampoco describió como en los 20 años de poder absoluto, los corruptos e incapaces lacayos de Fidel lograron bajar la producción de petróleo de 3,5 millones de barriles al día a poco más de 500.000. Ni siquiera hablemos de que le faltó nombrar la escasez crónica de comida, medicinas, gasolina, electricidad, agua y el peor Internet de Latinoamérica, después del cubano.

En vista de todo esto, creo que tenemos que preguntarnos sinceramente: ¿qué es lo que ha logrado llevar a una joven inteligente, graduada, con familia y amigos y hasta emprendedora de Internet, a pertenecer a la 3 Brigada Internacionalista Che Guevara? ¿Cómo es posible que una descendiente de afroamericano y dominicana, educada, al igual que muchos hijos de inmigrantes y exiliados venezolanos, en el sistema público de Estados Unidos y con sueños de ser una capitana de industria, viaje orgullosamente a Venezuela para sesiones de adoctrinamiento comunista?

No soy mago para saber lo que los demás están pensando o las circunstancias de sus vidas personales. Tampoco pretendo dar explicaciones sobre el comportamiento ajeno. Pero lo que sí me queda claro es que algo muy grave tiene que estar pasando en Estados Unidos para que las juventudes, particularmente de las minorías raciales y sociales, estén radicalizando sus mensajes y acciones, tal como (F)empower pasó de colectivo artístico a brigada “anticapitalista”. En mi opinión, todos los días podemos ver la causa en los medios de comunicación y redes sociales, donde se evidencia claramente uno de los peores escarnios de la humanidad: el racismo.

Me preocupa mucho que el racismo y la intolerancia a la diversidad estén dividiendo violentamente a la sociedad occidental. También llamo la atención sobre el deterioro económico exacerbado por la pandemia que afectará desproporcionadamente a los más pobres y a los sectores de color. Las revoluciones y tiranías que conocemos bien, en sus comienzos se alimentaron del abuso de autoridad y exclusión social en medio de malos momentos económicos. Los recientes eventos radicales nos mostraron muchas sombras mal intencionadas que hay que neutralizar, pero también nos transmitieron voces de sufrimiento reprimido que tenemos que considerar y atender para evitar que los catalizadores de la izquierda sigan encendiendo incendios que no podamos apagar.


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