Como puede leerse, el título de este breve reflexión pareciera contener un oxìmoron o una contradictio in terminis pero en realidad no hay tal cosa en la pregunta.

Como toda racionalidad autoritaria; como toda lógica discursiva de índole teoretética y pragmática que se hinca en los fundamentos jurídicos-políticos de naturaleza militar cuartelaría, la revolución bolivariana -que de bolivariana solo ostenta la nominación- ha derivado en un particular orden fascista.

El Estado militar terminó, al cabo de un poco más de dos interminables décadas, por uniformizar a la sociedad que el filósofo alemán Friedrich Hegel denominó la sociedad civil. El Estado nazional-socialista pro cubano, pro chino, pro ruso, pro norcoreano, pro iraní -hay que repetirlo hasta la saciedad- subsumió todo vestigio de civilismo y democratismo pluralista en un abominable pandemonium totalitario del más rancio estilo hitleriano. Las vomitivas cadenas nacionales del Joseph Goebbels de la dictadura totalitaria del régimen madurista patentizan la inmoral utilización de las estadísticas de contagios y de morbilidad por la pandemia mundial del covid-19 para fines de desestabilización del equilibrio psico-emocional de la capas sociales más vulnerables de la sociedad.

La politización e ideologización de los efectos socio-sanitarios del virus chino en la sociedad venezolana ha ido generando un singular estado de zozobra psíquica y de angustia emocional en el colectivo nacional.  Una especie de psiquiatrización virtual o manipulación propagandística con obvios y aviesos propósitos de coacción psicológica por parte de la estatocracia socialfascista de la autodenominada democracia popular o estado comunal.

Un miedo inducido y una subcultura del terror psicológico de Estado vehiculizado a través de un abigarrado sistema nacional de medios propagandísticos dirigido a lobotomizar el cerebro social de una población aguijoneada por el hambre programada desde el moloch bolivariano dispuesto, sin vuelta a atrás según parte confesa- a implantar una nueva servidumbre en nombre de la libertad preconizada por las distopías planetarias asiáticas y paneslávicas (léase, Rusia y China)

El sistema político revolucionario venezolano por doquier ve conspiraciones y manifestaciones armadas de complotados. A diario la revolución tiene necesidad de inventar una narrativa violenta que le permita al régimen justificar razzias y arremetidas policiales y militares que ahoguen en sangre y fuego cualquier expresión cívica disidente de la sensibilidad opositora democrática. Cada cierto tiempo la revolución bolivariana inventa un magnicidio o una insurgencia obviamente de derecha. El comodín léxico, el apelativo verbal más socorrido que utiliza el régimen autoritario es la agresión imperialista, el bloqueo económico” y otras justificaciones y babosadas seudopolíticas de victimización de la revolución que permita atizar el fuego fatuo de la lucha de clases para tratar de explicarle a la sociedad las razones de la hecatombe nacional que padecen los venezolanos en todos los órdenes de la vida. Pues, toda América Latina observa con estupor la cantidad incuantificable de donaciones de la más diversa índole de alimentos y medicinas que ingresa por la principal Terminal aérea del país procedente de los más insospechados lugares del orbe terráqueo. Desde insumos médico-quirúrgicos y gasolina procedente de la teocracia iraní hasta personal militar de asesoría estratégica rusa-cubana ingresa a Venezuela por medio del puente aéreo con las potencias expansionistas como el social imperialismo chino y ruso.  Y con todo y eso farfullan y se llenan la boca hablando de bloqueos. En estricto rigor existen sanciones económicas y políticas son ciertamente sanciones económicas y financieras contra la èlite tecnoburocrática de la oligarquía corrupta que rige los destinos de nuestra esquilmada nación neocolonial.


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