Algo no cuadra. La propaganda oficial, más sus aliados y colaboradores en redes sociales insisten en vendernos una «Venezuela que se arregló», adornada de conciertos; tropeles de yates lujosos en Tucacas y Foodtrucks en las ciudades principales, pero que según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura solo son un espejismo, pues Venezuela es el segundo país con más hambre en América Latina, solamente superado por Haití.

De acuerdo con la organización internacional, en Venezuela 22,9% de la población padece hambre, que es un umbral aún inferior al de la pobreza; sin mencionar que según los últimos estudios de ONG prestigiosas cómo el Cendas, la cesta básica Venezuela se sitúa en casi 400 dólares al mes, mientras que un venezolano que perciba sueldo mínimo solo deviene unos 30 mensuales.

El gobierno no puede desmentir estas cifras, pues fue precisamente la FAO que en 2013 reconoció que para ese entonces el país había hecho «avances significativos» , en la erradicación de la pobreza extrema. Incluso aplaudía que Venezuela, hasta el 2007 tenía registros de pobreza extrema por debajo de 5%.

Fue precisamente ese año en que inicia formalmente Maduro a la cabeza del régimen, lo que es una clara muestra de que el socialismo, más el control y la militarización de la economía y la vida social, son el cóctel perfecto para la miseria.

Queda- con estas cifras- demostrado que no son los conciertos de reguetón los que echan adelante un país; ni son las avenidas pintadas multicolor las que representan el progreso. Es únicamente la producción industrial; la apertura económica y la solidez de las garantías democráticas, las que pueden sacarnos de este estanque.

Es una redundancia evidente, pero necesaria decir que no habrá cambios económicos de peso si no hay un cambio político. Hay que aclarar que eso solo puede suceder con un nuevo gobierno nacional, que trace un rumbo de crecimiento sostenido; que robustezca la Constitución y la institucionalidad, como una forma de generar confianza en inversionistas y socios extranjeros.

No se trata de la pelea ilusoria de izquierda contra derecha; ni del discurso trasnochado de capitalismo versus socialismo. Se trata de una situación de verdadera urgencia política e histórica en la que solamente un cambio de gobierno puede garantizar un viraje económico, capaz de salvar la vida de la siguiente generación de venezolanos.

Desde Voluntad Popular seguiremos denunciando está situación de emergencia humanitaria; pues por más que la propaganda del régimen quiera obligarnos a creernos su cuento de paraíso terrenal; la realidad habla por si misma y es una realidad cada vez más palpable y evidente. Sigamos luchando.

 


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