Al contrario de lo que muchos dicen o piensan, Chevron una de las siete hermanas, a diferencia de otras compañías como la EXXON, nunca se ha ido desde que llegó a Venezuela al momento del descubrimiento del Campo Boscán en los años 20. Es decir, es una de las compañías petroleras no estatales de mayor arraigo y experiencia en el país, con más de un siglo de operaciones; prefirió aguantar la pela, con los cambios en las reglas del juego, de la reforma a la ley de hidrocarburos, del discurso antiyanqui, antiimperialista y las sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump. Apostó por quedarse en el país con un bajo perfil en sus actividades en sus cinco proyectos onshore y offshore en sociedad con Pdvsa; cuatro operaciones conjuntas en el oeste y este del país, tres de ellas con proyectos de crudo pesado o extra pesado.

En cambio, expresidente de EXXON, el exsecretario de Estado, uno de los maestros de la geopolítica petrolera, el tiranosaurio rex Wayne Tillerson (1952) apostó por Guyana. EXXON junto con Conoco Phillips rechazaron una oferta del gobierno, consistente en dos proyectos i) Cerro Negro, una sociedad en participación para explotar petróleo crudo extrapesado en la Faja Petrolífera del Orinoco, y ii) el Proyecto La Ceiba, una sociedad en participación para explorar y explotar, sobre la base de riesgo y ganancias compartidas, en un área con potencial de crudo liviano y mediano adyacente al lago de Maracaibo, prefiriendo batirse en retirada y demandar en los tribunales internacionales de arbitraje.

Chevron a diferencia de EXXON se trazó una estrategia por dos bandas; en lo político, en Estados Unidos a raíz de la guerra de Ucrania y el alza de los precios del petróleo, producto en parte del embargo impuesto por el gobierno de Joe Biden, se dispuso a trabajar con el Departamento del Tesoro, el Departamento de Energía y la OFAC en la flexibilización de las medidas contra el gobierno de Venezuela, dirigidas a que le facilitaran las actividades de mantenimiento, ampliación de operaciones de mayor envergadura y por un mayor tiempo, para lo cual el gobierno estadounidense envió a Caracas hace unas semanas a dos funcionario de “alto nivel”. A cambio, los enviados se llevaron a dos ex ejecutivos de Citgo presos por traición a la patria y aunque Miraflores y la Casa Blanca lo niegan, estos regalitos fueron una muestra gratis para el fomento de la confianza.

En el otro frente, en el petrolero, están las relaciones Chevron – Venezuela. Al contrario de lo que se dice y dicen, Chevron nunca se fue de Venezuela a pesar de los cambios de los términos contractuales; se mantuvo a muy bajo perfil, para no perder espacio ante otras transnacionales europeas como ENI, SPA y Repsol, que han secundado el lobby emprendido por Chevron en procura de ciertas licencias operativas, lo suficientemente amplias como para asumir el control de sus empresas mixtas; un primer paso para recuperar la producción y las exportaciones para determinar a donde se envía el petróleo.

Las conversaciones del gobierno con las 11 operadoras giran alrededor de algunas modificaciones de la Ley de Hidrocarburos o un decreto ley bajo la ley antibloqueo, que les permita controlar el financiamiento, operaciones y administración.

Consultado con algunos técnicos, señalan que Chevron, si le levantan las sanciones, podrían producir 800 kbpd. Lo que no dicen es en cuánto tiempo, pero lo cierto es que a Chevron lo que le interesa es recuperar la maxi deuda de Pdvsa y tener el control de la comercialización de los barriles.

La “tercera cara” de esta moneda, es la competencia entre Chevron y la Exxon, que hasta ahora ha perdido la pelea. A pesar de que el Ciadi falló a favor de Exxon ordenando el pago de 9.042.482 de dólares por concepto de indemnización por las reducciones en la producción y las exportaciones impuestas al Proyecto Cerro Negro; 1.411.700.000 de dólares por indemnización por la expropiación de sus inversiones en el Proyecto Cerro Negro; 179.300.000 de dólares por concepto de indemnización por la expropiación de sus inversiones en el Proyecto La Ceiba y 9.042.482 de dólares de indemnización por las reducciones en la producción y las exportaciones impuestas al Proyecto Cerro Negro, el negocio de las petroleras no está en los tribunales, sino en las operaciones petroleras y comerciales.

Operativamente, un dólar invertido en Venezuela son cinco 5 dólares en Guyana, donde no hay puertos de profundo calado, no tienen facilidades de embarque, bombeo, depósitos, patios de tanque, ingeniería y servicios en general con unas reservas limitadas según Exxon de 2,5 mil MM/bbs, frente a Venezuela que tiene 309.000 MM de bbls. Esos mismos técnicos señalan que la infraestructura que tiene nuestro país no la hay en Colombia ni en Guyana.

En nuestra opinión, la visita de “alto nivel” a Venezuela no tiene nada que ver con el suministro petrolero. El petróleo de Venezuela no juega en occidente, ese petróleo es para el pago del Fondo Chino. Es Biden aprovechando el lobby de Chevron para decirle a los estadounidenses que el precio de la gasolina es culpa de los países petroleros que no quieren producir más y por supuesto, Chevron no puede perder esta oportunidad para ganarle la partida a Exxon en Venezuela.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!