Encontrándonos en la fase final del libro Contemporary Economic Perspective (Perspectiva económica contemporánea), en lo que atañe específicamente a la revisión de gramática y estilo, para su consecuente edición, presentación y publicación, se considera oportuno evocar algunos episodios de nuestro pasado reciente (por ejemplo, junio de 2017).

Sector universitario

Abandonada la infraestructura universitaria, institucionalizado el atropello, la persecución y la criminalización de la protesta cívica y pacífica, e inducido el movimiento “migratorio”, fuga de talentos y descapitalización intelectual y laboral de las nuestras universidades. La política de desinversión y restricción presupuestaria ha generado graves daños en su infraestructura, la calidad de vida de toda su comunidad y fundamentalmente en la continuidad y óptima calidad de los procesos educativos: todo en detrimento del sector estudiantil y la sociedad en general. Entre 40% y 50% son los cálculos estimados de disminución de la matrícula UNET: común denominador en las universidades…

Existe una tendencia negativa para la universidad y el país, que consiste en la renuncia masiva de docentes y trabajadores universitarios en general. Para el caso particular de un profesor con una larga y meritoria carrera universitaria, esto origina un extraordinario vacío académico no sencillo de solventar, que en la práctica se traduce en una afectación significativa y evidente sobre el nivel óptimo de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Partiendo de una política “inadecuada” e inconstitucional, la pérdida de valor de los presupuestos universitarios y la descapitalización agravada de la infraestructura universitaria, a causa de la devaluación recurrente e inflación a ritmo creciente exponencial,  han atentado contra la adecuada ejecución de los “planes de desarrollo integral” de las universidades: se requiere que se le restituya o invierta más de 3.000 millones de dólares.

Ámbito económico

Para finales de este año y siendo conservadores, todo puede estar en su precio de venta 2.5 veces superior a lo que se paga en este momento. Esto en correlación al ritmo de devaluación “alarmante” del bolívar con respecto al peso colombiano: el mismo podría ubicarse para diciembre de 2017 por debajo de los 0,10 pesos por bolívar. Por otra parte, la acentuación de la conflictividad a partir de un “proceso constituyente” inconstitucional y antiético, con el agravamiento del panorama económico nacional: no obstante, que por  venta de petróleo (a precios actuales) en los últimos 19 años se han recibido lo equivalente a más de 5 Plan Marshall (reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial).

Incremento salarial sin poder adquisitivo, bono de alimentación que no alcanza para comer, “más carnet que comida en la patria”, “menos bolsas CLAP, pero además escaso y costoso todo lo necesario para vivir”, crece la “chamba” o empleo improductivo, caída de los precios del petróleo con la respectiva disminución en los ingresos por más de 100.000 millones de dólares, disminución de las reservas internacionales por debajo de los 10.000 millones de dólares,  incremento sostenido de la  inflación (mayor a 2.000%), critica caída del PIB por la “paralización del país” (cada día equivale a  850 millones de dólares), tipo de cambio real del bolívar con respecto al peso colombiano y al dólar en niveles históricos, devaluación oficial cada 8 días a través de la subasta (Dicom), etc.

La información estadística oficial acerca del comportamiento de las variables macroeconómicas no se presenta veraz y oportunamente. La subestimación del nivel general de precios desajusta la unidad tributaria (UT) en relación con la inflación: tal cual lo establece el marco normativo vigente. La manifiesta tendencia regresiva remunerativa de todos los trabajadores venezolanos: el salario mínimo está por debajo del salario mínimo vital (artículo 91 de la carta magna). El debilitamiento continuado del signo monetario nacional: un «bolívar débil» ante una carencia de dólares y una inflación indetenible. El abandono de la infraestructura económica, social y política (capacidad productiva, aparato agrícola e industrial, vías de comunicación, plataforma hospitalaria, base educativa, etc.).

La destrucción del aparato productivo nacional: la escasez y desabastecimiento de absolutamente todo. Incluso en el mismo “mercado negro”: si el producto se logra encontrar, se paga  80 o 100 veces su precio… La megahiperestanflación (altos y continuados niveles de inflación, desempleo, estancamiento) dentro de una espiral decadente e involutiva. “Lo que hoy tiene un precio, en el día de mañana supera altamente su precio y su valor” (de manera infinita)… La indefinida declaratoria del estado de excepción o “emergencia económica”, la cual no garantiza el “derecho a la propiedad” o la “libertad económica”, que en la práctica representa una “inseguridad jurídica” que coarta la inversión privada.

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018-2019.

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