Una batalla promocional sobre de la fortaleza de la Unión Europea acaba de arrancar con el anuncio de la Comisión de que entre 2021 y 2027 los países miembros tienen la intención de movilizar hasta 300 billones de dólares en un plan de recuperación alineado con los intereses de la región.

Global Gateway la llaman y esta Puerta Global no está llamada a ser una herramienta diseñada para su aplicación dentro de la geografía de los 27. La nueva plataforma de actuación es un arma para competir con China y Estados Unidos quienes se han adelantado a Europa desde hace tiempo, en el objetivo de hacer sentir una presencia económica ágil y agresiva en el mundo en desarrollo. En el caso de Europa la meta es la de pisar fuerte en Asia, África y América Latina.

Su modelo no se diferencia en mucho de las iniciativas tomadas en el espectro internacional por los otros dos grandes contendores. El anuncio oficial precisa la disposición de la Unión a invertir en infraestructura dura y blanda, al igual que en lo digital y tecnológico, en los temas climáticos y energéticos, transporte, educación, salud e investigación, todo ello dentro de un propósito de respeto y conservación del medio ambiente.

Los chinos, sin embargo, le llevan ocho años de adelanto en esto de poner un pie en los continentes que pujan por desarrollarse. Su fin es el de crear una red de infraestructura sólida que sirva tanto para distribuir lo que producen como para dotarse de todo lo que requiere su aparato productivo. De ello se ha estado ocupando la Nueva Ruta de la Seda. Esta ha encontrado no pocos escollos en los países en los que ya está actuando, incluso en la propia Europa, pero tiene la ventaja de contar con recursos ingentes para ser aplicados a los proyectos nacionales. En 2020 invirtieron 4,4 billones de dólares y hasta septiembre de este año ya llevan invertidos 2,5 billones. Las alianzas ya anudadas afectan hoy a 60 países del orbe, el 75% de las reservas energéticas conocidas en el mundo, 70% de la población mundial y, además genera 55% del PIB mundial.

El elemento diferenciador de esta Puerta Global viene por el lado de dotar a la exportación de la marca Europa de un componente de principios igualitarios en lo social, respetuoso de las normas y valorizador de la democracia que Pekín no se puede permitir. El Viejo Continente tiene las de ganar en espacios como el latinoamericano con el cual lo unen vínculos históricos de importancia además de compartir el uso del lenguaje en una parte significativa de la América que se ubica al sur del Río Grande. Allí la Puerta Global gravitaría en un terreno en el que China no compite, pero deberá hacerlo acompañada de Estados Unidos, lo que permite al Plan de la Unión ir atado a la promoción de los valores democráticos y a una buena y transparente gobernabilidad.

Europa Unida ha dado un paso importante al hacerse parte de la guerra de influencias ya en pie entre China y Estados Unidos. Conseguir materializar alianzas por esta vía es vital pero el peso de las necesidades económicas y financieras de los países beneficiarios no se mide con la misma vara de los principios o la de los Derechos Humanos.  Solo yendo de la mano con Washington, y no compitiendo contra él, Bruselas podrá gozar de un peso de significación. Posiblemente en esta primera etapa solo consiga hacerlo en el espacio Latinoamericano en el que ya los estadounidenses tienen un historial de logros que revivir – desgraciadamente desencuentros también- y recursos para ponerlos al servicio de la causa.

La batalla apenas comienza. Bruselas ya se encuentra en el ring.

 


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